Desahogo

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Por la noche. 

— ¿Estás seguro de dejarlo hospedarse tanto tiempo en la mansión?, ni siquiera sabes como luce al día de hoy o si es buena influencia para los chicos.— éstas eran las palabras de Rachel, quien preocupada e intrigada, yacia recostada en el regazo de su esposo, acariciando su pecho trataba de desviar la atención de su marido hacia su propio cuerpo, buscando seducirlo. 

— Siento que es lo mejor, querida, confío plenamente en él y en Undertaker, que después de todo un muy confiable de él fue quién me dió información suya, asegurándome que se convirtió en uno de los mejores inversionistas y empresarios de toda Italia, confío en que él podrá educar a Ciel, pero sobre todo a Astre de la mejor manera. No tengo nada que perder, como sea él ya no está dispuesto en escucharme en absoluto.— contestaba Vincent con un dejo de hartazgo, admitiendo que la situación con su hijo lo estaba sobrepasando.

 – Aún no logro entender por qué esta etapa se atrasó tanto en él, ni siquiera con Ciel fue difícil lograr que aceptará sus responsabilidades a futuro.—

— Tal vez estás exagerando al momento de compararlos tanto, después de todo ambos son especiales a su manera, ¿al menos haz pensado en... ceder un poco?, si te pusieras en su lugar podrías hayar la respuesta a tus dudas.— lo siguiente fue mencionado con algo de temor, debido a la reacción que pudiera tener en su marido sus sabias palabras, después de todo es bien sabido que una madre siempre intuye que es lo mejor para un hijo. 

— Ni en sueños, no pienso pasar de nuevo vergüenzas y críticas gracias a Astre, ese niño siempre ha querido comerse el mundo a su manera desde que superó su asma, pero todos son sueños infantiles, y tú al justificarlo no me estas ayudando.— dicho esto, apartó a Rachel de su cuerpo con notorio disgusto, dándole la espalda mientras se acostaba para disponerse a dormir, cosa que causó desilusión en ella, debido a que por un momento creyó que después de la platica nocturna podría intimar un poco con él, ya que hacía mucho tiempo que no había nada de emoción en su matrimonio y eso comenzaba a generar muchas dudas en la mente y corazón de la bella mujer. 

Antes de tomar la misma posición comentó sólo para cerrar el tema.

— No entiendo tu comportamiento últimamente, jamás vas a poder controlarlos, y lo único que harás es ganarte su odio, sólo espero que cuando veas las cosas, no sea demasiado tarde o cuando yo también me haya alejado de ti como ellos lo están haciendo ya. Creí que mientras más creciera los limitarías menos, pero ahora parece que hasta yo estoy pagando por los errores de todos.— 

Fue la última palabra que resonó en esa habitación la cual si antes brillaba de alegría por la llegada de dos milagros, ahora solo era sitio de peleas y desplantes amargos entre una pareja que comenzaba a fracturarse desde hace tiempo. Pero a la vez esas palabras resonaron en lo más profundo del Conde, haciéndole preguntarse "¿estoy haciendo lo correcto?", después de todo su único objetivo era buscar lo mejor para sus hijos aunque tal vez a ojos de su familia se esté convirtiendo en el villano de una historia mal contada, la paternidad es un tema donde nadie es maestro y toda la vida serás un alumno sufriendo muy silenciosa y solitariamente. 

Al día siguiente por la tarde. 

Pasaban los días y todo se volvía más lúgubre en la mansión, los momentos familiares pasaban de manera más incómoda que amena y no está por más aclarar que los gemelos seguían distanciados, hecho que solo entristecia cada vez más a su madre, pero lamentablemente no había nada que pudiera hacer, era como tratar de sacar a flote el mismísimo Campania mientras se hundía cada vez más en el profundo océano, sin nadie que pudiera ponerse a pensar en el peso que eso significaba. 

El Conde que me amó. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora