8. VENTILADORS

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Ser d'este món és un poc complicat ser i no ser-ho de forma normal

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Ser d'este món és un poc complicat ser i no ser-ho de forma normal. Baix del meu llit tonelades de tristesa. Em queda bé la disfressa de sant?

De què estas fugint quan acuses? Les teues paraules on van?

Ventiladors, ZOO.

—¡Bomba va!

Tito, con su energía y volumen, saltó desde uno de los laterales de la piscina delante de nosotras y nos empapó. Estábamos Pilar, Estela y yo sentadas en el bordillo, aprovechando los rayos de sol de esa maravillosa tarde de verano. Nos molestó bastante, tanto que Estela salió tras de él para intentar meterle bajo el agua, de forma infructuosa ya que nuestro amigo pesaba dos veces más que ella y sabía defenderse. Regresó entre risas casi ahogadas a donde estábamos, soltando exclamaciones.

—Joder, ahora tendré que lavarme el pelo —dijo mientras se colocaba en su sitio.

Pilar y yo nos reímos ante su tono lastimero. Estela tenía el pelo rubio y largo, aunque casi siempre lo llevaba recogido en una coleta. Se había convertido en una de nuestras aliadas dentro del pueblo y estaba muy agradecida por ello, pues Pilar no iba a estar siempre, ya que vivía en la ciudad, y aún me sentía un poco desprotegida. Solo habían pasado unos días del incidente nocturno con Nico. Al principio, me negué a salir de casa, pero mis padres sospechaban demasiado. Sobre todo porque Pilar, que aún estaba un poco asustada por cómo me encontraba, no dejaba de llamar al fijo cuando no le respondía al teléfono.

Unos días después, Tito e Ismael comenzaron a venir a casa a llamarme. No me presionaron para hablar del tema, simplemente dábamos paseos y tomábamos pipas. Incluso nos juntamos con los demás, que parecían no saber nada de lo que había pasado la primera fatídica noche de ferias. Algunos me preguntaron por qué no había salido estos días, pero les conté que me había puesto mala y lo creyeron. Eran tantos y cada uno con sus movidas que nos era muy difícil profundizar.

Aunque con Estela sí lo conseguí. Estuvo más atenta conmigo que los demás y enseguida congeniamos. Me alegró mucho saber que tenía una nueva amiga en el pueblo, no lo iba a negar. Tito era genial, pero en cuanto estábamos con más gente se revolucionaba. Con Ismael tampoco iban las cosas mal, pero hablaba poco, no solo conmigo, sino con todo el mundo, y sus miradas me ponían más nerviosa de lo que me gustaba admitir. Así que Estela fue un soplo de aire fresco.

En ese momento, Ismael se acercó a nosotras andando por el borde de la piscina. Su pelo rubio estaba mojado y el bañador azul se le pegaba al cuerpo. Iba mirando al suelo, como siempre, y llevaba los brazos cruzados a la altura del estómago. Me había dado cuenta de que esa postura era bastante habitual en él cuándo iba sin camiseta. Se sentó a mi lado en silencio, mirándome con sus ojos verdes durante un segundo que fue suficiente para hacerme subir los colores.

Las cosas que solíamos hacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora