Jimin sonríe y lo toma de la mano, dando una vuelta para que él lo mire, y lo atrae a su cuerpo.
—¡Nos vamos! —le dice muy enojado.
—¿Por qué? Yo me estoy divirtiendo. Te apuesto a que tu amante dijo que sí. Shuuu, que nadie se entere de que eres mafioso, que tienes muchas amantes —coloca su dedo en medio de sus labios para silenciarse.
—Ven, te presentaré a alguien. No le digas que estoy secuestrado o él sí llamará a la policía —dice en forma de susurro.
—Tae, mira, él es mi hombre... digo, mi esposo, Jungkook —Jimin se acerca a Tae para susurrarle—. ¿Ves? Te dije que era guapo el desgraciado —se ríe—. Te quedaste corto, ¡es guapísimo! —Ambos se secretean como si Jungkook no pudiera escucharlos.
—Bien, suficiente. Daniel, lleva al chico a casa. Y tú, vienes conmigo —toma a Jimin del brazo.
—No, no quiero —dice juguetón, tratando de huir. Llamar la atención no es lo de Jungkook.
—¡Jimin, para allá! Esto lo arreglo contigo —le dice Daniel, muy serio.
—Chao, guapo. Escribiré. Te amo —dice Jimin a su amigo.
—Yo a ti —responde Tae.
Jungkook lo lleva a la entrada, le coloca su abrigo.
—Gracias, eres todo un caballero —dice, tratando de caminar. Se tropieza de forma que casi cae al suelo. Jungkook lo sostiene entre sus brazos. Jimin empieza a actuar como un niño rebelde y consentido. Los tragos por fin invadieron su sistema.
Jimin está perdido en los brazos de su hombre.
—Hueles rico —dice, acurrucándose en los brazos de Jungkook, quien lo observa incómodo. Como puede, lo sube al coche. Salen del lugar. Jimin está cansado, se quita los botines, se desabrocha la camisa, empieza a jugar como un niño pequeño. Se mueve mucho.
—Ay, tengo calor —dice, un poco molesto—. Prende el aire o te meto un tiro —dice, riéndose de Nam, quien solo lo mira en silencio.
—¡Contrólate! —dice Jungkook, firme.
—No, no, no, no quiero —le saca la lengua. Jungkook lo toma de la mandíbula con fuerza.
—¡Compórtate o quieres que te vean!
—Estoy feliz, muy feliz. Deberías estarlo. Yo bailé mucho, así —se mueve sexy—. Los hombres me tocaban muy rico, así —se pasa las manos de forma sexy. Jungkook empieza a perder la cabeza—. Si hubieras llegado antes, los hubieras matado a todos. Aunque casi matas al chico que me besó... ¡Wow! Besa genial, lo tenía grande. Humm, quería hacerle un oral. Te imaginé, lo que hacías, así que yo también quería disfrutar. ¿No es así? Porque yo soy solo tuyo, pero tú... tú también la pasaste muy bien, ¿no es así? Tu amante te lo hizo rico, digo...
No pareces feliz. Dicen que cuando uno coge es rico, uno se siente feliz. Dicen... puesto que yo no sabría decirlo, porque...
—Puedes acariciarme. Me gustan tus caricias —dice con sinceridad, puesto que los ebrios siempre dicen la verdad. Es más, se está abriendo a Jungkook y esto le saca una sonrisa. Si lo hubiera sabido, lo hubiera emborrachado antes. Lo acaricia, viéndolo inocente. Entre sus brazos, es más, siente sus caricias impulsadas por la sensación que él le causa. Desabotona su camisa un poco, acaricia su abdomen de forma que Jungkook sienta lo que él siente al acariciarlo. Lo mira un poco, atento. Es más, sin pensar en lo que hace, se acerca, besando su abdomen suave, delicado, dejándole unos mordiscos. Con su lengua juega y Jungkook se estremece. Jimin vuelve a cerrar los ojos para tratar de dormirse.
Al llegar a la casa, Jimin es despertado por Jungkook. Se levanta incómodo, se baja del coche para ir a su habitación. Se baja, algo perdido, camina descalzo por la entrada, subiendo las escaleras a su habitación, casi gateando. Está agotado. Al llegar, se desnuda, se quita la ropa por completo, se va a la ducha. Todo le da vueltas en su conciencia. Huele mal y ese olor lo molesta. Jungkook llega a la habitación, él lo nota.
—Dúchate conmigo, ven —le dice Jimin, tomando su mano. Está sin control, y si solo estuviera sobrio, estaría maldiciéndose por lo que está haciendo. Le quita con afán la ropa a Jungkook, quien no puede negar que borracho es todo lo que él desea. Es atrevido e imperativo. Solo se pregunta si este es el verdadero Jimin. No se abre con él porque le teme, aún no lo quiere. Se mete en el jacuzzi. Él se lava la boca, la cara, se hunde en él. Sale frente a Jungkook, se acerca para besarlo. Jungkook lo desea, pero no así. No se aprovecharía de él en ese estado. Lo quiere consciente, sobrio, para que disfrute del placer que él puede ofrecerle.
—Para, no hagas eso. No te tocaré —dice, mientras Jimin se acomoda entre sus piernas, abrazándose a él como un niño pequeño con falta de afecto.
—Quiero dormir —dice, pasando la mano de Jungkook por sus pezones, que se erizan al contacto—. Báñame y llévame a la cama, cama, por favor.
—Solo cálmate. Esto pasará en unas horas —le dice él, acariciando su piel para bañarlo. Jimin está soñoliento. Solo se relaja para sentir sus caricias. Jungkook se aleja para buscarle una toalla, ya que se está quedando dormido. Lo saca de la ducha, lo ayuda a secarse, le coloca un camisón, lo lleva a la cama, donde Jimin cae rendido al instante. Jungkook se sube a la cama. Jimin se sube sobre su pecho, acomodándose en sus brazos. Jungkook está perdido en sus encantos. Este chico sabe cómo sacarlo de quicio, pero también cómo llevarlo a un nivel de paz como ninguna otra lo ha hecho. Lo acaricia, pensando en que cuando despierte estará tan apenado que no podrá ni verlo. Y ahí es donde él se va a vengar de lo que él le hizo pasar.
Jimin empieza a despertar. Son las 2:00 p.m. Se retuerce de dolor en la cama. Su cabeza está que explota. No se acuerda de gran parte de la noche. En su cabeza solo recuerda cómo daba vueltas en la pista de baile, lo bien que la pasaba, cómo sonreía. Luego, la imagen de Jungkook mirándolo desde el piso superior viene a su mente. Abre los ojos y, por suerte, él no está en la cama. Está perdido en sus pensamientos.
Se levanta de la cama, aún un poco dormido. Se quita el camisón, se mete a la ducha, se lava los dientes, se cambia. Debe salir por los materiales al centro. Al estar listo, busca su bolso. Camina a la parte superior como un zombi que en cualquier momento le va a explotar la cabeza. Daniel se acerca a él, muy golpeado. Se imagina que fue Jungkook.
—¡Ese hijo de puta! ¡Solo mira cómo te dejó! —dice Jimin, muy inquieto, sintiéndose culpable—. Toma esto, le hará bien —dice, entregándole unas pastillas y un batido—. Daniel, yo lo siento mucho —dice, sintiéndose fatal.
—No le preste atención. Es su régimen. Si alguien desobedece, debe pagar, o perderá el respeto. Me perdonó la vida porque usted hizo algo bueno anoche. Eso es lo que sé. Lo espero en el coche, mi señor.
Jimin no entiende nada. Solo puede pensar que ese hijo de puta se aprovechó de la oportunidad para tomarlo. Está muy enojado, apenado. No sabe cómo va a reaccionar al verlo, pero de una cosa estamos seguros: habrá una discusión.
Jimin camina a la salida y se sube al coche. Daniel conduce, sacándolo de la casa. Lo lleva a una cafetería, mientras dos camiones y dos camionetas se unen a ellos. Daniel avisó que irían por el material y, por supuesto, enviaron el transporte. Jimin entra a la ferretería y hace una compra muy generosa de gel, spray y líquido. Lo suben al camión y prosiguen con las telas. Luego, a la tienda de las rocas, comprando la cantidad necesaria para las 40 piezas. Empiezan a enviar todo al lugar donde Jungkook ordenó a sus hombres abrir espacio: un búnker secreto. Él encarga unas máquinas y mucho material. Armará su propio estudio.
Mientras Jimin envía el material, Jungkook envía la cantidad de diamantes exactos. Trabajan rápido, como un equipo, no pierden tiempo. Nam va por Lisa, mientras Jungkook organiza los envases. Realiza una llamada a Daniel para que Jimin compre un celular. Odia no poder comunicarse con él y, puesto que rechaza lo que él le da, no tiene más opción que aceptarlo a su manera. Jimin está en el centro comercial comprando un celular a su gusto. Y lo mejor: este no tiene rastreador, ni Jungkook tiene acceso a sus movimientos. Al terminar, Jungkook imagina que Jimin tardará en llegar al lugar, puesto que no sabe cuánto le falta, así que trata de que Lisa llegue rápido y se vaya para que Jimin no la vea.
—Vamos, muévete. Necesito que llegue y se vaya antes que Jimin llegue. ¿Me entiendes?
—Sí, señor. Vamos en camino

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UN ESPOSO PARA UN MAFIOSO--- CORRIGIENDO....
AcakJeon jungkook, es el hijo menor de Francisco Jeon Bernaldi, el jefe de la mafia italiana, joven de 26 años hombre imponente y frío, un hombre calculador tan cruel como su padre, ha luchado contra sus hermanos toda su vida para obtener el lugar que...