Prologo

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Atención, esta historia contiene escenas que pueden resultar perturbadora, se recomienda discreción.

Los truenos se mezclaban con el fuerte sonido de la lluvia, en una pequeña cabaña de un lejano pueblo, se oian los quejidos de parto de una mujer, esta suspiraba adolorida, mientras una enfermera asistía a aquel parto.

-vamos, puja, puja - la enfermera decía mientras esperaba a recibir al bebé, la futura madre gritaba del dolor de parto - falta poco, una vez más - dijo la enfermera.

Finalmente con un último pujido se escucho un llanto y luego un suspiro de descanso, la mujer levantó la mirada viendo a la enfermera con el pequeño bebé en sus manos con una sonrisa.

-es un bello varón - dijo la enfermera con una sonrisa dulce qué cambio a una más macabra - será excelente sacrificio para nuestro Señor sat..

BANG.

Los sesos de la enfermera cayeron al suelo llenándola de sangre, la enfermera ahora muerta cayó como un costal al suelo mientras la madre se levantó con dificultad tomando a su bebé y envolviendo lo en una manta..
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Los pasos de una mujer que corría desesperada se oian en aquel bosque, pisoteando la hojarazca y charcos de agua y de sangre, en sus manos llevaba una pequeña canasta en la cual había un bulto tapado con una manta.

Detrás de ella se escuchaban gritos de ira que incitaban a su persecución, la mujer solo corría con una intención, llegar al río de cualquier manera posible.

Su única iluminación eran los relampagos que brevemente el cielo por una milésima de segundo, siendo acompañados por el estruendo de truenos que sonaban como rugidos.

La mujer desespero al oír como los ladridos sonaban cada vez más cerca de ella, faltaban solo unos metros cuando en éso, tropezó con una raíz de árbol.

Ella dio un grito al sentir como su hueso perforó la piel de su pierna, la sangre comenzó a emanar chorreando, manchando las plantas y la tierra.

La mujer a pesar de eso comenzó a arrastrarse, escuchando los paso más y más cercanos de los perros y de la gente.

-no sirve de nada escapar - la mujer se puso alerta al oír eso volteandose viendo a una figura oculta en la oscuridad, ella le apuntó con el revólver qué tenía, ella lo miró con suma seriedad.

-mueve un musculo más y te vuelo los sesos - la mujer amenazó haciendo reír al hombre, el cual tenía una risa macabra.

-no tienes salida… Ahora, si me das al bebé, consideraré una muerte rápida para ti - dijo el hombre mirándola con una enorme confianza.

-vete al infierno - ella dijo a punto de disparar el arma el cual estaba cargada con una bala.

-de donde crees que vengo - pregunto el hombre, sus ojos brillaban en la oscuridad con un color naranjo intenso.

En eso uno de los perros la embistió lanzandola a varios metros a la orilla del río, ella levantó la mirada viendo sus atacantes cada vez más cerca.

Miro a su Bebe dándole un beso en la frente, para luego estirar sus brazos dejando la canasta en el río el cual comenzó a llevar la canasta.

En eso sintió como los colmillos de uno de los perros de enterró en su pierna desgarrandola, luego, otra mordida en su hombro, pero esta no era de un perro, era de uno de los habitantes del pueblo,  el hombre de una mordida saco piel y carne del hombro de Mary la cual dio un grito de dolor, sintiendo como era devorada viva tanto por los perros, como por aquellas personas que llamo vecinos.

Mientras se desvanecia, pidió perdón a Dios por todos sus pecados, y su último pensamiento fue “por favor Dios, cuida a mi hijo con tu sangre, protegelo, y has de el lo que desees”-  la mujer pensó mientras daba sus últimos alientos de vida.

-¡¡¡DISPARENLE A ESA CANASTA, MATEN A ESE BASTARDO!!! - una voz grave se escuchó, al instante varios hombres sacaron sus revolver y escopetas apuntando a la canasta.

Las balas salieron disparadas apenas se apretaron los gatillos, sin embargo ninguna le daba, solo dos balas rozaron su ojo, dejando una marca.
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-ojalá tener suerte este día - un hombre salía de su cabaña en medio del bosque, cerca de un Riachuelo, este se levantó sacando sus herramientas para buscar pepitas de oro, era un hombre de piel clara, barba gris, iba vestido con una camisa y unos pantalones algo sueltos, ademas de un collar de crucifijo, este levantó la mirada viendo una pequeña canasta en la orilla de aquel río.

El hombre sorprendido se acerco lentamente, viendo una manta que cubría algo, destapó aquello viendo a un pequeño bebé de cabello castaño el cual dormía inmutable.

-Dios mio, tu de donde vienes pequeño - el hombre preguntó tomando al bebé el cual despertó lentamente, pero en vez de llorar como lo haría normalmente un bebé, estaba tranquilo y sereno - vaya, quien te hizo esto? - pregunta el hombre viendo aquella marca recién hecha - vaya marca tan especial…

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