07 | Dejar ir los arrepentimientos

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07 | Dejar ir los arrepentimientos

    Hinata se quedó parado en el umbral de la puerta, incrédulo. La negación de su madre lo golpeó como un balde de agua fría.

    —¿¡Mamá, por qué!? —su voz tembló—. Akiteru necesita esta donación —intentó razonar con ella.

    Su madre suspiró profundamente—: Shōyō, sé que quieres ayudar, pero tú eres débil. Un omega débil como tú podría tener consecuencias en su cuerpo para tener hijos en el futuro.

    Hinata se quedó estupefacto; sintió una mezcla de frustración y desesperación. No entendía la razón del cambio de respuesta de su madre—: Mamá, la donación de sangre no provocará consecuencias en mi cuerpo.

    Su madre lo miró preocupada—: Hijo, dime honestamente, ¿esa familia te engañó? ¿Te prometió algo?

    —¿Qué? Mamá, ellos no me han prometido nada. Lo hago para ayudar a Akiteru.

    —Su familia es rica, estoy segura de que encontrarán la manera de curarlo, no te preocupes —dijo, sin perder el temple. Hinata hundió su expresión; no podía rendirse.

    —Mamá, hablemos con el médico mañana y verás que no tienes nada de qué preocuparte —sostuvo su mano, mostrando una pequeña sonrisa.

    —No estoy de acuerdo con este asunto —soltó su mano—, se hace tarde, ve a prepararte para la escuela.

    Sin saber qué hacer, bajó la cabeza, frustrado. No le quedó más que obedecer, sin saber cómo podría hacerla cambiar de opinión.

    Se sentó derrotado en la mesa, volteó inconsciente buscando a Tsukishima. Kei estaba acostado en la mesa sin ánimo, no muchas veces lo había visto así. Pero cuando se trataba de su familia, Hinata sabía perfectamente cuánto les importaba. Agachó la mirada; no era capaz de verle. Se sintió impotente por no poder ayudar, sabiendo que era compatible con la sangre de Akiteru, una rara compatibilidad que la vida le había dado la oportunidad de aprovechar.

    Durante la hora del almuerzo, Hinata se escabulló de Kageyama, que no paraba de hablar de los chicos que había conocido de otras escuelas, para comprar una leche de fresas, la favorita de Kei. Se sorprendió a sí mismo, escogiendo su favorito de forma inconsciente, una mala costumbre de diez años de matrimonio que debía deshacer. Esperaba levantar un poco los ánimos.

    Hinata respiró hondo. Al llegar al salón, se tomó un par de segundos antes de decidir acercarse. Colocó la leche sobre el escritorio, sin atreverse a mirar a Tsukishima, y volteó a otro lado.

    —Gracias —Hinata no pudo evitar mirar sorprendido cuando Tsukishima sin cuestionar aceptó su regalo. Originalmente, lo compró con la excusa de acercarse, sin mucha expectativa de ser recibido. Tsukishima dio un sorbo e inevitablemente el corazón de Hinata latió como loco, pues era lo que durante muchos años siempre había ansiado: Tsukishima aceptando un regalo de él.

    Sostuvo su pecho, evitando sentir más, casi como si estuviera por arrancarse el pecho—: Tsukishima, yo...

    —No conseguiste el permiso de tus padres.

    —Lo siento —dijo en voz baja—. Yo lo conseguiré.

    —Está bien —repentinamente sonrió—. Mis padres están contactando con el Centro Nacional de Transfusión Sanguínea, puede que encuentren a alguien compatible.

    Shōyō sabía que no sería así; antes de que Tsukishima aceptara su propuesta, había intentado encontrar sangre compatible, pero sin éxito alguno.

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⏰ Última actualización: Jul 01 ⏰

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» 𝐌𝐈 𝑬𝑺𝑷𝑶𝑺𝑶 𝐍𝐔𝐍𝐂𝐀 𝑴𝑬 𝑨𝑴𝑶 ©;; TsukiHinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora