Kara Zor-El, the nymphomaniac

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Kara soltó un pequeño gemido cuando sintió, de nuevo, aquel roce en su entrepierna. No estaba segura de lo que estaba pasando, pero no quería abrir los ojos, tenía demasiado sueño.

O al menos, así fue hasta que distinguió un gemido más, que no era suyo...

Abrió los ojos en el momento preciso que todos los recuerdos de la noche anterior se desbordaron en su mente como una avalancha. Se sobresaltó un poco, abriendo los ojos de golpe y encontrándose con la cabellera negra de Lena recostada en su pecho.

Movió las piernas un poco, notando de inmediato la razón de sus gemidos y los de Lena; ambas tenían las piernas enredadas con los de la otra, por lo que era de esperarse que sus entrepiernas quedasen juntas frotándose constantemente entre sí.

Cerró los ojos con fuerza, intentando plantearse una idea de lo que le diría a lena y cómo esta podría reaccionar ante la historia nada trágica que Kara estaba esperando contarle, pues quería que Lena entendiese el por qué su actitud de siempre y la de anoche.

No iba a ser algo fácil de contar, porque probablemente la menor se reiría de ella. Pero Lena le gustaba... y quería intentarlo con ella. Por más que eso le costase el autocontrol, deseaba que con la pelinegra no fuese únicamente algo sexual.

Sintió un par de cosquillas en el cuello y miró hacia abajo, encontrándose con que Lena parecía estar despertando, pues se movía inquieta, por lo que su cabello cosquilleaba en el cuello de Kara, quien no pudo reprimir sus impulsos y acarició su cabello delicadamente.

Lena pasó sus manos por el abdomen de Kara, poniéndola nerviosa.

—¿Lena? —

Lena la miró en ese momento y Kara temió que pudiese escuchar el inquieto y fuerte latido de su corazón, pues este se había agitado notablemente al ver la adorable cara de Lena recién despierta, con sus hermosos ojos perezosos medio abiertos, sus labios exquisitos, rosas como siempre, y sus cabellos apuntando en todas las direcciones, dándole una apariencia más que preciosa.

—Buenos días, Kars. — Lena murmuró y, trepó hasta quedar sobre Kara y le beso la mejilla. —¿Cómo dormiste?

—B-bien. — Se limitó a responder, forzando una sonrisa. —¿Y tú, Luthor? —

Lena rió, sacudiendo sus hombros y confundiendo a la mayor.

—Hace un par de horas estabas: "Lena, me gusta el control", "Lena, cállate", "Lena, eres muy inquieta", "Lena, Lena, Lena". — Se burló la menor enarcando una ceja. Kara se enrojeció por completo. Lena apoyó sus manos en el pecho de Kara, y en estas su cara. —Es un poco inverosímil que ahora me llames "Luthor". —

La mayor se muerde el labio inferior. Debía admitir que se había estado armando de valor para contarle todo a Lena desde hace más de una semana, pero, justo en ese momento, ni una sola palabra era capaz de salir de su boca.

Pero parecía no ser necesario, pues, estando completamente hundida en sus pensamientos, lo único que pudo sacarla de ahí, fueron los tercos labios de Lena posándose contra los suyos.

Lena se acomodó de modo que quedó sentada sobre el abdomen de Kara y enredó sus dedos en los cabellos rubios de la mayor, quien se derritió instantáneamente ante el toque, entrelazando su lengua con la de Lena.

Zor-El se recostó contra la cabecera de la cama sentándose, haciendo a Lena deslizarse por su estómago hasta que la entrepierna de la chica cayó en la suya. La pelinegra se acomodó, moviendo sus caderas contra las de la mayor, a lo que ésta no pudo evitar jadear en medio del beso, apretando los ojos y apartando a la menor, quien la miró con ojos anhelantes y brillosos, con los labios hinchados y rojizos.

—No puedo, Lena... no puedo. — Murmuró la rubia, revolviéndose el cabello.

—¿Qué no puedes? — Inquirió Lena, enarcando una ceja. Kara dudó muchas veces antes de mirarla, pero al final, lo consiguió.

—No puedo hacer nada contigo hasta que sepas todo. — Confesó Kara, mordiéndose el labio inferior. Lena sonrió, comprensión brillaba en su mirada y Kara tuvo que contener un infierno para no lanzársele encima en ese momento.

—Bueno... empieza. — Pide la pelinegra, acariciando levemente las clavículas de la mayor.

—Primero... siéntate en otro lugar, no puedo concentrarme si estás ahí. — Le hace saber Kara, señalando un lugar a su lado en la cama. Lena suelta una risa traviesa y se acomoda donde la chica le ha pedido.

—Ahora, empieza. —

La mayor se lamió los labios, ansiosa.

—Soy una ninfómana. — Soltó de golpe, haciendo a Lena sobresaltarse.

—Eh... bien... supongo que...—

—No he terminado. — La interrumpe. —La primera vez que tuve sexo fue a los dieciséis. Fue con un chico y fue... horrible. —La mueca de asco que hace Kara en ese momento hace reír a Lena. —No lo intenté hasta medio año después... pero fue, esta vez, con una chica. Ella no quería dejarme ser la activa por mi falta de experiencia, pero me negaba a ser la pasiva como la primera vez así que esa noche solo nos tocamos y no pasamos de sexo oral. A pesar de eso, fue una de las mejores noches de mi vida. Asumí que el problema eran los chicos. —Entonces me eduqué en el tema de sexo homosexual, tomando en cuenta mi condición la cual poco a poco comencé a aceptar y empecé a hacerlo con chicas... demasiado seguido. No podía estar un fin de semana sin estar entre las piernas de una chica... con el tiempo empeoró porque las chicas no eran suficiente para mí. Por más que me había traumatizado con el tema de los chicos, no pude resistirme. Empecé a hacerlo chicas, chicos y ambos al mismo tiempo. Llegue al punto de no poder pasar un día sin tener sexo. Mi resistencia se volvió aterradora... — Kara hace una mueca de angustia. —Podía hacerlo cinco veces seguidas incluso y a veces sentía que no quedaba satisfecha. Mi familia se dio cuenta... fue lo más vergonzoso que tuve que admitir ante ellos, pero, en ese punto, yo ya sabía hace mucho que tenía un problema de hipersexualidad. Así que fui a tratamiento durante un año y medio. Para cuando salí, tenía diesiocho, que fue cuando me fui de intercambio. Cuando llegué a Londres, me di cuenta que llamaba mucho la atención, las chicas y chicos literalmente me caían por todos lados. Así que pensé que no era bueno para mi autocontrol si tenía la tentación tan cerca. Siempre he sido una chica tímida, así que me encerré en mí misma, así era hasta que cumplí diecinueve. Pareció funcionar porque nadie me prestaba atención... —La chica se cubre la cara con las manos. —Hasta que tuve que volver a Londres y entonces a la universidad. Tuve que entrar en el equipo y ahora todos están detrás de mí... —

Kara se calló de repente. Quizá era una apresurada confesión después de una historia tan patética como aquella no era buena idea... lo mejor era esperar por la reacción de Lena.

Así que se volteó a mirarla, encontrándose con los adorables ojos de Lena muy abiertos y perdidos en la nada, procesando la información recién recibida.

—Bueno... yo no sé qué decirte. — Admite Lena, encogiéndose de hombros. —Lo único que puedo pensar es que no te va a servir de nada reprimirte sexualmente. Todo saldrá peor. Además, tienes las bases de tu tratamiento y las pautas a seguir, sabrás que hacer cuando tengas ganas de tener sexo... como lo has hecho... todo este tiempo...

—Hay un problema más grande que ese. — Murmura la rubia, mirándola fijamente. Lena corresponde a su mirada, sonrojándose levemente.

—¿Cuál es el problema? — Pregunta la menor, moviéndose para volver a su posición anterior, sobre el regazo de la mayor.

Kara traga saliva, desviando la mirada de los labios a los ojos de la menor en repetidas ocasiones.

—Que me gustas. —

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Luego de estás declaraciones, a lena le van a dar duro contra el muro 🧱🤺

Falophilia | SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora