Prólogo

860 69 59
                                    

NARRA ADA

2022.

Estaba en llamada con mi prometida. Yo estaba en casa de mi hermana cuidando de mis sobrinos ya que ella estaban en una cita romántica con su esposo. Giulia, mi prometida, estaba volviendo de una entrevista que había hecho en un programa de televisión de aquí.

Vivíamos en Italia ya que yo jugaba en el A.S Roma. Yo era española pero desde muy pequeña me habían fichado en las categorías inferiores del Fiorentina, hasta que a los 16 debuté en el primer equipo y después de 4 años jugando con los gigilios, así es como se le llamaba a la afición del equipo, me ficharon para jugar con la Roma, que en ese momento era mi sueño. Justo allí, en el estadio Tre Fontane, donde jugaba actualmente, conocí a la que ahora era mi prometida.

Había sido un enamoramiento muy rápido y precioso. Nos conocimos porque era una cantante invitada que venía a dar un show para los aficionados del club que fuesen a ver el partido. Fue amor a primera vista y no dudé en acercarme a ella para hablar. A partir de aquel momento fuimos hablando y quedando a diario, hasta que hace tres años le pedí ser mi novia y obviamente aceptó. Lo resto ya era historia.

—¿Que tal te ha ido, amore mío?—le pregunté.

Con el paso de los años le había enseñado a hablar español, así que yo a ella le hablaba en español y ella a mi en italiano, cuando tuviéramos hijos, que ya habíamos planificado para empezar con el tratamiento después de la boda, decidimos que le hablaríamos en los dos idiomas ya que así no perdía la cultura española de una de sus madres.

—È stata la peggiore intervista che abbia mai avuto (Ha sido la peor entrevista que he tenido nunca)—dijo a punto de llorar, mientras arrancaba el coche.

—¿Cariño, estás bien? ¿Que ha pasado?—pregunté preocupada, mientras que mis sobrinos de 6 y 8 años me miraban alarmados.

—¿La tía está bien?—me preguntaron y yo asentí para no preocuparlos. Los hijos de mi hermana llevaban apenas un año viviendo aquí, pero querían a Giulia como si la conocieran de toda la vida.

—L'intervistatore era un figlio di puttana, ha iniziato a ridere di me e della mia sessualità (El entrevistador era un hijo de puta, ha empezado a reirse de mi y de mi sexualidad)—su voz se rompió en medio de la frase y junto a eso se me partió el corazón. Quería estar junto a ella ahora mismo. Necesitaba abrazarla y decirle que todo estaba bien, que no tenía que hacerle caso a ninguna tontería que le dijeran.

—Cariño, voy donde estás pitando, no te muevas—dije levantándome a coger las llaves de mi coche pero ella negó.

—Torno a casa più veloce che posso, non ti lascerò venire con i bambini in macchina.(Voy lo mas rapido que pueda a casa, no voy a dejar que vengas con los niños en el coche).

—¿Segura?

—Sicura—afirmó secándose las lágrimas.

—No me cuelgues, ¿vale?

Ella asintió y vi como arrancaba el coche.

Ti amo tanto—murmuró mirándome a través de la pantalla.

—Yo también te amo mucho, mi amor—murmuré sin dejar de mirarla—. Mira a la carretera, cariño...

No pude casi acabar la frase ya que oí como gritaba y el móvil se caía. Luego de eso la llamada se cortó porque no había cobertura.

Estaba en shock. Acababa de tener un accidente. Por mi culpa. Joder. No sabía que hacer. Quería ir donde se encontraba, pero no podía conducir así, me iba a pasar lo mismo. Las manos me temblaban mucho y sentía un nudo en mi garganta que no se iba y que cada vez iba a más. No podía hacer nada, no podía moverme. Me costaba respirar y las lágrimas que resbalaban por mi cara no me ayudaban.

Apoyé mi espalda en la pared y me deslicé hasta quedar sentada en el suelo, abrazada a mis rodillas. Justo fue cuando entraron en mi casa mi hermana y mi cuñado. Los niños me habían visto y habían ido a avisar a su madre para preguntarle que me pasaba.

—¡Ada! ¿Que te ha pasado?—preguntó preocupada mientras se sentaba a mi lado e intentaba que reaccionara a lo que me decía—. Leo, llévate a los niños a casa, yo me quedaré aquí.

Leo asintió y se acercó a dejar un beso en mi frente y un beso en los labios a mi hermana. Se fue y la casa se quedó sola. Dejé que mi hermana me abrazara. No me creía lo que estaba pasando. Giulia estaba... No, no podía ser real. Esto debía ser una pesadilla de las malas y tendría que estar a punto de despertarme.

Pero no, no era una pesadilla. Era la realidad y de eso me di cuenta después de media hora, cuando ya estaba más tranquila. Fue cuando Alejandra volvió a hablar.

—¿Que ha pasado?—dijo delicada pero a la vez preocupada.

—Giulia...—murmuré mientras mis ojos se nublaban de lágrimas—. Ella...—no era capaz de decirlo—. Ha tenido un accidente. Por mi culpa.

Las lágrimas y el nudo en la garganta volvieron a mi, hasta que escuché como mi teléfono sonaba en el comedor. Mi hermana se levantó para coger el móvil y atender a la llamada, la cual puso en altavoz para que pudiera escucharla.

Buenas noches, llamamos del Hospital general de Roma. Teníamos que informar que lamentablemente la paciente Giulia Giannoli Vani ha fallecido. Tuvo un impacto muy grave con un camión que iba en contra dirección y el conductor iba ebrio. Lo sentimos mucho, esperemos que pasen buena noche—habló una señora en italiano. Mi hermana aún no dominaba mucho el idioma, pero por mi reacción pudo deducir de que se trataba. No tardó en soltar lágrimas ella también.

—¡No puede ser! ¡Joder!—grité intentando salir de esa sensación de sofoco que tenía. Sentía que me ahogaba y no podía hacer nada.

Mi hermana llamó a la ambulancia, estaba sin aire, no podía moverme ni hacer nada. Estaba entrando en un ataque de pánico y no sabía como manejarlo.

Sentía que me faltaba algo. Algo que me costaría mucho volver a encontrar, si lo encontraba, claro.

No recordaba nada de ese dia, lo único que sabía era que me quedé inconsciente y me levanté en la camilla de hospital gritando donde estaba Giulia.











Aquí os dejo el principio de mi nueva historia 😊😊

No prometo actualizar muy seguido, pero intentaré hacerlo.

¿Tiene buena pinta o no?

Cuando Nadie Ve-Ona BatlleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora