Alone

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Sangre, mucha sangre; es lo único que se veía a mi alrededor.

Después del plan del Gobernador para supuestamente ir a hablar con los de la prisión y hacer un acuerdo de paz, lo último que me imaginé es que pasaría todo esto.

Y si, en la cabeza de una niña lo último que se imagina es ver como le cortan la cabeza a alguien con una katana.

Lo tenía a unos pasos de distancia cuando vi la cabeza del, ahora fallecido, anciano.

¿Por qué estábamos haciendo esto? Se suponía que solo veníamos a hablar.

A hablar nomás...

Una bala rozando mi rodilla que estaba apoyada contra el césped, hizo que salga de mis pensamientos. Había entrado en trance y no me di cuenta en que momento empezaron a disparar, que si no hubiera sido por Tara que me arrastró del cuello de mi vieja camisa hacia los árboles, seguro ya tendría un bala perforando mi cien.

¿Qué acababa de pasar?

-¿Estás bien? -Me preguntó la morocha que me había sacado de ahí medio entre gritos ya que el ruido de las armas siendo disparadas y las balas chocando contra todo lo existente no me dejaban escucharla con facilidad.

Yo solo pude asentir, no me salían las palabras, hacía tiempo que no vivía algo así de horrible, ver esa imagen del anciano siendo degollado hizo que se me pusiera la piel de gallina.

Tara iba a hablar cuándo otro disparo nos rozó a las dos. Me tomó del brazo y empezó a correr hacía no se dónde llevandome a mi casi arrastrandome.

Ella fue la única que se preocupó por mí cuando el Gobernador me llevó con él y su gente, me acuerdo claramente cómo ese día Tara me preguntó cuál era mi nombre y yo me largué a llorar, estaba tan asustada. En ese momento cuándo me abrazó me hizo sentir querida y desde ahí es como mi hermana mayor.

Yo nunca tuve hermanos, ya que mí mamá después de tenerme a mi no pudo tener más hijos, no por su culpa, sinó por culpa de mi papá.

El siempre fue un hombre violento, y más cuando bebia de más y se desquitaba conmigo o mi mamá.

Yo no tengo ni un recuerdo bueno con mí papá, ya que él siempre había querido un varón y nací yo, mujer, por eso mismo fue que me menospreció toda mi vida, hechandole la culpa a mi mamá diciendo que yo no servía para nada y que si hubiera nacido varón él sería feliz, pero lamentablemente no fue así, y me tocó vivir toda mi vida con la culpa, el odio y la mirada de asco de mí papá sobre mi.

Un disparo me hizo reaccionar, Tara le había disparado a un hombre de nuestro bando que nos estaba gritando traidoras por huir y nos había querido disparar. Jeffrey, era el que cocinaba en los picnics que organizaba el Gobernador en Woodbury, nunca me había llevado bien con él, ya que tenía algo en él que no me cerraba, así que no me importó mucho cuando vi caer su cuerpo sobre el cesped, sin vida.

-Cuidado! -Gritó Tara antes de empujarme hacía atrás de un árbol.

Silencio...

Y dos segundos después, algo explotó haciendo que caiga de golpe sobre mi espalda, de la impresión me tuve que tapar los oidos, lo único que escuchaba era un pitido en mi oido que no me dejaba en paz, me dolía la cabeza y estaba tan mareada que apenas me pude sentar para ver que había pasado.

Un tanque. Seguramente alguien sin querer le había disparado haciendo que este explotara. O quizá lo hicieron a propósito.

Con un dolor punzante en la cabeza me toqué el costado de mi cadera para confirmar si tenía mi arma, y si, la tenía, pero me faltaba el cuchillo.

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⏰ Última actualización: Jul 01 ⏰

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Survive, my star | Carl GrimesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora