prólogo

323 47 12
                                    



— Hola, soy Toa, ¿cómo te llamas?—la niña que estaba sentada frente a mí se volteó y me sonrió cuando el profesor de matemáticas salió del aula.

— ¿Yo?—murmuré señalándome a mí misma.

— Sí, tú, ¿cuál es tu nombre?—se apoyó con las manos sobre el respalda de su silla.

— Me...—me aclaré la garganta porque la voz me salió entrecortada.—  Me llamo Kotoko...

— ¡Kotoko! Qué bonito nombre.—su sonrisa se hizo más grande.— ¿Quieres ser mi amiga, Kotoko?—alcé las cejas con sorpresa, ¿quería que fuera su amiga?

— Eh... Sí, supongo...

— ¡Genial! En el recreo vayamos con mis amigas, están en la clase de al lado.—ni siquiera me dejó responderle cuando se dio la vuelta al escuchar la voz del siguiente profesor en el pasillo, estaba regañando a unos alumnos por estar afuera del aula.

Sonreí para mí misma, mi primera amiga... No creí conseguir una amiga en el primer día de clases, en la primaria tardé años en hacerme amiga de la niña que se sentaba junto a mí.

De repente sentí una fuerte mirada y volteé hacia arriba, un niño de la fila contigua me estaba mirando intensamente. Cuando se dio cuenta de que lo había atrapado observándome se volteó rápidamente.

Fruncí el ceño, eso había sido extraño. Sin embargo traté de no tomarle importancia, seguramente sólo le había parecido interesante o rara, quien sabe, tampoco me importaba mucho saberlo.

El profesor entró al salón y todos nos pusimos de pie para saludarlo educadamente. Se presentó de manera breve y nos indicó que tomáramos asiento.

— Es muy guapo, ¿no lo crees, Kotoko?—Toa me preguntó en un susurro, me encogí de hombros.

— No lo sé... Es un señor.—hablé en voz baja.

— ¿Y? Eso no le quita lo guapo.—hice una mueca de desagrado, ¿cómo podía parecerle guapo un señor que seguramente tenía la edad de su padre? 

Nuestra pequeña conversación terminó ahí y nos dedicamos a prestar atención a lo que el profesor decía.



(...)



— Riki, no lo hagas.—escuché que una niña murmuraba. Decidí ignorarla y seguí haciendo el aseo del aula.

— No le hagas caso, hazlo.—otro niño habló.— Si no lo haces eres un gallina.

— Yo no soy un gallina... Lo haré.

Se oyeron unos pasos detrás de mí y lo siguiente que supe fue que estaba siendo golpeada por alguien y había polvo de tiza revoloteando a mi alrededor, no pude ver pero probablemente estaba siendo atacada con los borradores del pizarrón. Estaba segura de que mi uniforme, mi cabello e incluso mi cara habían quedado cubiertos de aquellos residuos de tiza.

— ¡Idiota, déjala en paz!—esa era Toa. Luego de eso sentí tranquilidad y supuse que Toa había alejado a la persona.— ¿Estás bien, Kotoko?—abrí los ojos para mirarla, ni siquiera me había dado cuenta de que los había cerrado.

No pude hablar, así que simplemente asentí con la cabeza, un poco de tiza cayó de mi fleco por el movimiento y Toa me ayudó a sacudirme.

Tenía ganas de llorar pero contuve las lágrimas, no iba a dejar que me vieran llorar.

— Vayamos a decirle a un profesor.—tomó mi mano y me jaló para salir del aula, sin embargo me quedé en mi lugar, inmóvil.

— No.—ella volteó a verme confundida.— No involucremos a los profesores.

— ¿Por qué no?

— Eso sólo empeorará todo... Te lo digo por experiencia.—bajé la cabeza.— Terminemos de limpiar para poder irnos.—Toa me miró en silencio y asintió luego de unos segundos.

Conocía muy bien cómo funcionaban las personas así y lo más probable era que se aburrieran de mí pasadas unas semanas. Sí, eso siempre pasaba.

¿Verdad?






Próximamente...

Loving My Idiot Classmate | Riki NishimuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora