Media noche, Momo estaba en la cocina, estaba preparando algo para comer, había olvidado comer durante la tarde y el tiempo se le fue haciendo ejercicio, últimamente se la pasaba encerrada haciendo ejercicio con tal de no ver a Mina y enfrentar sus preguntas, sabía que era algo tonto y lo mejor era hablar, pero se moría de nervios y le asustaba tanto que después de ser sincera Mina la mirara diferente o que se alejara.Las luces de todo el departamento estaban apagadas, simplemente estaba encendida la luz pequeña luz de la campana de la cocina, Momo cocinaba tranquilamente un sándwich para calmar a su nervioso estomago, estaba buscando un momento adecuado para hablar con la de lunares, sentía que estaba perdiendo la cabeza, el amor es algo simplemente inexplicable, algo tan poderosos que inicia guerras y rompe todo tipo de barreras, Momo jamás se había sentido tan perdida como en este punto de su vida, se sentía tan irreal la forma en la que el amor la usaba como marioneta, nunca había sido buena con las palabras, sus acciones muchas veces hablaban más por ella que sus propias palabras, por eso no sabía cómo decirle a Mina que estaba a un paso de perder la cabeza por ella.
Suspiró cansada de tanto pensar, puso las rebanadas de pan en el sartén caliente y se quedó mirando mientras esperaba, su mente de nuevo divagaba sin rumbo o sentido, simplemente estaba ahí existiendo, su cuerpo estaba algo tenso por el estrés de los días, no tenía idea de que estar enamorada era sinónimo de sentir su cuerpo tan extraño.
Mina había salido de su habitación, caminó a la cocina y se llevó una gran sorpresa al ver a Momo de espaldas cerca de la estufa, se detuvo en e marco de la puerta y lamió sus labios con nerviosismo, pensó que quizás era momento de hablar con Momo.
— Momo — llamó delicadamente
La contrario se dio la vuelta rápidamente ante la mención de su nombre encontrándose a Mina parada en el marco de la puerta, usaba una de sus camisas y solo llevaba ropa interior, habían vivido tanto tiempo juntas que Momo estaba acostumbrada a ver a Mina pasearse en ropa interior por todo el departamento.
Una mirada en un cuarto oscuro bastó para que ambas sintieran una corriente eléctrica por todo el cuerpo.
De pronto la valentía de Momo parecía esfumarse, sus rodillas flaquearon por un momento y su traicionero corazón empezó a bombear con fuerza.
Mina se sintió igual, de pronto sus manos sudaban y sus piernas no le respondían, su pulso aumentó y su pecho palpitaba con violencia.
Se miraron de nuevo un momento, la menor se acercó con pasos delicados que no hacían ruido, sus puntas eran lo único que tocaba el piso, una habilidad adquirida tras tantos años de practicar ballet. Se detuvo en la pequeña mesa en la que habitualmente desayunaban juntas y se apoyó en esta con las manos sosteniéndose del filo, miraba directamente a Momo que parecía estar en un trance simplemente mirando sus movimientos.
— Mina — murmuró de forma tonta. — hola... — susurró, sus mejillas estaban rojas porque se sintió avergonzada por su tono de voz tan ahogado
— Hola — murmuró Mina de vuelta
Luego de eso solo hubo un pequeño silencio donde simplemente se miraban.
— ¿Qué haces? — preguntó la de lunares intentando romper el hielo
— Estoy haciendo un sándwich, tengo hambre — dijo con una sonrisa nerviosa
— Creí que solo yo tenía la maña de comer en la madrugada — dijo en una risita que se contagio a Momo y las hizo sentir más ligeras
— Bueno, creo que seremos compañeras de comidas en la madrugada ¿no? — preguntó con gracia