Cerca de la competencia

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Los días de combate eran sus favoritos, especialmente los de los sábados, eran más dinámicos y llenos de adrenalina y emoción, gustaba de pelear con todos y armar estrategias para combatir a cada uno de sus compañeros, ya que cada uno tenía un estilo distinto. Gabriel era el más predecible de todos, aprovechaba la potencia de sus piernas para intimidar al oponente, acertando golpes precisos y fuertes, no era mucho de golpear a la cara y sus giros no eran tan buenos, suponía que acercándose lo suficiente y manteniendo una distancia prudente, podría acertar varios puntos, tanto arriba como abajo, ella era más ligera, por lo tanto mucho más veloz, con su hermano todo era distinto, Lalo era delgado y alto como un espárrago, al igual que Adrián y Samuel, por suerte este último ya no estaba, pero si tenía que definir con quien de los dos era más difícil pelear, sin dudarlo diría que Adrián.
Sus ganchos y eran algo de lo que temer y aunque no gozaba de una fuerza descomunal si era bastante más veloz y hábil, mucho más que ella. No era el tipo de peleador que quisiera encontrarse en una competencia, era muy bueno atacando y tenía algo que muchos soñaban con poseer.

Tenía talento nato, desde el primer día de entrenamiento lo supieron.
Era una lástima que su familia no pudiera invertirle más, ya que fácilmente podría llegar a los Nacionales sin temer por encontrar un adversario lo suficientemente fuerte como para derrotarlo.
Para ella, Adrián era el perfecto peleador, el más fuerte y hábil de todos.

Aunque claro, ella también tenía lo suyo, sin embargo no siempre fue buena.

Recordaba con vividez sus primeros años dentro de ese deporte.

Ella era tan solo una ratita, una pulga, un ser demasiado pequeño e inofensivo para decir que podría soportar los golpes. Tenía cuatro años cuando recibió la primera paliza de su vida, salió llorando y pidiendo que no la obligaran a volver ahí, sin embargo, su madre que ya había estado en esa misma situación no la dejo ir tan fácil, la arrastró los siguientes cuatro años hasta el gimnasio de su hermano, obligandola prácticamente. No había torneo en el cual no llorara después de ser eliminada en la primera ronda.
Sin embargo, todo cambió después de su graduación de cinta negra. Para ese  entonces ya tenía ocho años y Gabriel siete, eran los más pequeños de su generación y tras ese evento, ambos se abrazaron, llorando. Debía admitir que a lo mejor a los más grandes se les antojaba ridículo, pero para ellos, ese momento era más que emocionante, el primer logro después de años de entrenamiento, lágrimas, sudor e inclusive sangre; a pesar de ser demasiado bajitos, flacos o gorditos (dependiera de quien se hablaba), lo habían logrado, y juntos.
Mientras se abrazaban con fuerza y varias lágrimas, sabían que ese momento jamás sería olvidado por ninguno de los dos, ya eran amigos y encontrarse en un deporte tan complicado como ese, solo logró fortalecer el vínculo que ya se estaba formando desde el preescolar, ese era el inicio de una amistad duradera. Iban a la misma escuela, entrenaban juntos y jugaban de la misma forma.

Muchos de sus juegos eran algo toscos para niños de su edad, a veces se ponían las caretas y gustaban de ver quien golpeaba primero al otro, Gabriel ayudó a Helena a volverse más resistente, mientras que ella lo ayudo a aguduzar sus sentidos.

Después de la graduación ya no hubo quien los detuviera, ambos parecieron encontrar un poder que dormía dentro de ellos, y al parecer el color negro rodeando sus cinturas les había hecho despertarlo de forma repentina, las medallas de primer lugar no tardaron en aparecer en sus medalleros. En cada torneo buscaban ver al otro pelear y se desgarraban las gargantas en gritos de apoyo, al finalizar la última contienda, se abrazaban, sin sentir asco por el sudor, para ellos ya era algo normal, además solían decir que prefería sudar bajo el techo de un gimnasio a tener que aucumbir a los efectos del sol abrazador y quedar llenos de tierra en una cancha de fútbol llanero.
Después llegaron los selectivos estatales y las competencias fuera del estado, sin embargo, llegada la etapa regional por una u otra razón terminaban siendo eliminados, casi parecía ser una clase de maldición compartida.

Delirios Juveniles #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora