ᯓ One-Shots Zormuan ─♡ ˙ ̟🥼💚 !!

˗ˏˋ Veo, veo... ˎˊ˗

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En una noche estrellada e iluminada por la débil luz de la luna, un reconocido científico sentado en el césped de una pequeña montaña tapaba su cara con sus brazos y trataba desesperadamente de ahogar sus sollozos para no ser notado.

Su esposa, su querida Contessa, hoy había vuelto a soñar con ella. Los sueños de Zorman tienden a ser más profundos y personales de lo normal algunas noches, dejandole con los ánimos por el suelo la mañana siguiente si su cerebro había decidido torturarle esa noche. No recordaba mucho, como es normal al tratarse de sueños, pero lo que no olvidaba es lo feliz que se veía, esa pequeña sonrisa en su cara, esos ojos brillantes y esa energía propia de la que solía ser la mujer de su vida. En el sueño ambos intercambiaban palabras y reían juntos, se sentia como si la acabara de conocer otra vez, como si pudiera abrazarla o besarla tan solo una vez más.

Pero entonces despertó en su cama, solo, con la única compañía de su vaca mascota la cuál seguía dormida y no parecia querer despertar pronto, esperaba que al menos ella si estuviera teniendo un buen sueño. Zorman parpadeó repetidas veces, como si no quisiera aceptar que esta era su realidad y suplicando en su cabeza volver al sueño. No le quedó otra, tras varios intentos, que suspirar profundamente y peinar su negro pelo con sus manos mientras volvía a acurrucarse en la cama, solo un rato más.

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Juan, el hechicero, que caminaba cerca del laboratorio porque pretendía cruzar los portales, se detuvo en seco al escuchar algo. Pensó que simplemente se trataba de un animal pero a medida que se acercaba para investigar y asegurarse que todo estuviera en orden, ya que ese era su trabajo, el sonido se hacía mas extraño para sus oídos, nunca había escuchado a un animal así.

Tras conectar un par de cables, cosa que acostumbraba a ser bastante difícil para el mago, se acercó con pasos silenciosos a la silueta de un hombre sentado en el suelo y se sentó con él, cruzando las piernas. Movió el brazo lentamente y con suavidad acarició la espalda del científico, mostrando empatía y cariño. Zorman, ante este amable gesto, no pudo hacer otra cosa que soltarse a llorar, dejando que pequeñas gotas saladas corrieran por sus mejillas hasta acabar en el brazo de su bata blanca.

- Zorman. - Susurró el hechicero para no interrupir.

Sin embargo, el contrario no parecía querer hablar o si quiera dirigirle la mirada Juan, se sentía débil e indefenso y puede que un poco estúpido por dejar que el castaño le viese en este estado.

Cuándo en llanto del científico comenzó a hacerse más débil, el hechicero no quería quedarse de brazos cruzados y solo ver a su mejor amigo romperse, quería ayudar... Aunque fuera de una manera tonta.

- Veo, veo. -

- ... -

Sin respuesta.

Juan iba a volver a abrir la boca hasta que escuchó una voz débil a su lado.

- ...Que ves? -

Los ojos del hechicero se iluminaron y sonrió victorioso, aunque la voz de Zorman de escuchaba mas grave de lo normal y apagada, al menos era un avance.

- Una cosita que empieza por la letra... A. -

El pelinegro destapó su cara para poder ver a su alrrededor y seguir el pequeño juego. En su cara aun se podían apreciar sus ojos algo rojos y cansados junto a pequeños rastros de lágrimas que Juan se apresuró a limpiar sin comentar nada al respecto.

- ...Árbol? -

Era algo sumamente obvio, el hechicero se lo dejó facil porqué pensó que estaba mal hacer pensar demasiado a Zorman estando así.

- Exacto! Muy bien. - Le felicitó mientras apartaba un mechón de pelo negro de la cara del científico. - Quieres intentarlo tú? -

- Mmh... -

Zorman examinó el suelo.

- ...Veo, veo... -

- Que ves? -

- ...Una cosa que empieza por la letra P. -

Ahora era el turno de Juan para pensar, veamos, algo que empieze por P y esté en una montaña y ,a juzgar por la dirección en los ojitos verdes del científico, en el suelo.

- Una piedra? - Respondió al cabo de un rato, no muy convencido de su respuesta.

- Si. -

Zorman esbozó una pequeña sonrisa hacía Juan, agradeciendole con la mirada su esfuerzo y compañia.

El castaño acarició la cabeza de su amigo.

- Es mi turno. -

Tarareó, le hacía feliz ver como Zorman poco a poco mejoraba.

Le hacía feliz ver los ojos de Zorman brillar.

Y, sobretodo, le hacía feliz ver a Zorman feliz.

- Veo, veo... -

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