Capítulo 1

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La vida tiene un sin fin de reglas, todos dependemos de ellas, un ciclo del que nadie puede escapar pues siempre terminamos en el mismo lugar en donde empezamos. El débil es sometido por el más fuerte, siempre es la misma cadena primitiva que gobierna al mundo desde que los primeros Alfas y Omegas estuvieron en la tierra, nada cambiará nunca.

La brisa sopla fuerte mientras las hojas de los árboles caen despacio y son arrastradas hasta la tan transitada vía, en esa misma calle se ve a un lindo chico de cabellos castaños corriendo con prisa y disculpándose cada vez que empuja a alguien, el sudor comienza a aparecer en su frente mientras su mente se nubla de preocupación al imaginarse a un desesperado alfa pelinegro esperando por él. Se aventuró dentro de un edificio y tomó el elevador que lo llevó a un bonito y lusojo gimnasio el cuál ya no le causaba asombro por las incontables veces que a estado ahí.

— ¿Por qué tardaste tanto Kim Dan?

La pregunta causó un revuelo de emociones en el estómago del omega, no es la primera vez que ese alfa lo reta pero su miedo hacía él insiste en quedarse y no abandonarlo nunca.

— Lo siento Jaekyung, pase a dejarle flores a mi abuela y no medí el tiempo.

— ¿Otra vez lo mismo? si sigues llevando flores a su tumba va a parecer una floreria.

Comento con sarcasmo el alfa mientras se acuesta en la camilla y se quita la camiseta para recibir su sección de masajes, no es para nada un secreto el buen físico que mantiene el joven, sus musculos son su mayor característica sin mencionar su fuerza y agilidad para el combate, un alfa hecho y derecho, ambicioso y con ganas de gobernar al mundo entero. Pero más allá del físico también es conocido por ser un despiadado sin sentimientos y su pasión favorita del día es molestar al pobre omega que lo acompaña, ese lindo chico de ojitos apagados y el corazón roto por la reciente partida de su abuela, la única persona que lo amaba partio hace tan solo dos meses dejándolo solo y con un gran vacío en el corazón.

— Recuestese, por favor.

El chico ni se molesto en mirar al más alto y vertió un poco de aceite corporal en el hombro del pelinegro, repartio masajes al rededor en forma circular y manteniendo el mismo ritmo para activar el musculo.

— Debería de tomar más días de reposo, su hombro no soporta la pesada rutina que lleva y-

— ¿Te pregunte? Dedícate únicamente a hacer tu trabajo y en silencio si no quieres que te haga callar yo mismo.

El silencio reino durante los próximos treinta minutos hasta que termino la sección de fisioterapia y el alfa se levantó de la camilla para ponerse la camiseta.

— Tengo una pelea en Rusia la próxima semana, empaca lo que necesites por que nos vamos en dos días- ... carajo ¿ no puedes hacer nada bien ?

— ¡Lo siento!

Se disculpo temeroso el de ojos miel mientras recoje los trozos de vidrio que estan esparcidos por todo el suelo, la noticia de viajar tan repentina lo desconcertó, apenas visito EEUU algunos meses atrás y ahora irán a Rusia, sugerir quedarse seria una estupidez tomando en cuenta que el pelinegro no solamente lo necesita por las secciones de fisioterapia. Se quedo solo en la enorme sala mientras pasa un trapo de color blanco en el piso limpiando el aceite corporal.

— ¡Auch!

Soltó un quejido y se llevo un dedo a su boca el cuál se había herido con un trozo de vidrio, recordó que cuando era niño también se hacía heridas y su abuela lo consolaba con una canción o arrullandolo entre sus brazos, sus ojitos no tardaron en cristalizarse por el simple hecho del recuerdo mientras en lo más profundo de su alma desea irse pronto de este mundo y volver a reunirse con su abuela.

Lágrimas de rosas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora