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Capítulo 59: Atormentada.

16 de Enero del 2026, Pescara-Italia.

Ruggero P.

Lo primero que hago al entrar a la habitación es silbar cuando encuentro a Karol frente al espejo en ropa interior.

Lo segundo es borrar mi sonrisa pícara y reemplazar mi deseo por preocupación cuando ella gira a verme, sus facciones son neutras pero la conozco tanto que sé que algo no anda bien.

—¿Qué pasa? —pregunto entrecerrando la puerta y dejando el monitor que enfoca a Enzo en su cuna sobre la repisa.

—Te haré una pregunta, quiero que seas totalmente sincero —pide con determinación y yo me acerco a paso lento, con cautela.

—Siempre soy sincero contigo Dolcezza —menos cuando me pregunta si soy yo quien uso sus cremas faciales o me como los chocolates de su cajón.

—¿En serio no te repugnan mis cicatrices?

—¿Qué?

La miro desconcertado porque esperaba cualquier pregunta menos esa, desaparezco la distancia entre ambos parándome frente suyo y acariciando su mejilla con suavidad en que esos intensos ojos verdes me observaban con incertidumbre.

—¿Alguna vez he dicho algo qué te haga pensar eso?

—No —murmura con la voz ahogada.

—¿He hecho algo o un gesto qué te lo haga creer? —vuelve a negar—. ¿Alguna vez te he visto con asco?

—Nunca —murmura con la voz débil.

—Entonces ¿Cómo puedes pensar qué existe aunque sea un gramo de repugnancia de mi hacia ti? —acuno su rostro entre mis manos—. Si para mi eres perfecta y no existe un momento en el que te mire y algo dentro de mi no se mueva.

Ni si quiera lo digo en un tono de reproche o indignación, pueda que sí me sienta así por dentro ante la idea que cruza por su cabeza pero no es eso lo que necesita recibir de mi en este momento.

Desde aquel pequeño quiebre que tuvo al recordar todo el daño que le ha provocado el abuso sexual que sufrió, han habido destellos que encienden mi preocupación porque es como si su mente volviera a envolverse en ese recuerdo. Aun no han habido señales alarmantes, pero si últimamente esta un poco más callada y pensativa, algunas noches se despierta sobresaltada por alguna pesadilla y hoy ha vuelto a prestarle atención a sus cicatrices cuando parecía que era la última de sus preocupaciones.

—Es que... —relame sus labios negando, pareciendo abrumada—, es que son cicatrices, todas ellas hechas cuando me... cuando me... ¿Cómo puedes verlas y no sentir asco cuando sabes el motivos de ellas? —cuestiona abrazándose a si misma sin dejar de verse confundida.

Sus cicatrices, la primera vez que las vi ya sabía el origen de ellas y mi única reacción después de sentir la impotencia atravesar mi cuerpo fue besar cada una de ellas a pesar de que me moría de ganas de sumergirme en su cuerpo. Son once en total, la más notable es la que empieza al borde de su cadera derecha y termina en el centro de su muslo, es una linea fina des-prolija, resalta más por su color rosa que por su grosor causado por las puntadas, la segunda esta en el inicio de su muñeca izquierda en una pequeña línea vertical que parece no haber querido terminar porque de lo contrario no estaría aquí, la tercera es menos visible, pero si pones atención la ves en el centro de su cuello, la cuarta esta en su ante brazo izquierdo, la quinta están en su espalda baja descendiendo de su cadera.

Las seis restantes están esparcidas por su entrepierna y las caras interiores de sus muslos siendo otro fino grupo de lineas des-prolija rosas... Todas ellas son capaces de no ser vistas a simple vista y capaces de ser maquilladas -aunque hace meses que dejó de hacerlo-. Pero eso no vale nada, porque ella las ve todos los días como un recordatorio de lo que le sucedió, otros no la ven pero ella sí y eso la hace pedazos.

Las Secuelas De Amarte (EPDA Version)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora