Emma
Bien, aquí estamos, hay que hacerlo, vamos... Si parece difícil, pero pues mi madre no crió una perra débil..
—¿Nerviosa? —pregunta el chico frente a mí— Te veo pálida.
—¿Yo? —suelto a reír con frescura— No seas crédulo, soy así.
—¿Segura?
—Si, si, dale.
Se saca la playera mientras me mentalizo que me va a desflorar. Si, por estúpido que se oiga quiero saber qué se siente tener un miembro en mi canal, me harta ser la inexperta del grupo.Se acerca despacio mientras mis labios esbozan una coqueta sonrisa, posa la mano en el centro de mi espalda dejando que nuestros labios se acaricien. El beso es suave, me está teniendo paciencia ya que le he dicho varias veces si y luego no. Baja a mi cuello y voy perdiendo el miedo dejando que se aleje a despuntar el pantalón.
¿Estoy húmeda ya? No, veamosle el pito a ver qué pasa. Procede despacio, el bóxer aparece, mete la mano en la tela sacando el miembro y...
La química se esfuma , no era lo que esperaba, pero al igual sirve... Se acerca a besarme de nuevo y esta vez siento que me repugna. «Este chico no me gusta mucho» En un momento percibo que las paredes me acorralan, que su lengua es un tentáculo baboso y...
—Tu turno —pide sentándose en la cama.
—Va .
Sujeto el borde de la playera tratando de hacer un movimiento sexy, el gesto lo enloquece y... Tomo mi mochila corriendo a la salida mientras mis patines me maltratan chocando contra mis muslos durante la huida.
—¡Emma! —me grita Martín mientras bajo la escalera— ¡No seas calienta huevos!
Corro más rápido alcanzando la puerta, pero el muy pendejo prende las alarmas y las rejas principales empiezan a cerrarse.
—¡No seas gilipollas, Martin!
—¡Emma! —sale a medio vestir.
—¡No quiero ya! —le grito sin dejar de correr.
La reja se cierra a pocos metros y no dudo en treparla al notar que trata de alcanzarme.
—Siempre me haces lo mismo.
—¿Para qué me crees?
—Eres una estúpida —increpa— ¡Ve y llorale a tu papi, fracasada!
Le saco el dedo medio e inmediatamente se devuelve a su casa.
—¡Te estaba usando! —le grito— ¡Y tu pito es raro!
No contengo la carcajada en lo alto de la reja, estrella la puerta cuando entra y sigo bajando muerta de la risa, pero lo divertido se acaba con la llegada de la patrulla que da vueltas en el vecindario.
—Señorita ¿Qué hace? —baja un oficial— Está invadiendo propiedad privada.
—No, estoy saliendo de una propiedad privada.
Aterrizo acomodando mi mochila.
—El dueño activó la alarma —indica.
Muevo el indice pidiéndole que se acerque. Es un hombre de edad que obedece sin apartarse las manos de la cintura.
—Lo dejé frustrado y está respirando por la herida, pero ya me voy.Me abro paso dejando el intento a medias cuando el otro oficial se me atraviesa.
—Tendrá que acompañarnos a la estación.Rick James es lo primero que se me viene a la mente, todos los vellos se me ponen en punta al recordar algo peor y es... Luciana Mitchells.
—Esperen, todo en la vida tiene solución y esta situación no es la excepción.
—A la patrulla —me ponen las esposas mientras varios transeúntes se detienen a mirar provocando que entre en pánico.
«¡Mi madre me va a matar si descubre que salí a perder la flor!»
—¡No lo vuelvo a hacer! —lloriqueo— No me traten como una chica mala que soy un angelito.
Hago un puchero suplicando en vano ya que el auto se pone en marcha condenandome al peor castigo de mi vida.
¿Qué le voy a decir a mi papá? Pataleo desesperada.