Capitulo dos.

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Había pasado una semana desde que Bradley se mudó al vecindario. Cada día, aprovechaba cualquier oportunidad para acercarse a Max, decidido a ganarse su confianza. Aunque al principio Max parecía indiferente, Bradley no se desanimó.

El primer intento ocurrió un lunes por la tarde. Bradley vio a Max leyendo en su jardín y decidió acercarse.

— Hola, Max. ¿Qué estás leyendo hoy? —preguntó Bradley, intentando sonar casual.

Max levantó la vista por un momento, luego volvió a concentrarse en su libro sin responder. Bradley, sin embargo, no se dio por vencido.

—Es un buen día para leer al aire libre, ¿no crees?

Max simplemente asintió, manteniendo la vista en las páginas.

El miércoles, Bradley decidió intentar de nuevo. Esta vez, llevó consigo una taza de limonada.

—Hola, Max. Pensé que quizás te gustaría algo fresco para beber —dijo, extendiéndole la taza.

Max miró la limonada, luego a Bradley. Dudó un momento, pero al final aceptó la bebida con un pequeño asentimiento de agradecimiento.

—De nada. ¿Te importa si me siento aquí un rato? —preguntó Bradley.

Max no respondió, pero tampoco se opuso cuando Bradley se sentó en una silla cercana.

Para el viernes, Bradley ya había establecido una especie de rutina. Cada tarde, se acercaba a Max, hablando de cualquier cosa que se le ocurriera. A veces, llevaba algún libro interesante para compartir o simplemente hablaba del día.

—¿Sabías que están remodelando la biblioteca del centro? —comentó Bradley un día—. Creo que va a quedar genial cuando terminen.

Max levantó la mirada, mostrando un leve interés. Aunque no dijo nada, Bradley notó que estaba empezando a acostumbrarse a su presencia.

El domingo por la tarde, Bradley se sentó en el borde de la banca donde Max estaba leyendo.

—Hola, Max. Hoy traje un libro que pensé que te gustaría —dijo, mostrando la portada de una novela de misterio.

Max miró el libro y, por primera vez, mostró una pequeña sonrisa antes de volver a su lectura. Bradley sintió una chispa de satisfacción. Aunque era un progreso pequeño, era un paso en la dirección correcta.

Al final de la semana, Bradley ya no se sentía un extraño para Max. Aunque las palabras seguían sin fluir, los gestos y las miradas empezaban a construir un puente entre ellos. Bradley estaba seguro de que, con el tiempo, Max se abriría aún más.

—Gracias por dejarme compartir este rato contigo, Max —dijo Bradley una tarde, levantándose para irse.

Max lo miró y asintió, y aunque no dijo nada, Bradley sintió que ese gesto significaba mucho más de lo que las palabras podían expresar.

El lunes por la tarde, Bradley decidió ir al centro de la ciudad para comprar algunas libretas para la universidad. Mientras miraba las estanterías de la tienda, una pequeña libreta llamó su atención. Era sencilla pero elegante, con una cubierta de cuero suave. De inmediato pensó en Max.

—Esto podría ayudarnos a comunicarnos mejor —se dijo a sí mismo, sonriendo mientras la tomaba.

Mientras tanto, en casa, Max se sentía un poco solo. Había pasado la tarde en su jardín, leyendo como de costumbre, pero notaba la ausencia de Bradley. No se dio cuenta de cuánto había llegado a disfrutar la compañía de su vecino hasta que Bradley no apareció esa tarde. La sensación de vacío lo hizo sentirse extraño, una mezcla de desasosiego y expectación.

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⏰ Última actualización: Jul 03 ⏰

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Mutismo ꩜.ᐟ Maxley // AU. .ᐟDonde viven las historias. Descúbrelo ahora