Daniel se despertaba con el sol en el rostro y sintiendo cosas caer sobre su cuerpo, cuando dirige la mirada descubre a Alice viendo la ropa de Daniel. Él se despierta rápido cuando ve que ella toma unos preservativos.
—¡Esos no son juguete!
—¿Y que son?—inquirió ella ingenua.
—Son para cuando las personas tienen un momento...ehm, íntimo.
—¿Cómo el nuestro?—preguntó ella rápidamente.
Él avergonzado, pero no arrepentido le corrige.
—¡No! Digo, no es que nuestro beso no haya sido especial, pero ésto es para cuando las personas...
—¿Tienen relaciones?—dijo ella volviendo a ver los condones.
Daniel asiente con la cabeza.
—Son para cubrir lo nuestro—le indicó él tomando los condones.
—¿Porque querrían cubrirlo?
—Huh...¿para no tener hijos?
—Mi madre me dijo que alguna vez me enseñaría los secretos para no quedar en cinta—dijo ella mirando a la nada—.Pero luego no pensé en que esas cosas las necesitaría saber.
Daniel se sentó junto a ella.
—Tengo dinero, podemos ir a comprar ropa para ti, de este siglo—le dijo haciéndole palmaditas.
Ella asintió con la cabeza y se puso algo de Daniel y ambos salieron de la casa antes que los padres de Daniel preguntaran por Alice.
—Ehm, ¿y cómo te gusta vestirte?—preguntó él mientras llegaban al shopping a pie.
—No lo sé, ¿vestidos? Es un improperio usar atuendos de hombres.
—Bueno, no estamos en tu época.
—¿Aquí se puede?
—Claro, pero solo si lo deseas, hay cosas bonitas para las mujeres—dijo mientras ella se deslumbraba por el shopping.
Ella corrió a una tienda que encontró con ropa femenina.
—¡Mira ésto Daniel!—espetó mostrándole una falda—.No se que es pero se ve bonito...
—Es una falda de flores amarillas—dijo él sin darle mucha importancia.
—Casi todo en esta tienda parecen enaguas—espetó ella.
Él carcajeó.
—Solo toma algunas cosas que te gusten y nos iremos.
—¿Y cómo sabré si me gustan?
—¿No elegías tus vestidos?
Ella negó con la cabeza.
—No podía vestir vestidos de colores fuertes porque aún era joven.
—Bueno, aquí tienes la edad perfecta para lo que vendan.
Ella se dejó guiar por su instinto de supervivencia y comenzó a ver los vestidos de la tienda, y aunque algunos les parecían enaguas, o que mostraban mucho las piernas, dato que dio a cuenta con solo ver los maniquíes, buscó algunos que le llegaran a la rodilla.
—¿Me puedes comprar algo para dibujar?
Él sorprendido mientras pagaba le asintió con la cabeza.
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La tragedia de Sablyer
RomantikDaniel es un chico muy ocupado en ganarse una beca por corredor para la Universidad, pero un día, en unos de sus senderos habituales, aparece un Castillo que jamás había estado allí, junto con los gritos de una joven atrapada en el mismo; Alice. Ell...