Capítulo 6

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Daniel era despertado por susurros de su madre, quien intentaba no despertar a su compañera, Alice, que dormía en un sueño profundo. 

—¿Que quieres, mamá?—musitó él saliendo de la habitación. 

—Viene el fin de semana, ¿no te parece que esa chica debería arreglar sus problemas en casa?

Él se tomó de la nuca intentando pensar en alguna mentira que se extendiese más, le de más tiempo, o no...porque tampoco sabía que haría con Alice y en que lugar le pondría ésto en su vida, pero se sentía que debía ayudarla, así que mintió. 

—Ella viene de un hogar de acogida, mamá. 

—¿Que?—preguntó en asombro su madre.

Él la tomó del brazo alejándola de la habitación para dirigirse al living. 

—Por eso la ropa rara, sus padres adoptivos probablemente sean sectistas. 

—No seas ridículo Daniel, no te voy a creer esas cosas. ¿Porque no puede irse esa joven? ¿La dejaste embarazada?

—Sí mamá, la embaracé y allí decidí traerla, mamá, por favor. No soy un imbécil. 

—¿Quieres que charlemos sobre eso?

Él negó rápidamente con la cabeza. 

—No tenemos relaciones con Alice, ¿puedes calmarte ya?

Ella echó un suspiro de tranquilidad. 

—¿Entonces solo la ayudas? ¿Realmente?

Él asintió con la cabeza. 

—Pronto cumplirá dieciocho y será el problema de alguien más—espetó él. 

—Entiendo. Pero ya tiene edad para trabajar...

—Sí mamá, pero no como se debe, sabes todo el mundo adulto, a lo que se enfrentará luego. 

—¿Y prometes no meterte en sus asuntos cuando llegue ese día?

Daniel asintió, pero compungido, algo le dolía adentro. Realmente, cuando Alice tuviera cierta edad, o menos de unos pocos días, él tendría que pensar en una solución para siempre. No podría tener a Alice en su casa todos los días...cuando volvió a su cuarto, ella ya se encontraba despierta rascándose los ojos. 

—Creo que tendré que conseguirte un trabajo...

—Genial, ¿que haré?

—Tengo un amigo que tiene un bar, Shawn, estoy mandándole un mensaje ahora mismo—dijo tomando su teléfono. 

—¿Y que haré con Shawn?

—Huh, solo tienes que entregarles los tragos a los idiotas de la barra. 

—¿Es como un bar?

Él asintió con la cabeza. 

—¿La cantinera?

Él asintió sonriendo. 

Alice cambió a la otra Alice. 

—¿Crees que haré de cantinera, idiota? Tengo sangre real corriendo en mis venas...

—¿Alice?—preguntó él con extrañeza. 

—Sí, bueno, la que llaman ''la otra Alice'', Dios, son tan inmaduros. 

—¿Tienes acaso un nombre específico para ésta faceta tuya?

—No es una faceta, soy Alice. 

La tragedia de SablyerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora