El Mundo Tal Como Lo Conocíamos

Capítulo 22: Azkaban

—¿Por qué te pones tan petulante? —preguntó Harry media hora después, exasperado. Bebió un sorbo de cerveza de mantequilla y miró expectante a su padrino, que había estado sonriendo periódicamente sin motivo alguno durante toda la comida.

—Nada realmente importante —dijo Sirius evasivamente, pero Harry insistió hasta que Sirius finalmente cedió—. Está bien, te lo diré. ¿Ves esto? El padrino de Harry agitó el paquete de cuero frente a la cara de Harry.

"¿Sí?"

"Mirar dentro."

Harry miró y encontró varios documentos que parecían muy oficiales. "Pero... ¡Son derechos de visita!"

Sirius sonrió. "Bingo."

"¿De dónde sacaste esto? ¿Y por qué dice Jean-Claude Benoit?"

—Una pregunta a la vez —dijo Sirius, tomando un trago de su whisky de fuego—. Te dije que visité a un amigo en el departamento de aurores, ¿no? Harry asintió y Sirius miró a su alrededor con cautela para asegurarse de que nadie los estuviera escuchando antes de continuar. —El nombre de mi amigo es Hugh Pullman, sí, el hermano de Elijah Pullman, el famoso Guardián, y es un auror. Los aurores tienen permiso para conceder derechos de visita a los prisioneros de Azkaban. Sin un permiso, es posible visitar a los prisioneros, pero mucho depende de su estatus. Hace unos años pillé a Hugh haciendo apuestas ilegales sobre el resultado de los Chudley Cannons contra los Tutshill Tornados, y después saboteando a los Tornados para que los Cannons ganaran. Debería haberlo denunciado como funcionario del Ministerio, pero no lo hice. En cambio, lo dejé pasar, sabiendo que podría llegar el día en que necesitara algo de él. Así que lo visité esta mañana y le conté lo que sabía y las pruebas que tenía, y por mi silencio, de alguna manera me dio esto a regañadientes.

—Genial —dijo Harry, mirando los documentos—. Pero ¿por qué uno es para Jean-Claude Benoit?

—Ese es tu alias. En cuanto se descubra que Ginny ha desaparecido, vendrán a por mí. No me importa si me interrogan. No podrán encontrar mi casa y no tendrán pruebas de que yo haya tenido algo que ver con la fuga de Ginny. Pero preferiría no ponerte a ti ni a tu familia en esa situación, así que fingirás ser un primo muy lejano que está de visita desde Francia. El Ministerio no tiene permitido rastrear a personas de otros países a menos que residan actualmente en Gran Bretaña. Así que, técnicamente, estarás a salvo.

—Pero ¿y tú? ¿No te harán preguntas sobre tu primo y te indagarán más?

—Tal vez —dijo Sirius, reclinándose en su silla y buscando en su bolsillo un galeón y unos cuantos knuts para pagar la comida—. Pero lo dudo. La familia Black es muy extensa. Es bien sabido que algunos de mis parientes vinieron de Francia hace cientos de años, y otros también de Rumania. Tengo tantos parientes lejanos que no figuran en el Tapiz Familiar que cualquier funcionario bien educado del Ministerio sabe que sería imposible rastrear a un primo lejano.

"¿Qué pasa si te presentan el Veritiserum?"

—No lo harán —dijo Sirius con seguridad—. He trabajado para el Ministerio y sé cómo piensan. Nuestro plan es infalible.

Harry deseaba sentirse tan seguro como parecía su padrino.

Viajaron en red flu hasta un pub mágico llamado La Daga Mortal. Estaba al norte de Aberdeen, Escocia, y a primera vista, Harry decidió que finalmente había encontrado un pub con un elenco más amplio de personajes sospechosos que Cabeza de Puerco. Sirius apresuró a Harry a salir por la puerta y cruzaron la calle hacia un hotel de aspecto destartalado: Berja's Bed and Breakfast.

Sirius reservó dos habitaciones y pagó por adelantado la cena. Pasaron el resto de la tarde perfeccionando el plan, mientras Sirius le metía los detalles en la cabeza a Harry. Cuando terminó la cena, Harry estaba exhausto, pues había pasado la mayor parte de la noche anterior despierto. "Creo que me iré a dormir", dijo Harry, bostezando mientras comía los últimos bocados de pudín.