- Me voy a casar.
- Felicidades.
- ¿Es lo único que me diras?
- Es lo único que siento decir.Kenma se encontraba sentada en una esquina de la acogedora cafetería, jugando con su cabello largo mientras esperaba a Alisa. No era común para ella aceptar invitaciones de alguien que no fuera por Kuroo, Hinata o Akaashi, pero la insistencia de Alisa la había convencido. Observaba el movimiento del barista preparando los cafés cuando Alisa entró, con su presencia resplandeciente y su sonrisa siempre presente.
- ¡Kenma! Gracias por venir -dijo Alisa, sentándose frente a ella.
- No hay problema -respondió Kenma, sin apartar la vista de su taza de té.
- Bueno, primero que nada quería agradecerte por aceptar mi invitación -dijo Alisa, acomodándose en su asiento y dejando su lujoso bolso sobre la mesa-. Y segundo, tengo una petición muy especial.
Kenma levantó la mirada, curiosa.
- Kuroo y yo nos vamos a casar, como sabes. Y... me encantaría que fueras mi dama de honor.
Kenma parpadeó, sorprendida. No esperaba aquello, nunca pensó que la prometida de su amigo consideraría darle un papel tan importante en su boda.
- ¿Por qué yo? -preguntó Kenma, sin poder ocultar su sorpresa.
Alisa sonrió con ternura.
- Porque tú has sido una parte fundamental de la vida de Kuroo. Él siempre habla de ti con tanto cariño y respeto. Sería un honor para mí tenerte a mi lado en este día tan especial.
Kenma sintió una mezcla de emociones. Estaba feliz por Kuroo y Alisa, pero también había un nudo en su corazón que no podía ignorar.
- E-está bien, aceptaré -dijo finalmente, con una pequeña sonrisa-. Seré tu dama de honor.
Alisa sonrió radiante y le tomó la mano.
- ¡Gracias, Kenma! Esto significa mucho para mí. Y sé que Kuroo estará muy contento de saberlo.
Mientras las dos mujeres charlaban, Kenma no pudo evitar pensar en cómo había cambiado todo. Pero, a pesar de sus sentimientos encontrados, decidió apoyar a su mejor amigo en uno de los días más importantes de su vida.