Prólogo

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Los amantes, que no están destinos a ser, son esa huella en el corazón que permanecen como el aprendizaje más sincero del amor.

Ella fue el punto cardinal que me  recibió cuando perdí mi brújula. La luz de su faro me guio  hasta su corazón.

Le prometí que nos casaríamos a los veinticinco y también que le escribiría un libro. 

Solo pude cumplirle una.

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