eighteen

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—Debemos asistir a una cena con los inversionistas hoy, así que te quiero listo antes de las 10 p.m. —habló Eunwoo.

Algunas veces estaban bien, y otras veces lo trataba de forma tan frívola e hiriente.

—De acuerdo.

—Arréglate bien porque te presentaré a mis socios y no quiero que digan algo de ti. Y te pido de favor que cubras tus pecas, me repugnan.

Félix asintió y se fue al baño que compartían. Se observó en el espejo y lloró por lo que veía.

—Necesito mucha ayuda para poder estar a la altura de él.

Al salir, se dio cuenta de que su esposo ya no estaba y rebuscó entre su ropa algún traje decente hasta que encontró uno azul marino.

Comenzó a prepararse muy temprano y, de vez en cuando, veía uno que otro video para poder guiarse con su cabello y el maquillaje que iba a realizar. Dejó su cabello rubio tal cual estaba, colocándose algo de spray para mantenerlo bien y que no se comportara muy rebelde en la noche. Cubrió sus pecas e hizo que sus ojos color miel resaltaran más con una sombra marrón que no se notaba mucho, pero estaba ahí. Pintó sus labios con un bálsamo rosa, se observó unos segundos y quiso desistir e ir por lo básico: sin maquillaje, sin darle importancia a su cabello y sin fijarse en combinar su traje.

Pero debía hacer que su esposo se sintiera orgulloso de él.

Una vez que estuvo listo, fue a ver a su hijo, quien iba a quedarse por primera vez al cuidado de Rosa.

—Mi niño, luces realmente precioso, como un príncipe —lo halagó Rosita.

—Gracias... Por favor, Rosi, cuida mucho de Seojunie y cualquier cosa que necesites, me llamas. Voy a estar muy pendiente de mi celular.

Detrás de su espalda alguien habló.

—Tranquilo, Félix, mi sobrino está en buenas manos.

Al girarse, se encontró con su cuñado. Hyunjin tenía un traje negro, el cabello hacia atrás, y un reloj de oro que lo hacía lucir aún más elegante.

Félix no supo cuánto tiempo estuvo observando la vista que le regalaba el pelinegro.

—No sabía que también venías.

—Es algo que papá me pidió hacer —levantó sus hombros, restándole importancia.

Félix sintió una mezcla de alivio y nerviosismo al saber que Hyunjin también asistiría. Aunque había decidido no tener sentimientos por él, no podía evitar sentirse atraído por su cuñado.

—Bueno, entonces supongo que nos veremos allá —dijo Félix, tratando de sonar casual.

—Claro, Félix. Nos vemos en la cena. Y no te preocupes por Seojun, está en buenas manos —aseguró Hyunjin, sonriendo suavemente.

Félix asintió y se despidió de su hijo con un abrazo y un beso en la frente. Luego, salió de la casa, tratando de mantener la compostura mientras se dirigía al evento.

Durante todo el trayecto Eunwoo y él se mantuvieron en total silencio.

Al llegar a su destino, ambos bajaron y fue el pelinegro quien colocó su mano en la cintura del más bajo, empujándolo un poco para que avanzara. Al entrar, Félix se sintió un poco mareado al ver a tantas personas, pero se recompuso de inmediato al ver que entre todos ellos estaba Hyunjin, quien al cruzar miradas con el pecoso le sonrió.

Sin darse cuenta, su esposo lo había arrastrado a un cúmulo de hombres canosos y regordetes que lucían los trajes más caros al igual que sus relojes.

—Ah, aquí está mi esposo, Félix. Señores, permítanme presentárselo —dijo Eunwoo con una sonrisa que Félix sabía que no era del todo sincera.

—Vaya Eunwoo, tienes a una lindura contigo, ¡qué envidia! —habló uno de los desconocidos.

—Así es, señor Beckham, mi esposo es una total lindura. —Eunwoo les guiñó un ojo y los presentes se carcajearon sin saber muy bien por qué reían.

Félix mantuvo la postura y sonrió cortésmente, saludando a los inversionistas, intentando recordar todo lo que había practicado antes de salir de casa.

En un momento fue abandonado por su esposo en una de las mesas y un desconocido tomó asiento a su lado.

—Tu esposo debe ser muy tonto para dejarte solo a la vista de los lobos. —Una voz áspera le llamó la atención.

Se giró, encontrándose con un hombre de no más de veintisiete años.

—Mi nombre es Seo Changbin, mucho gusto. —Sin pedirle permiso, tomó la mano del rubio y la besó.— A tus órdenes.

—Creo haberte visto en algún lugar, ¿no es así?

Changbin asintió.

—Estuve en tu boda con el gorila.

Félix se rió ante ese apodo.

—¿No estás aburrido? —indagó el recién llegado.

—Sí, pero debo aguantar hasta que mi marido decida irse.

—Un hombre que está a la disposición de su esposo, me gusta.

—¿No será que estás muy coqueto, Seo? —La voz de Hyunjin los sorprendió a ambos.

—Ey, Hyunjin, ¿todo bien? —Se levantó de su asiento para saludar al pelinegro.

Hyunjin le devolvió el saludo y se lo llevó de aquel lugar.

Luego de varias presentaciones y sonrisas falsas, finalmente, la cena llegó a su fin y los invitados comenzaron a despedirse. Félix, cansado y emocionalmente agotado, se dirigió a Eunwoo.

—¿Puedo irme ya a casa? —preguntó, esperando que Eunwoo no tuviera más demandas para él.

—Sí, puedes irte. Buen trabajo esta noche, Félix. Ve afuera y uno de mis hombres te llevará a casa —respondió Eunwoo sin mirarlo, ocupado en una conversación con uno de los inversionistas.

Félix se despidió rápidamente y se dispuso a salir del lugar. Se iba a ir con sus suegros, pero cuando estaba a punto de ir tras ellos, alguien sostuvo su muñeca.

—Puedo llevarte a casa —susurró Hyunjin en la oreja del menor.

Sin poder decir algo, este asintió, dejándose guiar por su cuñado.

Una vez que estuvieron en marcha, el más alto le dijo:

—¿Cómo estuvo la cena?

—Agotadora —admitió Félix, acomodándose mejor en el asiento.

Hyunjin despegó su vista de la carretera por unos segundos y miró al rubio.

—¿Por qué cubriste tus pecas?

—A Eunwoo no le agradan.

—Es un idiota. —Félix observó cómo su cuñado apretó ligeramente el volante.— Tus pecas son hermosas, es la parte más bonita de ti. No es lo único, porque todo de ti es realmente precioso.

El rubio se sintió acalorado por tan repentinos halagos.

—Y sobre Seo, déjame decirte que él estaba intentando ligarte. —Hyunjin apretó su mandíbula en forma de disgusto.— Pero tranquilo, ya le hice una advertencia.

—¿Qué le dijiste?

—Que si se te volvía a acercar, iba a conocer a Dios mucho antes de lo esperado.

Félix se rió.

A Hyunjin le encantaba la risa de Félix y él era capaz de hacer cualquier cosa para que ese sonido existiera y se incrementara muchísimo más en el presente.

LFCDA | Hyunlix AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora