En un mundo donde la raza humana está al borde de la extinción Amira lucha por sobrevivir por su propia cuenta, sin familia, sin amigos, su única compañía era una semiautomática que le había dado su madre antes de despedirse de ella.
Una adolescente...
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Pov Amira.
En el momento en que le dije a Ojos Azules que me iba a quedar parece como si se hubiera quitado un gran peso de encima, sus hombros se relajaron por completo y suspiró plenamente. Seguía sin entender porque hacía todo esto, quería una respuesta pero también sabía que tarde o temprano la obtendría solo tenía que encontrar una manera de comunicarme con el; alguna manera en la que pudiéramos mantener una conversación real y aclarar varios puntos borrosos sobre su comportamiento. Por mi parte yo estaba segura de mis acciones, estaba agradecida por haberme prestado su ayuda, me gustaba pasar el rato con el porque es fácil dejar atrás la timidez en su presencia a pesar de su clara falta de habla, entonces se que el chimpancé me estaba empezando a caer bien, quizá decir que lo considero un amigo es demasiado exagerado pero si me agrada, es por esa razón que le he dejado ayudarme, además tampoco soy tonta para no aceptarlo, y si, aún no confiaba completamente en ninguno de ellos pero no podían culparme, también se que nadie de aquí confía en mí, solo haré todo lo posible por mantener una relación buena con ellos, no me conviene para nada hacerlos enojar.
-Ojos Azules, tengo que pedirte un último favor antes de que te vayas- El simio pareció interesado de repente en lo que le iba a pedir pues me miró nuevamente a la cara y esperó curioso a que comenzara a hablar- Necesito que le digas a Ash que si puede venir a verme por favor, quiero hablar unas cosas con el-El de ojos celestes pareció intrigado, con el ceño fruncido simplemente hizo un asentimiento antes de salir de ahí. Poco tiempo después Ash cruzó la entrada con una mirada algo desconfiada pero aún manteniendo sus rasgos amables habituales.
-Humana... ¿Me llamaste?- Pregunta una vez ya está del todo cerca de mi.
-Si Ash, necesito pedirte un favor, ojalá puedas aceptar- Dije poniendo ojos de perrito suplicante, era algo que había aprendido siendo tan solo una niña, aunque de grande también me salvó de algunos problemas y me ayudó a conseguir otras cosas también. Ash parecía un tanto incómodo rascándose la nuca mientras hablaba.
-Si puedo hacerlo... Intentaré ayudar.
-Me gustaría que me enseñaras las señas.
-¿Era solo eso? ¿Porque no decir antes?-De pronto parecía emocionado por hacer de alguna especie de profesor, uno muy bromista he de destacar.
Pasamos el resto del día adentro practicando, de vez en cuando algún curandero venía a darme una vuelta para ver como estaba o cambiar las hojas medicinales de las plantas de mis pies lo cuál seguía siendo bastante desagradable. Ash se estaba esforzando mucho más de lo que esperaba y parecía estar tomándoselo realmente enserio, comenzó enseñándome las señas más importantes y fáciles de aprender como: "Agua", "comida", "casa", luego también siguió con varias cosas un poco más familiares, "aldea", "amigo"... "hogar". Me sorprendió cuando empezó a enseñarme como se hacía las señas de los nombres de los simios que había llegado a conocer hasta ahora, aunque no quería admitirlo estaba realmente interesada por aprender el nombre de un conocido simio de ojos como el cielo diurno, Ash pareció darse cuenta de mi sobreesfuerzo por aprender este nombre en particular pero no dijo nada al respecto, tan solo quería ver la cara de Ojos Azules cuándo se diera cuenta de que había aprendido señas, no pude evitar contener una risa.
