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Excusas y más excusas. 

—Cielo, ¿cómo va la tarea de matemáticas? ¿Las estrategias de los tutores funcionan? —le pregunté a mi hijo mayor, que estaba conmigo en la cocina mientras me encargaba de organizar todo para la cena, Altair estaba con su padre, sí, que parece que...

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—Cielo, ¿cómo va la tarea de matemáticas? ¿Las estrategias de los tutores funcionan? —le pregunté a mi hijo mayor, que estaba conmigo en la cocina mientras me encargaba de organizar todo para la cena, Altair estaba con su padre, sí, que parece que se tomó un día para ser un padre.

Scorpius evitó mis preguntas con un ligero encogimiento de hombros y una mirada esquiva—¿Tuviste una cita? —preguntó, desviando la conversación.

—¿Una cita? ¿Quién te dijo que tuve una? —Me reí un poco y le respondí con una sonrisa divertida por el cambio repentino.

—Cambia la contraseña de tu e-mail, señorito; cero siete dos cero nueve nueve— dijo y lo miró con sorpresa dejando de lado lo demás.

—No vuelvo a usar tu cumpleaños como contraseña, es increíble que leyeras mis e-mails —, hable con una mezcla de sorpresa y disgusto—Scorpius, yo te amo, pero debes aprender a respetar nuestra privacidad.— advertí a mi hijo notando que su expresión cambiaba a una mueca de disgusto.

—¿Quién es Harry?

—Es un tonto... no te preocupes — dije para calmarlo.

Iba a darle un sermón, pero en ese instante Altair entró en la cocina con la energía de un huracán, haciendo ruidos extraños que llenaban el espacio, como si quisiera motivar a un estadio entero.

—Hey, hey, nada de ruidos extraños ni corridos en casa, ¿Tu padre te compro helado antes de venir a casa? —preguntaba desesperado tratando de atraparlo para ver si era posible hacer que se quedara quieto.

—¡SÍ, uno doble de ron con pasas!— gritaba mientras seguía corriendo por la cocina. Se acercó a su hermano y, todavía gritando, le apretó los pezones en un brusco juego. Scorpius gritó, y yo ya sabía que se venía una larga lucha entre ellos.

—¡Oigan, no más pellizcos de pezón, solo tienes dos, deben aprender a amarlos y respetarlos!— grité hacia las escaleras, sabiendo que era probable que no me escucharan.

—Yo siempre lo hice— Escuché esa voz que en estos momentos me irritaba más que cualquier otra cosa.

—No debiste comprarle helado antes de traerlo a casa. ¿Cuántas veces te lo he dicho? No lo sobrecargues de azúcar. —Estaba exasperado cuando me giré para ver a mi exesposo parado en la puerta luciendo una estúpida sonrisa.

—Ay por favor, ir con papá por un helado es un recuerdo memorable para un niño— decía como si nada, como si no pasara solo cinco horas a la semana con nuestros hijos.

—Oh, por supuesto, pero si tuvieras la decencia de pasar más tiempo con ellos los recuerdos no deberían ser tan "duraderos"— hablé con toda la intención de fastidiarlo, de hecho, debería ser un buen padre.

—Pum sí, caí otra vez, es un placer pasar el tiempo contigo, Draco— dijo con ironía mientras dejaba la mochila de Altair sobre una mesa en un rincón de la cocina, lo miré con cansancio.

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⏰ Última actualización: Jul 06 ⏰

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