Cómo un suspiro de una flor, su aroma regresó. Tan lúcida como una noche estrellada, su mirada cantaba unas melodías tan llenas de colores. En su interior resonaron nuevamente unos tambores que golpeaban con fuerza; la emoción surgió a partir de lágrimas tan intensas que su ser gritaba, y así una vez más pude sentir aquella estrella.