Cuerpos celestes, tan exquisitos como dulces, tan hermosos que te dejan sin sentido alguno.
¡Oh! Pero ninguno como aquel cuerpo, tan delicado con sus rincones mágicos que al navegar te pierdes y esperas no salir.
Su aroma viaja hasta tu alma, hasta paralizarla y así se graba en tu ser.
Tan solo esperas con ansias su regreso. Ahora su ser está lleno de miedo, teme no encontrar un cuerpo como aquel, pero sus pensamientos son como telas de araña que no dejan escuchar esos colores nuevos que aparecen frente a su ser.
Está cerrado al mundo, incapaz de producir sonido alguno, incapaz de aprender, incapaz de ser él. Sus memorias vuelven a esos paraísos donde alguna vez estuvo.