That

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Si te muestro que conozco el lugar de todos. Cariño, ¿Te gustaría eso?

- ¿Por qué tendría que hacerlo, idiota? - Miró desganado al ajeno, definitivamente no tendría problemas en darle una paliza a su compañero.

Algo que aprendió de la calle es a defenderse de estúpidos como ese, además ni siquiera era su objetivo, necesitaba identificar al infiltrado de Muzan y manipularlo.

Sanemi tomó una pose de defensa, listo para atacarlo, pero lo miró extrañado porque el contrario se echó a reír por sus palabras.

- ¿De qué te ríes, pedazo de mierda? - El albino estaba fastidiado, definitivamente el tipo buscaba que lo agrediera.

Que no se preocupe, Sanemi le daría golpes gratis y las veces que quisiera. No por nada se crío en las calles, aún cuando estaba con su familia, antes de fatídico accidente en donde su madre, drogada, mató a casi todos sus hijos a excepción de Genya, el cual Sanemi pudo proteger al llevarse a la mujer lejos de él.

Ella fue encontrada tiempo después, muerta debido a una sobredosis, y sus hijos lo único que hicieron fue enterrarla junto a sus hermanos, no hubieron lágrimas, Sanemi le repetía a Genya aquello, a pesar de ser su madre, ella prefirió estar con ese hombre que les hizo daño a todos.

Cariño, ¿Te gustaría eso?

- Tienes garras, gatito. Pero lo mejor es que tengas cuidado con los demás, ellos no son tan amables.- Masachika de acercó al albino y le mostró un pequeño tatuaje que portaba entre sus dedos: una marca correspondiente a la organización.

Estaba de su lado, seguramente lo que dijo antes fue para ser escuchado y así lo dejen tranquilo. Pero no significaba que iba a confiarse del tipo que tenía frente suyo. Estaría con un ojo abierto y el otro cerrado al momento de descansar.

- ¿Qué sabes del rey demonio? - Susurró para así sentarse cerca y enfrascarse en una larga conversación.

Con el pasar de los minutos, Sanemi insultaba a los tipos que traicionaron al patrón por dejarse llevar de esos demonios. Admitía las tácticas que aplicaban los tipos esos, pero también el patrón se puso a mandar a donceles muy necesitados, al inicio colaboraron, pero después al darse cuenta que estaban arriesgando su integridad daban un paso atrás.

Esa era la oportunidad para Muzan y su banda delictiva en aprovecharse de ellos y sus debilidades, lavando las mentes de cada uno, poniéndolos a su favor, tomándolos como suyos y matándolos, sabían que eran ellos, pero los demás reos les temían, por esa razón pasaban por suicidios.

Masachika le comentó que sí, algunos de ellos abusaban de los donceles más jóvenes, delicados y temerosos. Por esa razón no lograban avanzar más y acababan con sus vidas, debido a eso los guardias dejaban esos temas de largo y como algo normal, ellos no podían estar en todas partes.

- Lo bueno es que no se te ve como un doncel, pasas demasiado a un varón. Excepto con las manos, se ven muy suaves.- Sanemi se miró las manos refunfuñando, era lo único que no pudo esconder.

Manos de ángel le decía Iguro cuando se dedicaba a peinarle los cabellos, incluso Muichiro lo llamaba así porque era tan amable en ondular los suyos y tratarlos bonito.

- Tampoco es como si anduviera tomándome de las manos con las mierdas esas.- Con un encogimiento de hombros, el albino se recostó en la cama de arriba que estaba libre, esa era la suya por el tiempo que le tocaba.

Se enteró que Masachika no tenía mucho tiempo, unos dos meses antes, fue testigo de las traiciones, la diferencia era de que Sanemi no cedió a la primera, los demás sí por miedo, entonces los dejó ser mientras los tenía vigilados.

Like that (GiyūSane).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora