Quince

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El dia siguiente fue algo parecido a tranquilo, aunque más que eso diría que incómodo. Si, fue un domingo incómodo, vacío y completamente irrelevante.
Durante la tarde decidí que era buena idea sentarme en la acera frente a la casa de Maia, con esperanza de verla al menos por una fracción de segundo. Esa fracción jamás ocurrió, al menos no hasta que el cielo se volvió naranja.

—¿Qué intentas hacer?

Una voz me despertó de mi aparente siesta improvisada, quité el cabello que tenía en el rostro y miré hacia arriba.

—¿Maia? —Froté un poco mis ojos y me acomodé los anteojos. —Eres tú?

—¿Quién más sino? —No respondí, no tenía respuesta. Había algo en su tono de voz que no me gustaba, así que bajé mi mirada de nuevo y abrace mis piernas con fuerza.—¿No me dirás qué es lo que intentas hacer?

—Quería verte.

—¿Ah, si? ¿Por qué?

—Estaba.. preocupada por ti. No lucías bien ayer cuando nos cruzamos.

—¿Me crucé contigo ayer? —Preguntó a la vez que alzaba sus cejas, incrédula.

La miré confundida ¿de qué habla? Claramente era ella, incluso tiene las mismas heridas en el rostro. ¿Por qué dice esas cosas?

—Si, ayer mientras caminaba con Ivan y Polina. Tú caminabas detrás de nosotros.

—No sé de qué hablas. —Desvió la mirada, algo no se siente bien en su tono de voz.

—¿Estás bien? —Cambié la posición en la que me encontraba con el objetivo de observarla mejor. Quise tocar su rostro pero ella se alejó casi instantáneamente.

—No te importa —La vi evadir mi mirada y chasquear la lengua. — Deja de perder el tiempo y vete de aquí.

¿Eh? ¿Es porque estoy viéndola vulnerable de nuevo? Tal vez le molesta que esté aquí, debe creer que estoy invadiendo su vida, ella odia eso.

Tomé su mano y le pregunté —¿Estás molesta conmigo?

Ella frunció el ceño y ahí logré observar esa mirada de nuevo. Era indescriptible para mí; dolor, felicidad, sorpresa. Su mirada estaba llena de gritos pero, también de susurros.

Mantuvimos contacto visual por unos momentos, yo intentaba descifrar su mirada, quería entender qué es lo que estaba pensando.
Eso hasta que vi sus ojos brillar, había lágrimas que amenazaban con descender por sus mejillas.
Lágrimas que yo no iba permitir que escaparan.

—Maia, yo..

—Vete. —Fue lo único que oí. —Eres la última persona que quiero ver.

Tal vez alguien ajeno a la situación piense "¿Qué le sucede? ¿por qué se porta así de repente?" Tal vez crean cosas parecidas, yo misma pensé eso al inicio. Pero una vez que tuve la mente fría intenté ver la situación desde otro punto de vista.

"Debe estar pasando por un gran problema."
"Me lo explicará cuando se sienta lista para hacerlo"

Pensé todo eso, porque genuinamente estaba segura de que así era. Y así fue, pero no quiero adelantarme. Todo a su tiempo. Nunca se lo reproché, tampoco traje a la luz el tema, siempre supe que existía una explicación para cada vez que se portaba extraño conmigo pues, confiaba mucho en ella.
Aún lo hago.

—Está bien, espero que tu situación mejore. Ya sabes que si necesitas a alguien, estoy al otro lado de la calle. —Dije mientras me levantaba de la acera con dificultad, mis piernas estaban adormecidas debido a la mala posición en la que me mantuve durante quién-sabe-cuánto.

Empecé a caminar en la dirección que me había traído hacia aquí, miré hacia atrás con la esperanza de que ella estuviera mirándome partir y, en su lugar, vi la silueta de Maia yendo a su casa.

Triste, continúe con mi camino. Pensé en escribirle un mensaje de texto pero me detuve ante la idea de que ella tal vez solo necesita su espacio.
De repente sentí vibraciones en mi bolsillo, saqué mi celular de este y la pantalla iluminada anunció el nombre de Sophia llamándome. Me senté en el porche de mi hogar mientras contestaba la llamada.

—¡Belle! ¿Estás ocupada hoy?

—Hola —Contesté un poco desganada, sospecho que ella lo notó. —¿Hoy? No tengo planes ¿Qué sucede?

—Debo ir al centro comercial para comprar un vestido. ¿Podrías acompañarme? Maia no contesta su teléfono y creo que de todas formas no aceptaría nunca. No le gusta ir de compras, dice que tardo mucho.

Escucho a mi amiga hablar sin siquiera detenerse a tomar aire, me impresiona que tenga tanta energía cuando interactuamos.

—Está bien, de todas formas tengo ganas de comer fuera hoy. ¿Te parece que nos encontremos allá en dos horas?

—¡De acuerdo! En dos horas nos vemos. Aprovechemos esta ocasión para hablar de lo que es importante. — Eso fue ¿seriedad en su voz? —¡Y debes ayudarme a escoger mi atuendo! Lo usaré para una ocasión importante, ¡de eso depende si consigo o no un novio!

—¿Irás a una cita?

—Y no a cualquiera, Ivan me consiguió una cita con uno de sus amigos ¿puedes creerlo? Soy muy afortunada por tener oportunidad. Debo dejar una buena impresión. — Solté una risa amarga, ella no tiene remedio. —Ivan está haciendo las cosas bien esta vez, en serio espero que Maia lo perdone.

Aquí vamos de nuevo con comentarios que parecen decir algo pero no hacen más que sembrar dudas en mí. Cambio la posición en la que me encontraba sentada y acomodó mi cabello detrás de las orejas para asegurarme de escuchar todo a detalle.

—¿Perdonarlo por qué?

Ella parece darse cuenta de que soltó información que no debía, pues puedo jurar que hasta el otro lado de la línea logré oírla cubrirse la boca.

—No se supone que lo sepas por mí, Ivan cometió un error y Maia no lo ha perdonado. Fue hace tiempo pero, creo que ella lo culpa de algo que sucedió.

Escucho en silencio con la esperanza de que Sophia agregue más información con la que logre despejar al menos una de mis tantas preguntas y ella continúa.

—Maia cree que por su culpa... ella se fue. —Y hace una pausa, como si estuviera pensando en qué o en cómo decir las cosas. —Fue duro para todos pero lo fue más para ella, así que la entiendo. Claro que puedo entenderla, pero no justificarla. Ivan no tuvo la culpa pero ha sentido que si todo este tiempo.

—¿Cómo lo sabes?

—Ivan.. No era como lo conoces ahora. Nunca fuimos cercanos como ahora pero por lo que podía notar.. Él no era la clase de persona que se disculparía jamás. Supongo que su cambio de actitud es señal de que le dolió mucho.

—¿Con decir ella no está te refieres a la chica con olor a jazmín?

—¡Oh, tienes buena memoria! Es ella. —No supe qué contestar, la conversación tomó tintes muy serios y oscuros de forma repentina y toda esta era información nueva, información que debía procesar. —Creo que no es buena idea hablar por teléfono sobre el tema. No puedo prometer que contestaré todas tus preguntas pero, si unas cuantas cuando nos encontremos en el centro comercial ¿si?

—Me leíste la mente, está bien.

—Pero Belle, por favor no juzgues a ninguno. Ambos cometieron errores y ambos pagan las consecuencias de sus acciones todos los días. Solo que, empiezo a creer que también cargan con culpas que no les corresponden

—Eso es algo.. muy profundo para decir.

—¿Tú crees? —La oigo reír —Supongo que a mí también me chocó un poco el tema. Pero ya basta, debo irme. ¡Te veo allá!

—Está bien, gracias Sophi. Te veo allá.

Sentir sin sentir Donde viven las historias. Descúbrelo ahora