CAPÍTULO II

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Pasaron los años y a pesar de vivir en semejante hipocresía, no me sentía incómodo con ello, lo hacíamos de vez en cuando, pero nada más, luego de esos eventos todo continuaba como siempre, nunca pensé en marcharme como mis hermanos, claro que tenía que soportar una cena con mis padres más los amantes de ambos, pero era algo soportable y los cuatro hacíamos lo mismo, todos nos ignoramos entre todos, siempre que terminaba la comida o la cena podía hacer lo que quisiera, por lo general me iba a mi cuarto mientras que otras veces salía para causar un poco de disturbio, pero nada grave o bueno no tan grave.

¿Alguna vez has sentido miedo? Pero no me refiero al miedo a la oscuridad, ni a la soledad, ni a ninguno de esos miedos, me refiero al miedo que no sabes por qué tienes miedo, los humanos lo pueden llamar, corazonadas, es raro porque yo no posee un corazón para vivir, más bien no tenía miedo sino curiosidad. . . , una noche no quería regresar a casa, no sabía por qué, pero quería quedarme por fuera el mayor tiempo posible, ¿quieres que te dé un consejo? SIEMPRE que sientas algo así, haz caso, a tu corazón o instinto, o a lo que sea que te lo diga, yo hubiera deseado nunca haber vuelto a mi casa ese día fue lo más sorprendente e impresionante, podía mirar como Sloten sostenía una arma blanca, era muy blanca y tenía retoques dorados, a primera vista era hermosa, me encanto lo elegante que se miraba, pero mi vista fue dirigida a donde estaba apuntando la pistola, esta estaba mirando para el suelo, baje la mirada y encontré una Wonth tirada en el piso todo su pecho estaba agujereado y se miraban rayos de luz atravesando la habitación, volví mi mirada hacia el arma y mis ojos se abrieron con sorpresa al mirar como ahora, esa misma arma que me parecía hermosa, apuntaba hacia mi direcciónEn ese momento relajé la mirada, no sentía miedo, aunque bueno, siendo sincero, me gustaría haber recibido un disparo para saber que se siente, di un paso adelante, estire los brazos a los lados y embosque una gran sonrisa.

-¿Qué pasa Stolen? ¿No reconoces a tu hijo?

-Yo no tengo hijos y menos a un bastardo como vos

-Auch, tus otros hijos se ofenderían si escucharan eso, ¿no crees?

-Esta maldita perra me engaño, ninguno de ustedes son mis hijos

Mi sonrisa nunca se fue, incluso la hice más grande y bajé las manos

-¿En serio creerías que un vejestorio como tú podría dar hijos tan guapos? Si esas perras que andan contigo solo quieren tu poder y al parecer una ya lo logro, ¿quién fue? ¿La pelinegra? ¿O la rubia?

-¿Y tú lo sabías y no me dijiste nada?

-No jodas, ¿ahora tienes sentimientos? ¿Te sientes traicionado? No entiendo tu odio o tu enojo, nunca se hicieron responsables de ninguno de nosotros, Shety era la que se encargaba de cuidarnos hasta que se marchó entonces ¿por qué tu rabia?

-¡Me sacrifiqué!

-¡¿Te sacrificaste?! ¡¿Tú?!- solté una carcajada- ¡¿en qué?! ¡¿en vivir que una mujer que no amas y que a ella le importara una mierda si estabas con más mujeres?! ¡Siempre hacías la mierda que querías hacer, como todos nosotros, entonces, ¡¿en qué mierdas te sacrificaste?!

Por más que pasaba el tiempo Stolen no hablaba, solo me miraba, entonces decidí volver a hablar

-¿Sabes quiénes se tuvieron que sacrificar? ¡Nosotros! Tuvimos que ser castigados por un ser divino que ni siquiera sé que si existe o no y nos castigó dejándonos en este maldito infierno, ustedes, Tú y Wonth fueron los malditos humanos que pecaron y por eso están en este maldito lugar, ¡Yo no tuve una vida humana y vine a pagar esta mierda por su maldita culpa! Tú tenías elección y la cagaste, no vengas a joderme a mí si te oculto algo o no

-Vas a morir

-¿Y? ¿Qué se supone eso? Ya estoy en el maldito infierno, a donde más podría ir, ¿al cielo?

Mire como Stolen quitaba el seguro de la pistola mientras yo seguía ahí con mi gran sonrisa, espere el sonido y el dolor en alguna parte de mi cuerpo, pero nunca llego, al contrario, se escuchó como la bala se estrelló contra el techo, me sobresalte un poco, pero me mantuve firme

-¡No eres su maldito hijo, pero si eres el mío, así que deja de hacerte el valiente y lárgate de aquí!- Wonth le había quitado el arma a Stolen y me miraba sin ningún tipo de expresión

-¿Preocupada?

-Como no eres una maldita mujer te lo voy a tener que explicar, para que los malditos bebes nazcan, tenesmos que sufrir y no es una linda sensación y no pase casi toda una maldita noche pariéndote para que un maldito vejestorio te matara- volteo a mirarme aunque seguía pendiente de Sloten- a tus cinco años me dijiste que querías ver qué hay aparte de los anillos del infierno, lárgate al sur y encontraras a un viajero que te llevara a la superficie de los anillos, si subes otro poco puedes salir de aquí, ten cuidado, a Cerbero le gusta comer carne joven, lárgate, sacrifícate por alguien, llora, sufre y luego puedes volver aquí a morir y no te preocupes si tienes suerte vas a encontrar a muchos otros seres que tengan armas iguales y que les encantaría dispararte, pero si te atrapan ni se te ocurre decir que eres mi hijo

Nunca más volví a ver a Wonth después de eso, no sé quién de los dos murió o si murieron ambos, por primera vez le hice caso y me largue de ese lugar, no fue difícil con buena mercancía, logre llegar hasta un bosque, era la primera vez que miraba uno, todo era... Horrible, había demasiados olores, pero no había nadie cerca, trate de mirar al rededor, quitando el olor, la vista era muy linda, nunca había visto árboles tan altos, había un Cielo hermoso y había muchos puntos en este que brillaban, unos de forma más fuerte y otros de forma más leve

Recordé en ese momento que el demonio/hombre, nunca le pregunté que era, me dijo que no podría mostrar mi verdadera forma, ya que los humanos podrían asustarse, cambie de forma y me convertí en un hombre, naturalmente guapo, mi cabello, en ese entonces tan negro como la noche y mi piel morena me terminó gustando, elegí un tono más bien común, ni muy claro como la luna, pero tampoco tan negro como la noche había cierto equilibrio que me terminó gustando más

Escuche unos pasos detrás mi y poco después una pequeña luz se hizo presente

-¿qué haces aquí?

Era... no sabía qué o quién era, traía una bata negra cubriendo todo su cuerpo y como si fuera poco tenía una máscara muy extraña en la cara, parecía una cabeza de un pájaro, siendo sincero me causó mucha risa, pero trate de disimularlo mirando a mí alrededor

-¿Estás perdido? No te preocupes, soy doctor, que no te asuste el traje, ven conmigo, te puedo ayudar y dar un poco de ropa

Baje la mirada, claro, me había faltado la ropa, con razón sentía más frío que antes, no dije nada y lo empecé a seguir

Es gracioso como muchas personas te dicen, no te vayas con alguien que no conoces porque puede ser peligroso para ti, pero ¿y si el verdadero peligro eres tú? ¿Quién salva al desconocido que se atrevió a hablarte?

Mi Ángel caídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora