1. Un desastre llamado Dereck

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Corrí a través del campus tan rápido como pude, siendo seguida por dos de los guardias de cerca. Estaba jadeando pesadamente, porque no era fácil correr a través de tres facultades y de vuelta.

Mirando a lo lejos el tumulto de personas, giré la cabeza y señalé a ambos guardias.

—Es ahí —les dije.

Ellos no contestaron, en cambio, aceleraron el paso, rebasándome en unas pocas zancadas. No pude evitar hacer una mueca, porque me acababa de dar cuenta de que la única razón por la que iban detrás de mí, era probablemente para que les mostrara el camino exacto.

Ambos guardias comenzaron a hacerse espacio entre el tumulto de estudiantes y los perdí de vista en solo unos segundos; cuando también llegué hasta ellos, no me preocupé mientras empujaba a quien sea que se atravesara en mí camino para también hacerme espacio y poder llegar al centro del gentío.

Vi como ambos guardias separaban a los chicos, que no dejaban de lanzar golpes el uno al otro. Mis ojos se posaron en la cara conocida, frunciendo el ceño cuando vi la sangre que se escurría desde su labio reventado y su ceja izquierda. Mirando entonces al otro chico, una mueca se formó en mis labios, porque madre mía, el pobre ni siquiera podía mantenerse en pie. Toda su cara estaba magullada, había polvo y pasto en esta y su cabello; su ropa estaba desordenada, de hecho, la playera que llevaba estaba rota en el cuello.

Suspirando, no pude evitar presionar mi frente con la palma de mi mano; devolví la mirada hacia él justo a tiempo para ver cómo se limpiaba la sangre de la barbilla con un brusco movimiento en el dorso de su mano.

—Eres realmente idiota, Dereck —acusé, él frunció el ceño, desviando la mirada.

Hora y media después, ambos salimos de la oficina del director. Estaba enojada, pero aliviada a la vez, porque Dereck era un imbécil, pero uno con suerte. Esta vez se había escabullido con nada más que una advertencia, porque algunos alumnos habían comenzado a grabar la discusión en algún momento.

Tuve que pedirles los vídeos cuando me di cuenta de que lo hacían y solicitar el testimonio de algunos de los presentes, de forma que quedó claro que no fue él quien inició la pelea, en realidad, intentó evitarla. Eso, hasta que el otro chico lanzó el primer golpe y le reventó el labio.

Hablando del otro chico, este tuvo que ser cargado hasta a la enfermería para ser tratado después de la paliza que su estúpido amigo le dio. El propio Dereck fue brevemente atendido antes de que lo arrastraran hasta la oficina del director y como era habitual y evidente, tuve que seguir sus pasos para tratar de arreglar su desastre.

Solo me quedaba rogar porque el otro chico no presentara una denuncia o alguna mierda como esa, aunque por la evidencia, tendría las de perder.

Mirando en su dirección mientras caminábamos por el pasillo, no pude evitar la pregunta por más tiempo.

—Esta vez, ¿exactamente que pasó?

Dereck me miró por el rabillo del ojo al tiempo que sacaba su celular para ver sabrá Dios qué.

—Deberías saberlo, es lo mismo de siempre —contestó. Rodé los ojos.

—Y, ¿entonces por qué lo sigues haciendo?

—Eso también es algo que sabes —aseguró haciendo una mueca que fue seguida de un siseo de dolor, probablemente por el tirón de su labio lastimado.

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⏰ Última actualización: Jul 07 ⏰

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