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Sunoo trabajaba en una pequeña juguetería que había en la pequeña plaza que estaba cerca de su casa, dónde trabaja desde no muy temprano en la mañana hasta dos horas después del almuerzo.

Realmente amaba trabajar en esa juguetería, le gustaba ver a los pequeños niños emocionados caminando alrededor de la tienda, escogiendo juguetes con sus ojos brillando felices, echando ayudas carcajadas al aire y lindas sonrisas. A menos, claro, que sus padres le nieguen sus juguetes, y empiecen a llorar y a gritar, sus tiernas voces volviéndose cada vez más irritantes y odiosas, sacando eso, Sunoo realmente amaba trabajar allí.

Lamentablemente, su trabajo ahí, ya no cubría todos sus gastos, no desde que sus padres le dieron la espalda por ser gay, diciéndole que ya no era su hijo, que se olvidara de la universidad y de que pagaran la mitad de la renta. Había tenido que dejar la universidad de lado y con ella, su sueño de ser un reconocido diseñador.

Por suerte, le gustaban los niños, le gustaba cuidarlos por muy tedioso que fuese en ocasiones y por eso, había estado buscando trabajo como niñero, su jefe permitiéndole colgar algunas hojas fuera de la tienda. "Se busca trabajo como niñero, adentro más información". Eso es lo que había puesto en las hojas, junto a muchos dibujitos de biberones, corazones y flores, además de su número telefónico.

Muchas de las veces que llamaban o entraban a la tienda buscando información, eran mujeres ocupadas y sin tiempo para sus hijos, que preguntaban una vez y después ya no volvían, porque seguramente encontraron a otra persona. Recordaba perfectamente como una de ellas le había dicho que al ser hombre, no sabría cuidar de un niño, lo cual le indignó mucho. ¿Qué se creía? ¡Llevaba años cuidando de sus pequeños primitos! ¡Estaba seguro de que podría ser mejor madre que ella!

Volviendo al presente, se encontraba en la
tienda, facturando los juguetes que se estaba llevando una señora mayor.

—¡Adiós! ¡Que tenga un lindo día! —se despidió de la señora agitando la mano, quien le sonrió antes de salir de la tienda.

La tienda estaba casi vacía de no ser por él y otra compañera de trabajo cuando un alto chico entró, hablando por teléfono, con un lindo niño de no más de cuatro años en sus brazos.

—Vamos Heeseung, ¡Es prácticamente tú sobrino! ¿Qué te cuesta cuidarlo por hoy? —escuchó la conversación, de todos modos el alto no estaba siendo discreto. —Sabes que no puedo llevarlo a la empresa... Te dije que su niñera renunció. —en ese punto, Sunoo había formado una sonrisa en sus labios, viendo la oportunidad perfecta.

—¡Noona! ¡Ven! —gritó, llamando a su compañera, quien de inmediato llegó hacia él.

—¿Pasa algo? —preguntó.—¿Vas a ir al baño?

—¿Qué? No, es solo que acabo de encontrar la oportunidad perfecta para ser niñero. —señaló al cliente que desaparecía por uno de los pasillos, con el niño en brazos.

—Oh~, bueno, yo me quedo aquí. —dijo refiriéndose a la caja registradora, el puesto de trabajo del bajito. Cuando ella terminó de hablar, se dirigió al pasillo por el que se había ido el chico, el cual ya no se encontraba con el niño en brazos, sino que observando al infante, cuidando de que no hiciera ningún desastre.

—¡Papi mira!—dijo levantando una caja con un dinosaurio dentro, presionando un botón que hacía el mismo rugir. El niño río, haciendo sonreír al bajito enternecido. —¡Hace rawr!

—¡Wow! ¡Fantástico! —su padre fingió estar sorprendido. Pasaron unos minutos hasta que Sunoo se acercó.

—Esto... ¿Se le ofrece algo? ¿Su bebito quiere algo en específico? —preguntó, dándose cuenta que había soltado una palabra poco profesional, aunque vamos, trabajaba en una tienda dedicada a niños. El contrario sonrió.

—Mmm... La verdad no sé qué está buscando, pero creo que le gustó el dinosaurio. —vió a su hijo, que caminaba por el pasillo con la caja del dinosaurio entre sus cortos bracitos, abrazándola y reclamándola cómo suya.

—Ya veo... —el peligris ni siquiera sabía cómo sacar el tema de lo de la niñera, así que solo habló. —Yo escuché su conversación, ¡Fué sin querer! Se lo juro, fué inevitable. —se excuso antes de al menos terminar de hablar. —Bueno, esto... La cosa es que escuché que necesita a alguien que cuide de su hijo y yo, bueno, estoy buscando trabajo como niñero, por si a usted le interesa.

—Oh, bueno, ¿Tienes experiencia? —el bajito asintió fervientemente.

—Sí, sí, yo cuidaba todo el tiempo a mis primitos, eran chiquititos, como su hijo. —habló entusiasmado. —Si me contrata no se arrepentirá, hay personas que odian a los bebés pero yo los amo, trataré muy bien a su bebito porque es muy lindo y tierno. —Sunoo terminó de decir lo que tenía que decir con una sonrisa, sus ojitos cerrados. El alto volteó la cara, reprimiendo una sonrisa.

—Bueno, podría ver si te acepta.

—Mmm... ¿Su esposa? —preguntó Sunoo curioso.

—Ah, no, hablo de Hyeongjun, mi hijo, mi novia murió en el parto. —dijo, como si nada.

—Oh, yo lo siento, no era mi intención, no quería... Lo siento. —bajó la cabeza, apenado.

—Tranquilo, no pasa nada.

—¡Papi! ¡Mira, mira! ¡Ven! —ambos se dirigieron hacia donde la voz del niño se encontraba. La razón del llamado del pelinegro, es debido a uno de esos autos tamaño bebé, solo para bebés.

—¡Wow! ¿Lo quieres? —preguntó y el niño asintió. Sunoo supo que el tipo probablemente vivía una vida mejor que la suya, en cuanto a económicamente hablaba, porque esos carros no eran baratos ni mucho menos. —Mmm... ¿También quieres al dinosaurio? —el niño volvió a asentir, montándose en el carrito sin techo. Sunoo sonrió viendo al bebé, que de repente se había fijado en él.

—¿Quién es? —preguntó el bebé señalándole.

—Él es...

—Sunoo. —sonrió, percatándose de que en ningún momento le había dicho su nombre.

—Él es Sunoo, te va a cuidar, desde hoy. —el nombrado le vió sorprendido, en ningún momento acordaron eso, aunque para él realmente no había problema, de todos modos, su turno acabaría dentro de un par de horas.

Sunnie, Sunnie, Sunnie. —el niño repitió el nombre del que sería su niñero.

Sunoo sonrió al niño, que movió sus manitas, saludándolo.

—Mi turno acaba a las dos, no tiene problema con eso, ¿Cierto? Solo puedo después de las dos.

—Oh, sí, tranquilo, de todas maneras te necesito a las tres y media en mi casa. Y por cierto, me llamo Sunghoon, Park Sunghoon.

El alto se fué junto a su hijo después de haberle dado su dirección a Sunoo e intercambiando números con el mismo, quién esperó la hora en la que se acababa su turno pacientemente.

A Babysitter And A Single Dad || Sungsun Donde viven las historias. Descúbrelo ahora