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Sunoo estaba nervioso. No era normal que se acostumbrara a estarlo, pero desde que había conocido a Sunghoon, sus días eran puros nervios, manos sudadas y ese tic suyo que lo hacía sacudir sus manos en sus pantalones.

El ahora pelinegro, mientras su hyung trabaja, había ido a visitar a los padres de este, acompañado, obviamente, de su hijo. Hyeongjun estaba en el sofá de esa acogedora cada viendo TV, mientras, su padre y abuelos estaban en la mesa, tomando café.

—¿Cómo estás, Sunoo? Es un poco extraño verte por acá sin Sunghoon. —habló la mujer, con su típica y reconfortante sonrisa. Él bebió un poco de su café.

—Bien, bien, gracias por preguntar, señora, ¿Ustedes? Espero que también estén bien. —dijo, evitando un poco el tema, realmente, sin querer.

—Estamos bien, pero no evites el tema, Sunoo. —le dijo el mayor y el abrió su boca, quedándose así unos segundos. —Cierra la boca. —rió. —No debería sorprenderte, Sunghoon habló mucho de tí y ya ha pasado mucho tiempo que nos conocemos.

—Bueno, es cierto, lo siento. —el también se rió un poco.

—Solo dilo, cariño. —la mayor le sonrió para luego tomar de su bebida.

Suspiró. —Bueno, ¿Cómo digo esto? Hace casi dos años conozco a hyung hace casi dos años en los que, también, he sido feliz como nunca. —dejó de hablar y pensó con que seguiría. —No sé si lo saben, pero yo amo mucho, muchísimo, a hyung, obvio, también amo demasiado a Hyeongjun, los adoro con mi vida, no sé qué haría si algún día ya no los puedo ver o algo así, se han vuelto la razón de la felicidad que perdí hace tiempo, en algún momento. Voy a decirlo, quiero estar el resto de mis días con hyung, quiero que sea lo primero que vea al despertar y lo último que vea al dormir, toda mi vida, quiero poder dar de comer a Hyeongjun todo el tiempo que queda hasta que ya no lo necesite, aunque falte poco para eso, ya tiene cinco años, al igual que ponerlo a dormir y que nunca me deje de ver como su padre, quiero ser feliz y, con ellos, está mi alegría. —jugó con la taza de café en sus manos un poco. —Yo... He investigado, he preguntado por aquí y allá, el matrimonio igualatorio, entre hombres o entre mujeres, aún no es legal. Amo a hyung y no hay nada en el que me haga dudar que él también me ama a mí, por lo que, pienso yo, no necesitamos un acta que diga que estamos unidos, después de todo, no tengo pensado que eso cambie. Sé que probablemente ustedes hubiesen querido ver a su hijo casarse y lamento que conmigo no sea posible, yo también hubiese querido, quiero, tener una boda y poder ser una pareja legal, aún así, eso no me ha detenido de ahorrar y comprar esto. —hurgó un poco su bolso hasta encontrar y sacar una pequeña cajita negra, la cual abrió y mostró dos anillos. —Los compré hace unas semanas, pero quería asegurarme de que no se arrepentían de integrarme a su hermosa familia.

—Dios mío, Sunoo, yo... —empezó la señora, tapando sus labios con su mano. —Estoy tan feliz de que des este paso, eres tan valiente, te quiero mucho, lindo, nunca me arrepentiría de darte un lugar en nuestra familia. Simplemente se nota que amas a nuestro hijo y eso no ha cambiado nunca, no soy quien para impedirles, unirse oficialmente y quitarles la felicidad. —Sunoo sonrió y tomó la mano de la mujer, luego miró al esposo de esta, esperando que también dijera algo. Rió.

—Ay, sabes que estoy de acuerdo, ustedes son felices juntos, no me importa, sean felices.

—Muchas gracias, en serio. —entonces, el pelinegro rodeó la mesa y se puso tras los mayores, dándoles, de alguna dificultada manera por el respaldo de las sillas, un abrazo. —Los amo.

—Y nosotros a ti.

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Iba en el auto, después de un par de horas, volvería a su hogar, su niño, en los asientos traseros, dormía tranquilamente.

Cuando llegó, las luces de la casa estaban encendidas y el auto del mayor se encontraba en el garaje, por lo que, Sunghoon ya habría llegado. Quitó su cinturón de seguridad y bajó del auto para, seguido, rodear el auto y hacer lo mismo con su hijo. Cuando estuvo frente a la puerta de su casa, tocó la puerta.

—¿Dónde estabas? Me preocupé. —fué lo primero que escuchó cuando la puerta fué abierta.

—Buenas noches, y lo siento. —hizo un puchero y fingió llorar. El mayor tomó en sus brazos a su pequeño durmiente y el se deshizo de sus zapatos, acomodándolos en ese pequeño espacio. —Visité a tus padres, tenía que hacer algo.

—¿Mmm? ¿Qué hiciste? —le dijo, ambos dirigiéndose al segundo piso, a la habitación que compartían.

—Sorpresa. —soltó, comenzando a desvestirse para ponerse algo más cómodo.

—¿Qué es? —acostó a Hyeongjun en la gran cama con cuidado.

—Mmm... No sé, ¿La quieres ahora? —y ahí estaban de vuelta, los nervios, al igual que la emoción y la expectación.

—Sí, bueno, tal vez. —el alto le abrazó por detrás, reposando su cabeza en su hombro derecho, también besó un poco su cuello y su mejilla.

—Bueno, pero espera acá, está en mi bolso. —se separó rápidamente, apenas dándole tiempo al mayor para enderezarse, por lo que se tambaleó un poco. Cuando volvió el pelinegro traía algo en su mano, algo que no pudo ver ya que este de acercó rápidamente a él y le abrazó, poniendo sus manos por la nuca de Sunghoon. —Estoy nervioso. —sonrió.

—Uhh, ahora yo también. —el mayor correspondió su sonrisa y también lo abrazó, rodeando su cintura con sus brazos.

—Bueno, hyung, cariño, usted sabe que lo amo, con toda mi vida, tanto como amo a nuestro hijo, los amo a ambos porque son mi todo, simplemente no he sentido este amor que siento por ustedes, por usted, con otra persona, tanto así que, si existiese esto del amor predestinado, usted sería, sin duda, mi destino, aunque ahora no pienso muy diferente. —el abrazo se apretó un poco más, ambos con sus cabezas sobre los hombros del otro.—¿Se acuerda? ¿Cómo hace dos años me pidió ser su novio? Ese día estaba sorprendido, yo pensé que sería el que daría el primer paso porque, en ese entonces, usted era muy vergonzoso. Bueno, hoy, ahora, en este momento, quiero dar el segundo paso. —Sunoo, con cuidado, abrió la cajita, agarró uno de los anillos y se lo puso, admirándolo relucir orgulloso en su dedo anular unos segundos antes de seguir hablando. Se separó lentamente del abrazo, dejando ver a su Sunghoon la cajita y el contenido de esta. —Las palabras no son, nunca serán suficientes para describir lo mucho que lo amo y lo tanto que agradezco que haya parecido en mi vida, por eso mismo, me quiero quedar siempre a su lado, quiero ser el causante de todas sus sonrisas y su felicidad, justo ahora, es mi mayor deseo, al igual que la de nuestro niño, claro, pero esa quiero que sea de parte de los dos. —rió y tomó la mano izquierda del alto. —Hyung, ¿Me haría el honor de aceptar estar a mi lado, cómo yo lo estaré al suyo, el resto de tiempo que nos regale la vida?

—Dios, Kim Sunoo, incluso me ofende que preguntes cuando la respuesta es, evidentemente, positiva, en mi vida tendría el valor de rechazar a una de mis más grandes fuentes de felicidad. —fué entonces que, recién, el pelinegro se dispuso de poner, en el dedo anular del mayor, el anillo. —Te amo.

—Yo más, hyung, lo adoro. —volvió a rodear el cuello ajeno y pegó, casi bruscamente y casi desesperadamente, sus labios.

Hubiesen continuado de no ser por el niño en la cama.

FIN



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Que bonito todo🥹
Gracias por acompañarme en esta historia tan bonita 🫶🏼
Habrá un extra que subiré mañana, les quiero 💕

A Babysitter And A Single Dad || Sungsun Donde viven las historias. Descúbrelo ahora