1.Buenos días!

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El sol se alza en el horizonte mientras los primeros rayos de luz acarician la ladera de la montaña, marcado el inicio de un nuevo día; mientras las aves empiezan a cantar su sinfonía habitual recibiendo con jubilo el amanecer en el bosque.

Mientras tanto, en la ladera de la montaña, cerca de la cima, unos edificios de diseño rústico y algunos campos de cultivo en terraplenes se alzan en la montaña recibiendo los rayos de sol en sus muros y vallas blancas, cuando un gallo se oye cantar anunciando con su melodía el despertar.

En medio del rancho, se alza una casa de piedra blanca de 2 pisos de diseño rústico con techo de teja de arcilla, adornada con bellas flores y plantas por todo el edificio

En uno de los balcones, una ventana abierta se hace notar, mostrando una habitación de la que se oyen unos ronquidos leves, pero audibles, en cuya cama un ser de gran tamaño descansa con un gran sueño

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En uno de los balcones, una ventana abierta se hace notar, mostrando una habitación de la que se oyen unos ronquidos leves, pero audibles, en cuya cama un ser de gran tamaño descansa con un gran sueño... Y bastante pesado.

De pronto, la puerta de la habitación se abre estrepitosamente, de la que aparece una linda y adorable niña pequeña de cabello rubio y ojos azules, corriendo hacia la cama con una gran sonrisa en sus labios.

De un salto sube a la cama y comienza a dar saltos tratando de despertar a quien sea que yace bajo las mantas.

-¡Arriba abuelo! ¡Ya salió el sol!- grita la niña.

-mmm... Un ratito más...- vocifera el ser en la cama con una voz grave y noble.

-¡No! ¡Levántate abuelo! ¡Me prometiste que hoy me llevarías al pueblo!- exclama la niña mientras hace un puchero.

-*suspira* Bueno, ya qué... *quejidos*- dice el anciano mientras empieza a levantarse.

Cuando las mantas caen, el hombre de avanzada edad se frota los ojos y se mueve el cuello aún con un poco de sueño, y con un poco de lentitud se sienta al costado de la cama.

La niña, que ya se había bajado de la cama se pone frente al anciano, el cual se pone con dificultad unas sandalias de cuero.

-¡Vamos abuelo! ¡Ya quiero ir al pueblo!- exclama de nuevo la niña.

El anciano se levanta con pesadez luciendo una notable barriga que apenas es cubierta por la playera blanca sin mangas del anciano, y viendo el rostro de emoción de la niña, hace una ligera sonrisa.

-Bueno, pero primero hay de desayunar y hacer los deberes del rancho, María, que no se te olvide que los animales van primero- dice el anciano con tranquilidad.

-¡BUUU! ¡Es aburrido hacer lo mismo todos los días!- refunfuña la pequeña María.

María sale corriendo de la habitación hacia una puerta en el pasillo con un letrero adorable que tiene su nombre, por la cual entra con cierta dificultad.

Al anciano por su parte sale de su habitación hacia al baño de al lado, entrando con los ojos entrecerrados por el sueño.

Dentro, el anciano va hacia un espejo y un lavabo que se hacen notar enseguida, abriendo el grifo y empezando a lavarse la cara con agua fría para despertar por completo.

Luego de terminar de lavarse la cara y secarse con una toalla que estaba al lado, el anciano alcanza a ver su reflejo en el espejo, mostrando unos rasgos porcinos bastante evidentes, acompañados por algunas cicatrices faciales y el pelo canoso de su barba y bigote.

-Vaya... Cómo pasa el tiempo- se dice el anciano a sí mismo mientras se toca la cara.

-¡Abuelo! ¿Ya terminaste de usar el baño?- pregunta la pequeña María al otro lado de la puerta.

-¡Voy saliendo!- responde el anciano de rasgos porcinos.

"Un poco después..."

Luego de arreglarse y vestirse para el día a día, el anciano y la pequeña María bajaron a la planta baja de la casa directo hacia la cocina para desayunar.

Estando ahí, la pequeña María se sentó en un banquito alto junto a una mesa mientras el anciano se dirige a una especie de horno de leña.

-¿Que vas a querer para desayunar María?- pregunta el viejo.

-¡Panqueques! ¡PANQUEQUES!- Responde emocionada la pequeña María.

-¿Que no desayunamos panqueques justo ayer María?- pregunta de nuevo el anciano.

-¡Adoro los panqueques!- responde con orgullo María.

-*inhala profundo* bien, pero mañana vamos a desayunar otra cosa, ¿Está bien?- afirma el anciano.

-¡Muy bien!- exclama la pequeña María.

El anciano se acercó al horno de leña, y levantando un dedo, un círculo mágico apareció en el dedo levantado, del cual una pequeña llama surgió del círculo mágico para después encender el horno.

"Otro momento después..."

A las afueras de la casa, la puerta principal se abre para después salir el anciano y la pequeña María, vestidos con ropa de trabajo para empezar la jornada, y contemplando el cielo despejado, la pequeña María le habla a su abuelo con una sonrisa en sus labios.

-¡Oh! ¡Casi se me olvida!... ¡Buenos días Abuelo! jejeje...-

Nota del autor:

¡Hola gente! Soy Marshal Alex, autor de Piglin Life, estoy contento por finalmente empezar este proyecto que tenía en mente desde hace varios meses, planeando e imaginando la historia desde cero.

Aunque es posible que en el transcurso de la obra haga modificaciones a la trama o los personajes, mantendré lo mejor que pueda la coherencia y cohesión de la misma.

¡Hasta la próxima!

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