Los Guardianes del Alba Vol.1

CAPITULO 8.- EL JAGUAR Y LA SERPIENTE, UNA BATALLA MITOLÓGICA

Después de todas las emociones encontradas; los muchachos se encontraban un tanto agitados; Leo se sentía un tanto intrigado, el hablar de su madre le avivo el deseo de verla de nuevo. Además de que ahora empezaba a sentir empatía por Izel, su plática anterior en verdad cambio la manera en que él la veía. Por su parte, Roy seguía un tanto desanimado; pues a pesar de que si era de esperarse un rotundo rechazo; lo cierto es que eso no significa que duela menos. Any en cambio se hallaba confundida, no sabía exactamente porque se había sentido así; aunque aún con eso trató de poner su mejor rostro; no le resultaba sencillo, pero al menos intentaba.

Se llego finalmente el día; la ceremonia del Fuego Nuevo; un ritual tan antiguo como la civilización, hecho en honor al dios del tiempo y el fuego Xiuhtecuhtli. Es en este día, que se conmemora cada 52 años, cuando se realiza el ritual y además; a la mañana siguiente se otorga la graduación directa de 2 estudiantes, quienes luego de pruebas y combates demuestran que son los más destacados de su generación; a su vez entre ellos 2 ha de haber una lucha para que el vencedor se proclame con un rango alto directo en el ejército.

Todo comenzó desde temprano con todo el mundo quemando adornos y otros instrumentos de culto pequeños; e incluso sus pertenencias viejas. Sus casas eran limpiadas y ordenadas, una vez hecho esto el fuego en toda la ciudad se apagaba. Al atardecer el Sacerdote principal y los demás sacerdotes se caracterizaban de divinidades y caminaban en procesión, Leo, Any y Roy iban con ellos; pues al ser "Dioses" debían representar su papel como tal. Mientras la procesión avanzaba hacia el templo del Sol, todos observaban desde el techo de sus hogares a la espera del encendido de la hoguera.

Una vez en la cima; y luego de haber practicado durante el trayecto varias veces, el Gran Sacerdote finalmente prendía fuego a la Hoguera principal, y una vez hecho esto el fuego era distribuido por corredores a todos lados y así en medio de la noche; era tal la cantidad de lumbres que parecía de día. Para la mañana siguiente todos se ponían ropas nuevas, y redecoraban todo además de permanecer en ayuno, sin agua ni más comida que amaranto con semillas y miel; dicho ayuno se rompería hasta el mediodía.

Pasado el mediodía, todo el mundo ya feliz y normalizado se encontraba reunido en la gran cancha del juego de pelota; pues más allá de los problemas que cada uno puede tener la triste verdad es que el mundo no para de girar; es entonces que después de unos arduos 3 meses, donde los jóvenes dioses se hallaban mejor adaptados; siendo alumnos destacados; cada uno en distintos rubros; pues mientras Leo era sin dudas el mejor en cuanto a clases teóricas, Roy se estaba desenvolviendo en los entrenamientos físicos. El tridente lo completaba Yaotzin; quien en manejo de Tonalli era el indiscutido número 1. Al igual que ellos, los demás miembros del Telpochcalli se encontraban presentes; y evidentemente también se hallaban presentes los rivales, los estudiantes del Calmécac.

Entre ellos parecía destacar uno; un tipo con vestimentas de jaguar, cabello castaño largo en medio, pero corto a los lados; así como una trenza en el lado izquierdo, lucia bastante varonil y atractivo; de hecho, todas las mujeres presentes parecían prestarle demasiada atención. Leo y Roy intuyeron que o era muy bueno o pertenecía a la realeza o algo así.

Otra chica que destacaba era una pelinegra, su cabello era largo hasta la espalda baja, peinado en una gruesa trenza; sus joyas y ropas simbolizaban a una especie de mariposa. Junto a esta había un chico sin cabello, con una pelona que brillaba tanto como el mismo sol, este en realidad no se veía muy intimidante; y parecía que su vestimenta representaba a un mono.

En las gradas, el aforo era de un lleno total; en los palcos principales quienes observaban eran Any e Izel, además del sacerdote y el tlatoani (líder, gobernante) de Teotihuacan: Kabáh ("Mano dura" en maya) mientras los guerreros de alto rango también se encontraban en palcos cercanos. Tzilacatzin y Tlahuicole en cambio eran los encargados de dirigir el evento.