Capitulo 15

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Víctor ya estaba en el autobús de camino a la casa de verano de la familia de Eric. Se trataba de una de las zonas turísticas cercanas que no quedaba excesivamente lejos de la ciudad, a lo sumo unos cuarenta minutos de carretera. Cuando llamó a su madre, ella no sabía que ocurría y de entrada estaba algo asustada. Luego simplemente estaba enfadada porque no entendía a que venía que su hijo le viniese a exigir que lo sacase del colegio sin mediar motivo. Víctor sabía que aún dentro de todo podría haberle dicho la verdad a su madre pero prefirió evitarlo. En este caso pesaban varios aspectos, por un lado no quería compartir con ella algo tan íntimo y aún potencialmente doloroso, le gustaría respetar la privacidad de Eric (aunque este en el pasado no hubiese tenido esos miramientos) y, sin engañarnos, Víctor todavía estaba en una edad en la que no era capaz de compartirlo todo con sus padres. Porque sí, les había dicho que tenía algo con Eric pero fue por motivos prácticos, que no hubiese habladurías, que no le molestasen con preguntas impertinentes y para tener que despreocuparse por completo de ellos. Así que al final, lo que le dijo a su madre es que tenía sus motivos de peso y recurrió a la carta de la confianza. Que él nunca se portaba mal, que sacaba buenas notas, que cumplía todas las normas y que era todo lo bueno que podía con ellos, y que por lo tanto no era mucho pedir que por una vez le concediese ese favor. Y aunque ella intentó mantenerse en una posición firme y responsable, tuvo que reconocer que era una petición justificada y cedió, aunque recalcándole bastante que no volvería a permitir que ocurriese algo así. Y cuando encima vio que su hijo le pedía que lo dejase en la estación de autobuses, Marta hizo mil preguntas y se aseguró todo lo que pudo que Víctor no estaba cometiendo una locura. Sí, nunca había tenido motivos para dudar de él y siempre había sido consecuente con sus actos, pero esto era algo distinto. Por las evasivas respuestas y la poca información que obtuvo al respecto, supo que se trataba de algo grave. Lo poco que sacó en claro es que no era nada ilegal y que Víctor accedía a llamarla y a tener el móvil todo el rato a mano. Porque aunque siguiese dudando, todavía confiaba en él y viendo la seriedad de su rostro sabía que era por algo importante. Por muy rudo y dominante que se hubiese portado con Eric, Víctor jamás trató a nadie de forma similar y en el hogar siempre era un chico amable, educado y cariñoso. Por eso Marta, rezando por no estar equivocada, accedió a todo lo que Víctor le pedía y lo dejó en la estación.

Él buscó rápidamente cuando salía el próximo autobús hacia su destino y tuvo la suerte de que en solo un cuarto de hora había uno. Así que se sentó a esperar y en menos de media hora ya inició su camino. Mientras miraba al paisaje pensaba que haría o que podía decirle a Eric para que reaccionase o al menos accediese a hablar con él. Con lo esquivo que había estado últimamente no le extrañaría que aunque lo amenazase se mantuviese callado. Pero no, no podía dejarse llevar por la desesperación, tenía que ser fuerte y consecuente y ser capaz de hacerle frente a sus problemas. Ya lo había hecho durante años y salvo la catástrofe final, por el momento todo iba bien. No se iba a dejar amedrentar por el único error que había cometido. Porque además, este fallo debía ser reparado, debía redimirse a toda costa, por él, por Eric, y por todo lo que realmente le importaba. Estuvo pensando todo el trayecto pero aún así no tenía una respuesta convincente sobre cómo actuar. Lo que sí que tenía claro es que haría lo que hiciese falta para que hablasen y que por fin hubiese una respuesta. Fuese cual fuese.

Con la dirección que le había dado Elisa en la mano, Víctor comenzó a buscar el piso de Eric. Miró por el GPS de su móvil como llegar, y tras unos minutos orientándose bien, inició el viaje. Seguía pensando en como hablar con él. Si lo pillaba con sus padres a lo mejor no podía escaparse... O mejor apelaba a su compasión pidiéndole que por favor hablasen. Quizás podía ir con la verdad por delante y explicarle sus motivos. Siempre y cuando se dignase a escucharlo porque tenía importantes dudas al respecto. Eric no le perdonaría que hubiese faltado a su promesa y probablemente, por simple cabezonería, se cerraría como una ostra y no le permitiría siquiera abrir la boca. Puede que el elemento sorpresa fuese lo que le hacía falta... En eso tenía razón aunque no sabía que de una manera un tanto distinta a como él creía.

Por ti no me rendiréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora