Capítulo 1

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           La cotidianidad me fascina, es reconfortante saber que habrá miles de días que se mantendrán igual de tranquilos, con la familia unida. Lo llegas a valorar cuando toda tu vida da un giro de 180º dejándote patas para arriba, con un desorden que te llevara mucho tiempo arreglar.

            También, si sabes utilizarlo a tu favor, estar aburrido no te resultará tedioso. En este preciso momento es cuando podemos hacer un cambio a gusto con nosotros. Porque se nos da por querer empezar grandes proyectos y es al recordar nuestro momento de auge el que nos motiva a hacerlo, porque nos hace creer que lo lograremos.

          La alarma suena, tengo el presentimiento de que será un mal día. Me levanto con un nudo en el pecho, pero a si mismo me alisto y me dirijo a la cocina. Allí me aguarda mi Tata, con un rico omelette y mi Nana haciendo un sudoku. Con eso me basta, para alegrarme la mañana, verlos acompañados, sonriéndome esperando mi beso y abrazo diarios, con las mismas preguntas de siempre. Ahí es cuando me reafirmo lo afortunada que soy y todo se me pasa.

          Deseo de todo corazón que sean eternos, nunca olvidar su arrugada piel sobre la mía, el aroma tan particular de hogar que tienen, sus cálidos brazos que busco con frecuencia para aliviar mis penas.

—Pipu, ten un lindo día —se despidió mi abuelo, después de ver que acababa de terminar mi desayuno.

—Cariño, no olvides invitar a Inna a casa hoy, que voy a preparar su comida favorita, locro. Y cúbrete bien ese cuello, que hace mucho frío afuera.

—Sí, Nana. Los amo, no lo olviden. Hasta el infinito...

—... y más allá —resonaron los dos ancianos, tiempo antes de que saliera de casa.

          Disfrutaba caminar hasta el colegio. Consideraba que 20 minutos sola con la naturaleza llenaba mi alma con la tranquilidad necesaria para afrontar un mundo tan alterado. Pero era verdad, que con este frío, se me estaban congelando las manos. Lo que me hacía reconsiderar fuertemente mi elección de no dejar que Tata me lleve en su auto calefaccionado.

«La calle despejada,

con un farol al final,

la luz de esperanza apagada,

el frío cala en la soledad.


Todo es un reflejo vivo,

de la personificación de la penumbra,

recuerdos cautivos,

que en el alma profundas huellas alumbran.»


          Poemas así surgen todo el tiempo, en cualquier momento y esos son los mejores, porque algo te va a impedir escribirlos y pasan al olvido. Además, tengo la mala suerte de no retener por mucho tiempo tal cual mis pensamientos. Una situación similar a la de Dory.

          Así que llego al colegio, arrepentida de por lo menos, no haber sacado el celular para transcribirlo en mis notas.

          La primera materia que debo cursar es Lengua y Literatura. Sinceramente no me gusta la asignatura, pero es la que más ansío. El profesor Bernardo siempre me aconseja y evalúa mis poemas. Hoy no fue distinto. Debía devolver su resolución de tres de ellos.

          Al comienzo, siempre me da pena, al fin de cuentas es mostrar mi vulnerabilidad a un tercero. Se revelan los defectos, sentimientos, pensamientos íntimos, hasta la vergüenza de ciertas acciones. Como haber permanecido tanto tiempo en una relación que no me hacía bien, entre tantas otras cosas.

Tan solo busco un versoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora