Capítulo 4: "Entre luciérnagas".

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Alex sacó su celular del bolsillo y atendió, la voz del otro lado, sonaba fría y desalmada, como un ángel que perdió sus alas, Alex intentaba descifrar tan tenue y sombría voz, calmaba pero en un trasfondo muy perturbada. Miró a Marcos y decidió hablar afuera.

-¿Quién habla? –Dijo Alex.

-Soy Florencia, necesito que vengas a mi apartamento. ¡Urgente!

-¿Qué pasa?, ¿Te encuentras bien? Ahora estoy con Marcos, no debería dejarlo solo...

-Marcos estará bien, esto es más importante, de vida o muerte.

Alex ya no soportaba escuchar más acerca de la línea divisoria entre la vida y la muerte, le hacía encrespar los bellos de la nuca, y querer desaparecer de la faz de la tierra. Los aparatos que mantenían con vida a Marcos comenzaron una desenfrenada sinfonía infernal que advertían los días restantes de Marcos, Alex colgó el celular y entró a la habitación, Marcos estaba convulsionando, su cuerpo se estremecía sin dominio, como cuando las olas del mar te arrastran hasta la orilla, Alex presionó el botón de emergencias y en unos segundos un grupo de enfermeras y él medico entraron a evitar el desastre.

-¡Por favor! No puede estar aquí dentro, tiene que salir... Marcos está en buenas manos, déjenos hacer nuestro trabajo. –Exclamó una enfermera en tono profesional, mientras sujetaba el brazo de Alex y lo dirigía fuera de la habitación.

Alex miró su celular y luego miró a los médicos haciendo malabares para estabilizar a Marcos, llevó sus manos a la cabeza y caminaba de un lugar a otro, tratando de tomar una decisión... Su celular vibró, haciéndolo dar un leve brinco, era un mensaje de Florencia dando la dirección de su apartamento. –Vamos Alex, eres fuerte. Siempre lo has sido. –Se dijo para sí mismo. Dio un último vistazo a Marcos y salió del hospital.

Cuando estuvo afuera del hospital West Coast, un vendedor ambulante pasó en frente de él, trato de evitar la tentación pero no pudo, había sido una promesa entre Marcos y él, pero había pasado por los días más difíciles de su vida, el cuerpo le pesaba y su mente estaba turbia, no podía pensar claro, necesitaba relajarse, lo necesitaba.

-¡Señor! Un Marlboro por favor. –Reviso su bolsillo y sacó algunas monedas.

Encendió su pasado, sus tristezas enterradas, su adolescencia vacía, encendió el recuerdo más trágico de toda su vida, un recuerdo que vivía en lo más oscuro de su corazón y que hasta ese momento nunca había contado a nadie, ni siquiera a Marcos. Saboreó el amargo sabor del cigarrillo e inhalaba su libertad y exhalaba su condena, miró al cielo y supo que su recuerdo lo miraba, lo alentaba, una fuerte brisa meció los árboles y Alex cerró los ojos e imagino un oscuro paraíso rodeado de luciérnagas, su mente en fotografías mostraba gratos recuerdos de toda su vida, una leve sonrisa se dibujó en su rostro, entendió entonces que los recuerdos eran un arma de doble filo, y tú decidías que querías alimentar. Le dio una última y prolongada calada al cigarrillo, entonces se subió a un taxi en dirección al apartamento de Florencia.

Florencia vivía en un complejo de edificios de un prestigioso barrio, miró el mensaje en su celular, "BLOQUE B" decía, y preguntó al vigilante a cargo hacía donde ir, cuando estuvo frente a la puerta del apartamento sintió un escalofrió que subió desde sus pies y llegó hasta su cabeza, quiso darse la vuelta y regresar al hospital, pero recordó la voz fantasmal de Florencia y pensó que algo grave estaba pasando. Puso la mano sobre el pomo y lo giro, dio algunos pasos dentro de la casa y la impresión le causo mareos. Florencia estaba sentada en un sillón fumando un cigarrillo, su rostro se veía placido y tenía pronunciadas ojeras, sonreía nerviosamente y movía su pie con histeria. El apartamento era un completo desastre, ropa, libros, comida podrida, basura por todas partes, parecía la habitación de un indigente que le gustaba recolectar cosas. Alex quedó perplejo ante tanto desastre, la luz en la habitación era escasa pues las enormes cortinas cerradas impedían el paso de la luz, solo una pequeña lámpara iluminaba inútilmente tan gigantesco apartamento. Florencia mantenía la mirada perdida y sin mirarlo le hizo un ademan para que se sentara junto a ella. Alex vio una rata que comía de un plato en el piso, movió el pie tratando de ahuyentar al animal, pero esté ni se inmuto de su presencia, Alex camino hacia el sillón y se sentó al lado de Florencia, notó que respiraba con dificultad pues el aire era denso y polvoriento.

Si te vas, llévame contigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora