Juanjo rueda los ojos por quinta vez en esa conversación. Se echa las gafas a la cara, cubriéndose los ojos mientras pone todo su esfuerzo en bloquear el sonido incesante de las voces de sus amigos. Se tira hacia atrás sobre su tumbona, dejando que la sensación agradable del Sol sobre su piel se lleve el estrés que lo llena por dentro.
— ¿Te aburro? —lo llama Álvaro, su voz solo bromeando a medias. Levanta agua de la piscina para mojar a su amigo, que murmura un insulto como protesta—. Te recuerdo que la idea de ir a Italia era tuya, no mía.
— Ya lo sé, joder, pero es que ya no puedo ir. No contaba con que cerrara la panadería. Tengo que ahorrar para cuando volvamos a Madrid.
Bea, a su izquierda y envuelta en su toalla, le lanza una mirada compasiva. La verdad es que Santa Susana había dejado de poder considerarse un pueblo hacía muchos, muchos años. La masificación y las olas de extranjeros habían hecho del destino de vacaciones una atracción turística, que solo se podía clasificar como familiar si se consideraban las hordas de niños alemanes que ocupaban playas y restaurantes.
El cierre de uno de los pocos comercios locales que se mantenían en el municipio había sentado al maño como un balde de agua fría, sobretodo teniendo en cuenta que era el que le ofrecía un puesto de trabajo seguro cada verano. Había dedicado la última semana de junio a dejar currículums en cada sitio que había encontrado, pero no tardó en darse cuenta de que era en vano. Los contratos de verano estaban en su mayoría cerrados y su perfil de universitario de vacaciones no era lo que interesaba en los lugares más céntricos y colapsados, con un ritmo frenético que requería mucha experiencia en hostelería para soportar.
— Seguro que te acaban llamando, amor —intenta animarlo el sevillano—. Y sino algo haremos, no sé. Nos vamos a Toledo aunque sea. La cosa es salir un poco.
— Déjalo, Álvaro. Tampoco corre prisa. Ya lo miraremos cuando Juanjo encuentre trabajo —zanja Bea, notando el agobio al que Álvaro parecía ajeno. Juanjo agradece el gesto, pues se siente a pocos segundos de ahogar a su amigo en la piscina para silenciarlo.
El sevillano se sumerge de nuevo en el agua, refunfuñando. Los dos chicos observan cómo se aleja, sorteando algunos niños que se pelean con pistolas de agua desde sus flotadores. Bea le propone acercarse a la tienda a por unos helados, pero Juanjo se excusa hábilmente, colgándose la toalla del cuello y poniendo rumbo hacia su apartamento, con la excusa de sacarse el cloro del cuerpo.
Se siente agotado después de, otra vez, lo mismo de siempre. El viaje ha sido el tema estrella desde que Álvaro llegó a la urbanización un par de días atrás. Le frustra destrozar la ilusión de todo el grupo, incluída la suya propia, siendo la escapada italiana un plan que tenían desde principios de año. Y le preocupa, sobretodo, no reponer sus ahorros de cara al nuevo curso. Estudiar y vivir en Madrid no es barato y, aún si sabe que sus padres le ayudarían si lo necesitara, no quiere molestarlos. Es demasiado orgulloso como para volver a depender de ellos. Los trabajos de fin de semana durante el curso y la media jornada en verano habían sido más que suficiente durante los últimos dos años. La voz traicionera de su mente le recuerda todos los gastos estúpidos que había tenido durante el año, aún si en ese entonces no sabía que esta sería su situación actual. Podría haber vivido sin salir un par de noches, o con una chaqueta más barata, o esperándose a ver los nuevos estrenos del cine en la comodidad de su casa.
Abre la puerta del edificio, distraído, cruzándose de cara con su madre. Es la única que lo acompaña en el pueblo, de momento, estando su padre en Zaragoza hasta que comience su quincena. Se sorprende al verla, casi tirándole la bolsa de playa por la brusquedad con que abre la puerta. Pero la recibe con un beso rápido, dispuesto a escabullirse cuanto antes posible. Sin embargo, la mujer lo retiene, aparentemente igual de conversadora que su amigo.

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FanficA decir verdad, Martin no sabe muchas cosas sobre Juanjo Bona. Sabe que veranea en la misma urbanización que él, que es insoportablemente ruidoso y que no hay quien disfrute de la piscina comunitaria cuando él y sus amigos deciden ocuparla. No le ha...