El redoblar de un tambor

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La sangre llegó como un rugido sordo al prinicpio y luego como un golpeteo, como el redoble de un tambor; cada vez más y más alto, como si una enorme criatura viniera a través de un bosque oscuro y extraño.

Y llegó el redoblar de otro tambor, como si otro gigante viniera detrás sin comunicarse con el otro. Palpitando en mis labios, en los dedos y en la carne de mis sienes, pero sobre todo en mis venas.

Un tambor y luego otro.

Abrí los ojos y entonces me di cuenta de que un tambor era mi corazón y el otro tambor había sido el suyo.

Lo vi tumbado a cierta distancia de mi, radiante, y permanecimos así algún tiempo...

En medio de un creciente asombro.

El final. El comienzo.

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