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Era un espléndido día de sol. Un barco de vela navegaba por el mar con el joven Pond y su perro Max a bordo.

-Esta suave brisa nos empujará -dijo Pond-

Se oyó la voz de un marinero bajo la cubierta: ¡El rey Earth debe estar de un humor excelente!

-¿El rey Earth? -pregunto Pond- ¿Quién es?

-¡Son historias de marineros, Pond! -respondió la voz- No les hagas caso.

Mientras, bajo las olas, los habitantes del mar nadaban hacia un hermoso castillo submarino. Apuestos tritones y preciosas sirenas se deslizaban junto a una multitud de peces de vivos colores, moviendo las aletas para llegar a tiempo de escuchar y ver el concierto que iba a tener lugar en el palacio del rey Earth.

El espectáculo iba a ser maravilloso, y el rey Earth había invitado a todos sus súbditos a asistir al concierto. Sus hermosos hijos cantarían, bailarían y harían un fantástico ballet acuático, mientras el cangrejo Sebastián, director musical del rey, dirigiría la orquesta submarina en una demostración de su gran talento. Sin embargo, alguien faltaba en aquel acontecimiento mágico.

-¿Dónde está Phuwin? -la voz de Earth retumbó en las aguas-. ¡Se supone que es la estrella de la función!

Earth y sus invitados esperaban impacientes que cantara el hijo favorito del rey, el principe Phuwin, pues tenía la voz más bonita del reino. Los demás principes corrían de un lado a otro intentando tranquilizar a su padre. Sebastián agitaba las pinzas nervioso.

-Sin Phuwin, ¡mi concierto será un completo fracaso! -exclamó.

Mientras, lejos del palacio, un tritón o más conocino como el sirenito, y su mejor amigo, Flounder, acababan de descubrir los restos de un naufragio.

-Mira, Flounder, ¡un barco humano! ¡Vamos a verlo!

-¿Crees que debemos ir, Phuwin? -preguntó Flounder-. Si se entera tu padre, no le gustará.

-¡Anda, vamos! -dijo demasiado curioso para escuchar el consejo de Flounder.

Phuwin descubrió un objeto extraño en el barco naufragado.

-¿Qué es eso? -preguntó Flounder.

-Quizá Scuttle lo sepa -dijo Phuwin metiendo un tenedor en su bolsa de tesoros-

En ese momento, la sombra de algo enorme cayó sobre ellos. Phuwin estaba tan emocionado que ni se dio cuenta, pero Flounder se puso muy nervioso.

-Vámonos, Phuwin -dijo- Me da miedo estar aquí abajo.

De pronto, un tiburón gigante entró en el barco con la intención de tragar a Phuwin y Flounder de un bocado.

-¡Socorro! ¡Socorro! -gritó Flounder.

Huyeron nadando con el tiburón pegado a sus aletas. Los dientes del monstruo estaban a punto de morderles cuando a Phuwin se le ocurrió una idea.

-¡Corre, Flounder, por aquí! -gritó a su amigo- ¡Sígueme!

Haciendo un gran esfuerzo, dieron un impulso a sus aletas y atravesaron la anilla de un ancla. El tiburón, que los seguía muy de cerca, quedó encajado en la anilla.

-Funcionó. ¡Lo engañamos! -dijo Phuwin mientras se alejaba nadando-

-¡Ahí te quedas! -se burló Flounder del tiburón, cuando se vio fuera de peligro-

Phuwin y Flounder salieron a la superficie para preguntar a Scuttle, la gaviota, qué era el extraño objeto que habían encontrado. Scuttle se quedó pensativo.

El Sirenito - PondPhuwinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora