La pelinegra no sabía que hacer y solo se dejó llevar por aquel extraño.
El enmascarado afirmó su agarré y la llevo fuera de aquella fiesta, mientras las personas a su alrededor seguían en lo suyo.
La chica sintió un poco de miedo, no entendía nada. Sus pensamientos eran demasiados rápidos, ¿Y si la mataban?
A todo esto, ¿por qué no solo se soltaba y regresaba? En el fondo sentía una inmensa curiosidad, que no podia admitirlo.Finalmente la persona paró en un jardín, detrás de la casa. En frente se podía ver un laberinto donde podías perderte si no tenías conocimiento.
—¿Por qué estamos aquí?
El la soltó y la miró fijamente – sentía miedo al no verle el rostro, aunque poco importaba, si su plan era matarla, la materia igual así tenga su rostro a la vista.
Marie se reía de sus pensamientos tonto y delirantes. Tal vez el solo quería hablar.
Rápidamente salió de sus pensamientos y lo miro esperando una respuesta.
De pronto, sin siquiera esperarlo el extraño la sujeto firmemente del cuello y la empotró en un árbol.
No entendía, nada y no podía respirar, la pelinegra trataba de arañarlo, lo cual no estaba funcionando y se dejó ir hasta que de pronto aflojó su agarré.
—Te espere mucho tiempo, lo sabías?—lo dijo mientras reía.
—Dios, eres tan perfecta y tú cuerpo es una obra de arte – mientras hablaba tocaba su pequeño rostro con su dedos.
—No te preocupes, me ocuparé de lo demás y te llevaré conmigo.
Marie estaba realmente asustada, tenía miedo, se cruzó con un psicópata o asesino, daba igual el le haria daño de todas formas.
Aunque estaba asustado, mientras el la sujetaba, se le ocurrió acercar su pierna entré medio del extraño y sin que se esperara le dió una patada en la entrepierna y se movió.
Rápidamente el enmascarado se agachó y a ella le dió igual y salió corriendo por los arbustos con forma de laberinto.
Al correr tenía pavor, sentía escalofríos por todo su cuerpo, su corazón latia muy fuerte y la adrenalina estaba al 100.
—Vamos, sigue corriendo, eso me excita mucho más.
Mierda, mierda estaba realmente loco, no sabía a dónde ir y el laberinto era largo, demasiado largo.
Corría y corría no sabía cuántos minutos pasaron, pero sus piernas se sintieron demasiados débiles y ya no podía más.
De la nada tropezó, había una pequeña roca que la desequilibró y calló lastimando su pierna, poco le importo y iba a volver levantarse, pero sucedió tan rápido y la agarron del cabellos hacia atrás.
—¿Me extrañaste conejito?
Mierda, la había encontrado.Continuará.......

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El chico de la máscara
RomanceMaria una chica que la pasa leyendo libros interesantes en su cuarto, es invitada a una fiesta por sus dos mejores amigos Tara y Logan. Nuestra protagonista se resiste, pero su amiga Tara la convence ya que le compraría el libro que quería hace muc...