Un refrigerador para la bebé

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Me levanto de cama aunque mi cuerpo quería seguir abrazando la almohada y enrrollado en forma de tamalito, si en un tamalito, envuelto en las colchas. Sentada en la esquina de la cama veo mis piernas colgar, doblando mis dedos de los pies, estirandome y dando mi último bostezo di un pequeño salto y me dirigí a la puerta quitando la llave y el seguro a la puerta de mi habitación.
Voy camino a una ducha caliente mi cuerpo lo necesitaba. Tome mi teléfono di play a mi música favorita tan solo tres canciones son suficientes para mi ducha 10 minutos.

Es momento de desayunar, abro uno de los refrigeradores de la cocina dónde había puesto la comida que me dio mi madre para unos cuantos días, sorpresa, la comida había desaparecido, será que los fantasmas de la casa tuvieron hambre y se dieron un festín, jajajaja, algo loco y ocurrente, pero no fue así, lamentablemente no había nada, solo tenia unas cuantas frutas y un dulce mazapan, por cierto uno de mis dulces favoritos qué me regalo mi hermano, que suele ser un poco frio pero amoroso a su manera. Nimodo el día de hoy toca un poco de fruta, tenia naranja, piña, melón y papaya. Tome una naranja mi mazapán, dinero y salí a comprar.
¿Cuáles serian mis compras? Pues solo tenia en mente de comprar algo de comida pero ahora necesito un refrigerador bebé, porque los siete espíritus de mi casa buscarán ofrendas nuevamente.
Llego a Soriana después de treinta minutos de a ver salido de casa, no pregunten el motivo, bueno está bien les diré, tome él camión equivocado, no me puedo quejar muy buen turismo me hice amiga del señor del camión, excelente compañero de viaje.
Voy pasando por los pasillos buscando todos los alimentos necesarios desde proteínas hasta frutas y verduras, me encanta cocinar, mi amiga la mente formando diferentes opciones de comidas para las siguientes semanas. Por fin compras terminadas, cuatro bolsas, mi me te y yo, tenia que regresar a casa, estaba un poco agotada, sin nada que comer aún, salgo nuevamente pero está ves en un busca de un refrigerador, una compra no usual para una chica de 20 años en ves de ir a buscar maquillaje o cosas por el estilo como las chicas de mi edad pero no la chica va en busca de un refrigeradores. Llego a Coppel con una gran sonrisa, todos los empleados muy amables, no entiendo porqué mi tía los odia cada vez que la van a visitar a su casa y se encierra en casa evitando cualquier ruido, bueno tendrá sus razones. Nombre esa tía es bien deudora, tío de mi corazón qué esposa te fuiste a encontrar qué ni las deudas le gusta pagar. Me dirijo al lado correspondiente de electrodomésticos, inicio a buscar, había señores refrigeradores más altos qué yo, si más altos qué yo, soy un poco pequeña, bueno la segunda más alta de mi familia, veía los colores leia sus características cómo toda una señora, se acerca una joven chica, y me pregunta, disculpa, ¿Estás perdida?, y yo contestando; claro qué no, deseo comprar un refrigerador pequeño, se preguntaran cómo me pudo decir esos, pues les diré qué aun a esa edad solía tener carita de niña, carita de bebé dirían algunos, la chica solo rio y se despidió. Porfí había elegido mi nuevo compañero en está vida foránea para evadir y alejar a los siete espíritus de mi casa para proteger mi comida y evitar que pensaran qué eran ofrendas de paz. Me dirijo a pedirlo y a pagarlo con una tarjeta de crédito. Llegaría a mi casa dentro de dos días pero el seria mi nuevo amigo. Un refrigerador para la carita de bebé, un refrigerador para la bebé.

La feliz vida de una loca Donde viven las historias. Descúbrelo ahora