Delirios Juveniles

La primera vez que conozco el mar

Una noche antes del viaje

El reloj marcaba las dos en punto de mañana, un par de chicos se encontraban completamente absortos en lo que debía ser un trabajo fácil de realizar, sin embargo, las cosas de alguna u otra forma no resultaron bien y algo que debía darse por terminado unas cuatro horas antes, termino transformándose en un infierno de insomnio y trabajo mental en cuanto notaron que el circuito eléctrico no estaba haciendo su trabajo, lo pero de todo, es que aún no sabíana razón de dicho fallo. Adrián intentó nuevamente colocar los cables pertinentes y mover unas cuantas cosas de lugar, esperando que al presionar el interruptor, el edificio por fin se ilumimara como ellos esperaban, sin embargo, seguía sin encender, ya bastante desesperados, Lalo sugirió continuar con otra parte de la maqueta y Adrián estuvo de acuerdo. El chico salió de la habitación de su amigo para conseguir un par de latas de cerveza que se encontraban bien resguardada en la cocina, con la intención de relajarse un poco mientra su amigo peleaba contra su propio trabajo escolar.

Bajó las escaleras y se escabullo hasta el refrigerador, donde encontró un par de latas verdes sin abrir.

Ya no vivía con los Valencia, hace tiempo que encontró un pequeño departamento maltrecho en el cual ahora se encontraba viviendo, debía admitir que no era el más lujoso.
Pero era suyo.
Pagaba la renta mes con mes y se sentía bastante cómodo sin tener que rendirle cuentas a nadie, o estar cuidando su dinero de intrusos qué se escabulleran en su habitación durante su ausencia.

Y lo mejor de todo, es que el baño y su habitación tenían puertas, con seguro incluido.
Le gustaba vivir solo, él se preparaba sus alimentos, se hacía cargo de sus gastos y decidía qué quería hacer o no en un día después del trabajo, a veces miraba películas y otras tantas se dedicaba a estudiar los temas que dejó pendientes en la universidad, pues no quería entrar atrasado al nuevo ciclo escolar que comenzaba en Enero.
Ya no tenía que ir a los partidos de fútbol a mancharse de tierra y a tragar esa misma. Tenía agua caliente y para él, al menos por el momento, eso estaba bien.

Solo por ahora.

Depositaba unos cuantos billetes en su cajita de ahorro para darse uno que otro lujito de vez en cuando, como comprar carne para toda la semana o...ir de viaje.

A pesar de que ya no era un alumno recurrente en el gimnasio, su entrenador aceptó incluirlo en el viaje a Veracruz, él se pagaría la estancia y la ficha de competencia y aunque representaba un gasto "fuerte", por fin cumpliría un sueño que llevaba añorando desde que era un chiquillo incrédulo. Quería conocer el mar solo lo había visto en fotos pero estaba seguro de que era mucho más bello en la vida real. Ese era el tipo de cosas que jamás podría haber hecho si se quedaba con su familia, ellos probablemente hubieran dicho que eran una pérdida de dinero y tiempo antes de gastarse los recursos para ese viaje en su tan querido e inútil equipo de fútbol, o en alguna fiesta que se les ocurriera hacer.

Se encontraba bastante emocionado, tanto que lo primero que hizo después de pagar dicho viaje fue ir con Lalo a una tienda departamental para comprar un solo traje de baño y un short para estar cómodo en la playa, ya que no tenía prendas muy adecuadas que digamos, después d todo, la mayor parte de su ropa se encontraba en casa de sus padres y definitivamente no pensaba regresar, sin embargo, había logrado hacerse de algunas prendas a lo largo de ese último mes, ya tenía la maleta hecha qué lo esperaba en su departamento, justo al lado de la puerta.

Se preguntaba a que olería la playa, sabía bien que hacía calor allá, pero...¿Sería igual al calor de Puebla o distinto?, un cosquilleo le recorrió todo el estómago debido a la emoción y a la adrenalina. Pegó un brinquito cerca del refrigerador mientras abría las latas para ponerles un poco de limón y sal, ya que él y su amigo disfrutaban de tomar la cerveza de esa manera.