𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 9 𝑳𝒐𝒃𝒐 𝒏𝒆𝒈𝒓𝒐 🐺

258 18 2
                                    

Narra Luna

Estaba apenas saliendo el sol y yo estuve paseando por el bosque a pies descalzos, ya que yo amo estar con mis pies descalzos. En mi familia de brujas es como conectar con la naturaleza, algo que aman las brujas, pero más los de mi familia que son los que más aman conectar con la naturaleza.

Seguí caminando por la calle hasta que encontré un río que dividía los dos territorios. Yo me acerqué obviamente y metí mis pies al río en la parte de nuestro territorio. Estuve conectando con el río hasta que escuché un gruñido y me asusté un poco, me hice para atrás. Al levantar la vista, vi a un lobo negro. Lo reconocí y solo dije:

- Tú debes ser aquel lobo que me encontré aquella vez con toda la manada, supongo.
Dije algo seria, pero aún estaba algo asustada porque sabía que me podría matar, ya que supuse que sabía quién era. Me alejé un poco, pero él solo se acercó, pero no entró al territorio. Agachó la cabeza como si quisiera que lo tocara.
Me acerqué para comprobarlo. Al parecer, tenía razón. El lobo no hizo ningún gruñido, así que lo toqué con tranquilidad. Su pelaje negro era lindo y suave. Le seguí acariciando el pelaje y horas después, un vampiro que lo conocía bien me quiso atacar, pero el lobo negro la atacó, pero se escapó por el territorio de mi familia. Así que corrí hacia él y dije:

- ¡Tonto, ven acá! No corras como una gallina.

Dije mientras la lograba alcanzar y la llevé donde aquel lobo negro que estaba en el territorio de él. Con mis fuerzas, la tiré directo a donde estaba el lobo, que terminó destrozando al vampiro. Pero yo di un paso en falso y me resbalé en una piedra resbalosa del río, me caí y me quejé del dolor. Pensé que no era nada grave, pero cuando me iba a levantar, caí de nuevo. Me di cuenta de que mi pie izquierdo se fracturó. Aquel lobo se me acercó como si quisiera ayudarme a levantarme. Él solo logró que lo montara y me miró pidiéndome permiso para entrar al territorio de mi familia.

- Claro que te doy permiso de entrar, no te preocupes.
Dije y me agarré de aquel lobo. Luego, él corrió directo a mi casa. Me pregunté cómo sabía dónde vivía. Al llegar, mi familia salió rápido. Al salir, vieron a aquel lobo negro cargándome mientras soltó un gruñido al verlos.

- Hija, ¿qué te pasó? ¿Por qué andas montada en ese lobo?

- Es que me fracturé el pie izquierdo y él me trajo porque se me hacía difícil caminar.

- Cariño, déjame y te ayudo.

- Está bien, gracias, Esme.

- No hay de qué, Luna.
Luego, Esme se acercó y me ayudó a bajar del lobo y me llevó a casa. Pero antes, volteé a ver a aquel lobo negro y le dije:

- Gracias por traerme.
Luego, el lobo se fue del lugar y me llevaron al sillón. Ahí, mi papá me enyesó el pie fracturado. Me preguntó cómo pasó eso. Al contarles que él se dejó tocar por mí, se miraron entre sí con cara de preocupación y luego papá dijo:

- Hija, mejor ve a descansar, lo necesitas.

- Está bien, papá.
Dije y me levanté con cuidado con la ayuda de Esme y Rosalie, quienes me llevaron a mi cuarto a descansar. Aunque me quedé pensando en las caras de ellos, pero no le di importancia. Los días pasaban y no dormía bien al sentir que alguien me miraba cuando dormía. Una vez en la noche, medio abrí los ojos y vi como una oreja. Supuse que estaba alucinando.
Varios días después, me levanté para ir al hospital para ver cómo estaba mi pie y si ya estaba mejor. Cuando me revisaron, mi pie estaba sano, así que me quitaron el yeso del pie. Luego salí y fui directo a la salida para irme. Al salir, escuché unas voces muy hermosas que me encantan escuchar.

- ¡Luna!

- ¡Luna!

- Hola, Seth. Hola, Leah. ¿Qué tal?

- Estamos bien, ¿y tú?

- Estoy bien también. ¿Y qué hacen aquí?

- Vinimos a ver si ya te habían quitado el yeso, pero ya vimos que sí te lo quitaron.

- Sí, ya me lo quitaron hace unos minutos. ¿Y quiénes son ellos?

- Oh, ellos son Sam, Paul y Jacob.

Al escuchar esos nombres, el de Jacob me hacía familiar y recordé que ya lo había conocido, pero solo nos saludamos. Sentí algo de emoción porque al fin hablaría con él y sus amigos.

- Hola, soy Paul.

- Yo soy Sam.

- Y yo soy Jacob.

- Mucho gusto en conocerlos, yo soy Luna.

- Lo mismo digo, Lunita.

Sonreí algo tímida ante lo que dijo Sam, ya que nadie me ponía apodos lindos para referirse a mí, solo mi papá. Pero no me importó porque me gustó como me llamó. Nos fuimos al parque, Seth, Leah, Jacob, Sam y Paul, y nos conocimos más. Me agradó mucho conocerlos. Algo que me hacía sentir raro era que en mi panza se sentía como si tuviera mariposas o algo por el estilo al estar con ellos. Mientras caminaba, me resbalé y me caí. Ellos rápidamente fueron a ayudarme.

- Luna, ¿estás bien?

- ¿No te golpeaste o sí?

- Sí, estoy bien. Solo me dolió la caída, tranquilos chicos, no me pasó nada.
Sonreí y con su ayuda me levanté. Después seguimos hablando y riendo hasta que se nos hizo tarde y nos despedimos. Me fui a mi casa. Al llegar, olí un olor como de un perro. Al llegar a la sala, vi a Bill y todos quedaron en silencio al verme llegar.

- Hola.

- Hola, hija. ¿Cómo estás?

- Bien, papá. Oye, papá, ¿por qué todos están en silencio apenas llegué?

- Es que estábamos hablando cosas de adultos, no te preocupes. ¿Y dónde estabas?

- Estaba con Seth y Leah, y también con sus amigos.

- ¿Cuáles amigos?

- Con Sam, Jacob, Paul, los amigos de Seth y Leah.

Le dije, pero hubo un silencio incómodo y noté como Carlisle y Bill se miraban entre sí. Así que saludé al invitado y me fui a bañar para después comer algo y hablar con él un rato e irme a dormir. Aunque en mi cabeza solo pensaba: ¿De qué hablaban ellos? ¿Por qué se quedaron callados cuando llegué? ¿Habrán hablado de mí? ¿Por qué cuando hablé de que conocí a los amigos de Seth y Leah, mi papá y Bill se miraron? Luego puse música relajante para no sobre pensar en eso y después caí dormida.

Impronta de la manada Quileute Donde viven las historias. Descúbrelo ahora