La fría noche azotaba cruelmente con cada ráfaga y brisa al pequeño cuerpo sobreviviente. El corcél que la acompañaba no dejaba de relinchar, sufriendo con cada paso sobre las capas de nieve. Ella apenas podía parpadear, sintiendo escalofríos del viento gélido consumir cada parte de su ser. No entendía cómo había llegado a ese lugar, quizás no tuvo que confiar en las personas que le recomendaron este camino.
Paso a paso, una tortura más. Sus músculos no dejaban de temblar, provocando un ardor que la hacía chillar. Sentía la nieve cubriendo sus pestañas, su vista ocupada por la oscuridad, mientras se aferraba a las riendas del caballo a su lado compartiendo su tempestad.
Quería gritar, maldecir o soltar palabra alguna, pero su garganta se sentía congelada y las lágrimas que bajaban por las pálidas mejillas quemaban como hielo. En un mal pisar, se tropezó cayendo de bruces contra la manta blanca. Quizás era lo mejor, su agonía la estaba marchitando en cada caminar. El caballo soltó un quejido más fuerte que el anterior, casi pidiendo auxilio por ella, que se había rendido ante el inminente final.
Un cazador, atento a todo el peligro desde su guarida, escuchó el sonido del relincho de un caballo. Eso le provocó casi dar un salto de su asiento, para agarrar el abrigo de pieles de animales que él mismo cazó. Antes de salir, recogió la escopeta, su única compañera en este aislamiento personal.
El vientó azotó contra sus pómulos definidos, moviendo los cortos mechones rubios hacia atrás, bañándose de blanco. Un pequeño quejido escapó de su garganta, hacía meses que no ocurría una tormenta de tal magnitud, que congelaba cada parte de su ser. Tuvo que batallar contra el viento, siguiendo los sonidos estrangulados y lastimeros del pobre caballo. Sentía pequeños trozos de nieve entrando por sus botas de cuero, dándose cuenta de la profundiad.
Se aferró aún más a la escopeta en sus manos, porque se podría esperar la desagradable visita de cualquier animal salvaje. Desde lobos, osos o zorros. Aunque dudaba que la presencia de algunos de estos animales fuera a aparecer con tan violento ataque de la naturaleza.
Por la lejanía logró discernir una pequeña figura oscura sobre la nieve, temblando y siendo golpeada por las ráfagas invernales. El caballo estaba acostado a su lado, casi intentando brindarle su calor mientras lloraba pidiendo ayuda.
Él se acercó dudoso, entrecerrando sus ojos carmesí por la nieve. Con cautela se agachó, moviendo un poco la pequeña figura encapuchada. Se sorprendió hasta los huesos al ver el rostro pálido de una mujer, tiritando, respirando con cortas inhalaciones. Sus labios estaban blancos, casi morados. Miró al caballo a su lado que lo observaba atentamente.
Empezó a atar la escopeta en su cinturón, para agarrar a la pobre mujer que estaba a un paso del más allá por hipotermina. Se sentía liviana en sus brazos, y eso le preocupó demasiado. Intentó agarrar las riendas del caballo, pero este se negó. El cazador entendió el sufrimiento del animal por estar al borde de la muerte. Con cuidado de no soltar a la mujer, sacó el revólver de la funda del pantalón y de un limpio tiro acabó con su agonía.
La cabeza del caballo golpeó contra la manta de nieve, y él suspiró. La tormenta empezó a ser más violenta, y debía volver pronto al interior.
Agarró con suficiente fuerza a la mujer para no dejarla caer, siguiendo sus propios pasos, huellas que se estaban borrando como si nunca hubieran existido. Miró con preocupación el pálido rostro de ella, que respiraba (apenas) y estaba totalmente indefensa.
Minutos fueron necesarios para llegar a la comodidad de la mansión abandonada. Aquel lugar que se había vuelto su hogar en los últimos meses desde que estalló la guerra contra los nobles. Odiaba estar aquí, quería luchar con los suyos, defender su título como heredero del Gran Ducado de Eilish. Pero no serviría de nada si lo mataban, por lo que su padre lo envió a este desolado lugar.
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Ciervo de Invierno (+18)
RomanceEl frío golpea contra cada fibra de su ser. Un cazador, un depredador encuentra a su presa. La gélida noche acechante arrastra y golpea. Pero a estas dos almas las une para la vida eterna.