Parte I

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Louis Tomlinson se despertó con la luz suave del amanecer filtrándose a través de las cortinas de su dormitorio. El silencio matutino llenaba la habitación, roto solo por el sonido rítmico de la respiración de su esposo a su lado. Se quedó mirando el techo por un momento, disfrutando de la calma antes de que comenzara el ajetreo del día. Giró la cabeza y observó el rostro dormido de su esposo, una mezcla de paz y familiaridad que siempre lo había reconfortado. Suspiró profundamente, preguntándose cómo algo tan sencillo como despertar al lado de la persona que amaba podía sentirse tan reconfortante y rutinario al mismo tiempo.

Con cuidado de no despertarlo, Louis se deslizó fuera de la cama y se dirigió al baño. El agua caliente de la ducha ayudó a despejar sus pensamientos y prepararse mentalmente para el día que tenía por delante. Después de vestirse con su atuendo de trabajo habitual, una camisa blanca impecable y pantalones oscuros, se dirigió a la cocina para preparar el desayuno. Aunque la rutina diaria de preparar café y tostadas era simple, le proporcionaba una sensación de normalidad que valoraba profundamente. Mientras se preparaba el desayuno, su mente comenzó a repasar los eventos planeados para esa noche. Estaba preparando una cena especial para celebrar su aniversario de bodas, y quería que todo fuera perfecto y terminara aún más que perfecto.

—Buenos días. —dijo una voz somnolienta desde la puerta de la cocina. Louis se giró y vio a su esposo, Rafael.

—Buenos días, cariño. —respondió Louis con una sonrisa. —Aquí tienes tu café. ¿Dormiste bien?

—Como un tronco. —Rafael tomó la taza que Louis le ofrecía y se sentó a la mesa, mirando por la ventana. Louis se preguntó si Rafael notaba algo especial en el aire, si sentía la misma anticipación que él. —Gracias, Lou.

Compartieron unos minutos tranquilos, disfrutando de su café y la compañía mutua antes de que ambos tuvieran que enfrentar sus responsabilidades diarias. Louis siempre había apreciado estos momentos simples, creyendo que eran la base de su relación. Sin embargo, una sombra de inquietud comenzaba a asentarse en su mente, una sensación de que algo no estaba del todo bien.

Después del desayuno, Louis se despidió de su esposo con un beso en la mejilla y se dirigió al trabajo. Era desarrollador de informática en una empresa tecnológica, y aunque su trabajo podía ser demandante, le apasionaba lo que hacía, Louis se enorgullecía de su capacidad para manejar las cosas con eficacia y profesionalismo. Sin embargo, esa sombra de inquietud persistía, nublando sus pensamientos y haciéndolo sentir distraído. Al llegar a la oficina, saludó a sus compañeros con una sonrisa.

— ¡Hey, Louis! ¿Listo para la gran cena de esta noche?—preguntó Mark, uno de sus colegas y amigos más cercanos.

—Sí, he estado planeando esto durante semanas. —respondió Louis con entusiasmo. —Tengo todo listo: la comida, el vino, incluso un pequeño regalo.

— ¡Suena increíble! Seguro que Rafael va a estar encantado. —comentó Emma, otra de sus compañeras.

—Eso espero. —dijo Louis, aunque una pequeña sombra de duda cruzó por su mente, otra vez. Sacudió la cabeza para despejarla y se concentró en su compañero.

Mientras conversaban, su teléfono vibró con un mensaje. Lo revisó rápidamente y vio que era de su abuelo, pero decidió no leerlo en ese momento. Guardó el teléfono y se enfocó en la conversación con Mark y Emma, tratando de mantener su mente ocupada.

El resto del día transcurrió sin incidentes, pero la sombra de preocupación no lo abandonaba y su omega se sentía inquieto desde esta mañana cuando despertó. De camino a casa, se detuvo en el supermercado para comprar los ingredientes para la cena, tratando de concentrarse en la tarea en lugar de en sus pensamientos inquietantes.

Susurros del CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora