III

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Tiago llegó a casa exhausto, guardó la moto en el garaje antes de ir a la puerta principal y abrirla, para sentarse en el primer escalón a la entrada.
Colocó sus codos en sus rodillas, enterrando su rostro entre sus manos, separando los mechones de cabello entre sus dedos y soltando un suspiro, cansado.
Se sumergió en sus pensamientos un momento, además del intenso dolor de cabeza y espalda presente en él por el esfuerzo del día, sus pensamientos lo invadieron
...

Puta madre, no puedo sacarme de la cabeza el beso del gil ese, ¿quién se cree para darme un beso de la nada? Me chupa un huevo que haya sido de despedida, hay más formas de despedirse, ¿por qué conmigo va a tomar esa?
Bueno, fue un roce de sus labios en mi cachete nomás, dejo de maquinar
Pendejo choto lo odio tanto, se hace el lindo con todos y ahora conmigo, qué le pasaa
me siento re gay por culpa suya ahora la concha de la lora

pero, ¿y si...

Abrió los ojos al sentir una mano posarse en su hombro delicadamente, sacándolo de sus pensamientos al instante.
Giró su cuerpo hacia la derecha, para ver de quién se trataba aunque ya sabía quién era.

Hola nene, al fin llegaste.. ¿Cómo te fue?, ¿Qué pasó que tardaste más esta vez?, ¿Tuviste trabajo extra? - habló la señora con un tono de preocupación y dulzura a su vez, tratando con cariño al muchacho.

ah, hola Tata.. eh, si, eso mismo, te acordás que tenía una hora más los viernes? -le recordó a su tía que, aún no aprendía bien sus horarios de trabajo al parecer. Le mintió, ni a palo le contaba lo de Mauro, aparte de que ella no lo conocía, era innecesario y no tenía ganas de darle explicaciones a esta altura.

Se levantó del piso, adentrándose a la casa vagamente acompañado de la anciana.
Ella le hablaba, tratando de sacarle información amablemente mientras que, Tiago estaba en su mundo tratando de no dormirse.
Asentía con la cabeza y le sonreía, por más que no tenía ni la mínima idea de lo que le decía porque no le estaba prestando atención.
Necesitaba su cama y dormirse ya.
Pero no quería irse así sin más, dejando a su tía hablando sola
...

Tiago, me escuchás? - preguntó.

Ah, qué perdón? - parpadeó a su vez que sacudió la cabeza y le prestó atención a la mujer.

Que si querés algo para comer o tomar antes de irte a acostar, tu tío me contó que hoy te fuiste sin comer a clases eh - lo regañó, haciendo que Tiago bufe por lo bajo.

No gracias, comí en el trabajo antes de venir - mintió.
Me quiero ir a dormir, no doy más del cansancio. Chau Tata, hasta mañana - finalizó la conversación el morocho, queriéndose ir; la señora planteó un beso suave y dulce en su frente antes de dejarlo subir las escaleras, riéndose de las quejas del chico porque odiaba el contacto físico.

Una vez se adentró en la habitación, cerró la puerta con llave, antes de comenzar a desvestirse dejando el uniforme doblado y ordenado en los cajones.
Aunque hacía frío, Tiago tenía paja de vestirse, a parte de que no le afectaba tanto por la calefacción encendida de su habitación, la cual, aparentemente lo estaba desde hace rato por la temperatura.
Se recostó desnudo en la cama, soltando un suspiro de alivio, acomodándose entre las sábanas.
Cuando iba a cerrar los ojos, notó que su celular se encendió a la par suya, en su mesita de noche, iluminando la habitación oscura con la luz tenue.

𝘓𝘐𝘙𝘐𝘖 - 𝙡𝙞𝙩𝙞𝙖𝙜𝙤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora