UNO

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—Vamos, Aemond —alentaba el príncipe en su estado de embriaguez —es tu momento de convertirte en un hombre de verdad.

—Estás loco, Aegon —el joven pasó por su lado pero su hermano le tomó del hombro para que se detuviera —¡Aegon!

—No te vas a arrepentir, madre no se dará cuenta.

—Pero no sé a donde me quieres llevar.

—Es una fiesta que he preparado para ti hermano.

—No sé si deba confiar en ti, Aegon —Aemond estaba dudoso con su hermano, se le hacía raro ese comportamiento tan "amable" de él.

—Ay hermano, al parecer nuestro sobrino se llevó parte de tu cerebro al sacarte el ojo, ¿no? —Aegon rió y su hermano le dio una mala mirada —anda, vamos.

Reticente, Aemond aceptó.

《》《》《》

¿Qué se sentía perderlo todo? Eileen no lo sabía con certeza, había sido dejada en un orfanato a la edad de 5 años. Tenía leves vistazos de quien supone era su madre, una hermosa mujer pelinegra con la piel pálida y muy cariñosa.

Nunca le hablaron de quién la dejó y porqué, solo la acunaron junto con los demás niños abandonados. Ahí conoció a la que considera su madre: Marissa; ella se la llevó del orfanato cuando tenía 7 años y le enseñó todo lo que una mujer decente debe hacer pero con el paso del tiempo y las hambrunas que recorrían las calles de desembarco, Marissa le fue contando de otro lugar que no era "decente" para ella.

Eileen no entendía nada, Marissa le platicó que ella trabajó para un burdel y le explicó (no tan explicitamente) solo lo básico, el qué se hacía en esos lugares.

—No te pido que hagas algo que no quieras, solo te digo que ese es uno de los oficios que mejor plata deja —la mujer suspiró de cansancio —no quiero que te inunden en ese mundo, ni que pagues algo que no te corresponde.

—Pero sabes que debo hacerlo, ¿verdad? —Eileen estaba al tanto de la deuda de su madre y de la alternativa de la dueña del lugar —No te preocupes, madre —la pelinegra se para de su asiento para posarse en frente de su madre y dejarle un beso en la mejilla.

Unas risas y voces la sacaron de sus pensamientos, se terminó de peinar el largo cabello negro, sonrió a su reflejo en el espejo y salió.

Rápidamente su atención se centró en dos jóvenes por no decir niños, estaban hablando con una de sus compañeras de oficio. Al parecer uno de los jóvenes le estaba ofreciendo al otro.

La mujer miró de arriba a abajo al más bajo y se lamió los labios, al parecer encantada de la vista que tenía.

—¿Qué edad tienes, cariño? —la mujer lo miraba de forma lascivia.

—Trece —el chico giraba su rostro a todos lados menos a la mujer.

—Oh, edad perfecta para comenzar.

—¿Comenzar qué? —preguntó asustado.

Aegon se acercó a su hermano y le susurró al oído.

—Tienes que desnudarte y meter tu pene en el orificio de la mujer que tienes en frente —Aemond se giró brusco a su hermano y con temor lo miró, no podía creer que Aegon lo había traído para eso —anda, ve a que te estrenen.

La mujer tomó del brazo al príncipe el cual iba a comenzar a forcejear, cuando llegó alguien.

—Deja al niño, Lorena —Eileen había llegado y le había arrebatado al joven —yo me encargo de él.

—Ésta es mi carnada y mi plata —hizo el amago de quitarle al joven pero la pelinegra se puso en medio.

—Mejor vete a tu cuarto que lord Brandon te está esperando —al escuchar el nombre la mujer se puso pálida y rápidamente se alejó del lugar.

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⏰ Última actualización: Jul 26 ⏰

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My Lady of the Night - AEMOND TARGARYEN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora