Permítame, profesora... (Pt2)

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*Perspectiva de Laura Montere*

Habían pasado cuatro días. Cuatro días que había cometido el error más grave y magnífico de mi vida.

Me dejé llevar por ese momento. Mi corazón lo haría de nuevo pero mi mente lo castigaría como hizo ese día que ese error fue cometido, con alcohol y helado con una película triste para dejar de sobrepensar.

No sentía nada por Miranda, eso estaba claro, pero la tensión y deseo entre nosotras también lo estaba. Todos los días sentía su mirada sobre mi y en ningún momento lo evité, así como no pude evitar el inalcanzable deseo de probar sus labios, al menos una vez. Por eso evité que pasara.

Si pasaba, iba a ser mi perdición. No iba a tener escapatoria y lo sabía muy bien.

Era inexplicable lo que me pasaba con esa simple adolescente, lo único que sabía es que en algún momento terminaría en un problema sin solución. No podía ser tan estúpida como para no tener el autocontrol de decirle que no a mí alumna, porque en realidad ese era el problema principal... Sin mencionar que nunca me había sentido atraída por una mujer, que además me lleva más de tres décadas de diferencia de edad y parece ser la chica más experiente del mundo.

Entre todos mis pensamientos, volví a la realidad cuando el altavoz con la grabación de el examen del grupo de Miranda se detuvo. Todos comenzaron a guardar sus materiales en sus respectivas mochilas y al pasar junto a mí me entregaban el par de hojas engrampadas las cuales tenían sus respuestas colocadas hacia tan solo unos momentos.

-Good bye, guys... ¡See you on wednesday! -los saludé a lo que ellos me respondieron al unisoro. Levanté mi vista para buscar aquel color miel de sus ojos entre la multitud que abandonaba el salón, pero esta estaba enfocada en recoger sus cosas... No le dí importancia y me dí la vuelta hacia mi escritorio esperando a que todo el mundo abandonara el salón detrás de mí.

Escuché como la puerta se cerraba a mis espaldas mientras ordenaba la cantidad de papeles que luego tendría que corregir en un montón para dejarlo sobre el escritorio. Apoyé mis manos en este y cerré los ojos suspirando... Había sido un día largo... Bueno, un fin de semana largo.

Lo sucedido no salió de mi cabeza ni en un solo momento y eso me tenía muy estresada.

Estuve en un alicha constante conmigo misma. Hubo varios momentos en los que incluso había pensado en llamarla y preguntarle que estaba haciendo o que viniera a mi casa para aclarar las cosas pero todas esas ideas se desvanecían cuando recordaba que ni siquiera tenía su número.

Cerré los ojos y tiré mi cabeza hacia abajo, dejándome apoyar todo mi peso sobre la mesa frente a mí. Un suspiro me abandonó y pasé mi mano por mi nuca, sintiendo la contractura que esta tenía.

Por un momento me imaginé a Miranda haciendome un lento y delicado masaje para reparar mi dolor. Pero sabía que era solo mi imaginación, aunque por un momento se me formó una sonrisa en el rostro

Solo en pensar en el hecho de que mis manos recorran su cuerpo otra vez, ya me hace sentir un cosquilleo sobre mi vientre... Recordé muchas veces todos sus movimientos y sus gemidos ahora gravados en mi mente se repitieron en mis recuerdos. Me permití revivir el momento sin ella, con su presencia en mi memoria, solo que el placer de aquel día me permitió revivirlo con mis propias manos en mi propio cuerpo

Estaba tan concentrada en mis pensamientos hasta que mi cerebro intercutó una mirada sobre mí. Enseguida supe de quien era.

Fruncí el ceño y me incorporé derecha, carraspeé y me dí la vuelta, encontrandome con aquellos ojos color miel.

Nuestras miradas conectaron y me sentí vulnerable, desnuda y desesperada.

Desesperada por ella.

One Shots- Historias LesbicasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora