PRÓLOGO

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ADVERTENCIA:
Esta historia esta basada en hechos reales, sin embargo, una gran parte de las cosas que pasan son meramente ficticias.

"Ah... ah.." Mis suspiros de cansancio no se podían oír mucho, no me importaban, solo los hacia, mi mente estaba enfocada en el balón que botaba en el suelo, un balón que definiría los futuros regaños que iban a llegar. Yo tenía la pelota, tenía que estar atenta.
"¡Pasa la pelota!" Gritaba un compañero de equipo al otro lado de la cancha. El raro que juraba ser el mejor en el juego, pero no puede nisiquiera botar la pelota sin que se caiga. Son personas populares que se hacen ver los mejores pero tienen nulas habilidades en el básquetbol.
Mis pensamientos se fueron cuando alguien desconocido me derribó. Caí al suelo de espaldas, el choque resonando con lo cerrado que era el gimnasio. El público me miraba asustado, mientras se apoyaban en sus asientos, inexistentes de hecho. Eran solo escalones de concreto, incomodo, yo lo se.

Me froté los ojos para ver mejor, entre que yo me sentaba en el suelo de donde había caído. Me di cuenta que ya no tenía el balón, con toda la razón, el que me tiro seguramente lo había agarrado. Escuché el silbato del árbitro, y todos me miraron.
"Abigail, ve a la banca a recuperarte." Obligo este. Me ayudo a levantarme el y caminé con mala cara hacia la banca, me dijeron que me vaya a la banca, sin embargo, no le habían dado ninguna sanción a quien sea que me tiro.
Me plante en la banca de madera del otro lado de la cancha, donde se podia ver el partido, los termos de agua estaban amontonadas de un lado, grandes, pequeñas, etc. el mío ni siquiera era termo, era una botella mal cerrada que ya se le había ido lo frío. Y estaba al otro lado de la banca. Fui a agarrarla, para después regresarme a mi asiento. Estaba alado de una chica que casi nunca la eligen para el equipo, ya sea porque está lleno, o hacen una excusa para no meterla. Ella tenía una media coleta hasta el cuello, era morenita, y estaba muy flaquita. Portaba un crop top y shorts con el logo de nuestro equipo. La mire, y ella me miro. Aleje la mirada y seguí viendo el partido mientras estaba en mis propios pensamientos.
"¿Que se siente ser de las mejores?" Ella pregunto, al principio no le dirigí la mirada. Estaba ocupada, pero cuando mi conciencia apareció... la mire fijamente.
"¿Perdona?"
"¿Que se siente ser tan buena?" Repitió.
"Ah.. yo... no lo se. ¿Porque preguntas?"
"... Por nada."

Despues de unos botes, varias canastas y algunas faltas, el partido terminó, ojalá que hubiera sido el último. No me levante de la banca, todos los de mi equipo se acercaron de sus posiciones, estaban muy sudados, caminaban casi como pingüinos. Todos se juntaban q como sardinas para agarrar su botella de agua, mientras yo seguía mirando como el público se saludaba e iban con sus hijos. Porque digo publico? Eran los padres de todos ellos, viendo a sus hijos perder un partido. ¿Ganamos o perdimos? No lo se, no me interesa. Nuestro entrenador se acercó a nosotros, estaba enojado, todos estábamos estacados como si fuera foto de grupo, unos sentados, otros parados.
"Marco, ¡pasa el balón! Elena, no le p pmiedo al balón. ¡Astrid, defensa!" Repetía con cada nombre, mi mirada estaba para abajo, esperando a que me dijera algo.
"Abigail, muy bien." Dijo. ¿Muy bien? Que raro. El nunca dice eso. ¿Talves es porque lo hice bien? Pero si no sentí que estaba haciendo muy poco por el equipo... raro.

En el carro con mi madre de vuelta a casa yo miraba por la ventana, desconectada de la realidad. No me gustaba el basquetbol... nunca me gusto. ¿Porque sigo aquí? Ah, si; porque mi madre me dice que tengo que hacer un deporte, para no quedar flaquita. Para no quedar enana, supongo. Ya estoy enana, lo suficientemente chica para no crecer más. ¿Cual es el punto?
"'Mamá, Ya no quiero basquetbol."
"¿Quee? ¡Pero si eres muy buena!" Ella dijo, volteando los ojos, pero con la mano aún en el volante.
"Simplemente ya no se siente igual... nunca se sintió bien, ¿sabes?"
"Pero necesitas el deporte."
"... pero no lo quiero."
Se sintió un silencio incómodo por unos segundos, que mal.
"¿Entonces que quieres hacer?" Rompió el silencio.
"... no lo se... ¿Qué tal la clase de arte? Escuché qué hay pocos alumnos ahí. Sabes que me gusta pintar."
"... ¿estás segura? No quiero que te sientas incomoda, linda."
"si, estaré bien." Confirme, una sonrisa amenazando mi cara, mientras apoyaba mi cabeza en el agarre de la ventana.
"Bien, entonces te inscribiré. Pero no vengas llorando si no te gusta. Seguramente sea pura pintura para niños."
"... sí, seguramente habrán muchos niños de primaria... Quizá sea la mas grande de ahí... ya me tengo que preparar."

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